Es más caro el taxi de Cevil Pozo al centro que el pasaje en tren desde Buenos Aires

Los taxistas llegan a cobrar $1.000, mientras el boleto Retiro-Tucumán en Primera clase cuesta $765. Los pasajeros se sorprenden por las limitaciones que encuentran al llegar: oscuridad, falta de servicios y problemas en el transporte.

CARENCIA DE INFRAESTRUCTURA. Así descienden los pasajeros del tren en Cevil Pozo: antes de la salida del sol, alumbrados por celulares y transitando con el equipaje por un estrecho camino de tierra, junto a las vías. CARENCIA DE INFRAESTRUCTURA. Así descienden los pasajeros del tren en Cevil Pozo: antes de la salida del sol, alumbrados por celulares y transitando con el equipaje por un estrecho camino de tierra, junto a las vías. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO
09 Febrero 2022

Desde hace más de dos años el tren de pasajeros que une Retiro con Tucumán no ingresa a la capital debido a que el puente ferroviario está dañado y precisa reparaciones. En consecuencia, el recorrido del ferrocarril termina en la estación de carga de Cevil Pozo, en el cruce de las rutas provinciales 302 y 303, en el departamento Cruz Alta. Allí bajan los turistas ansiosos por conocer todo lo que Tucumán ofrece y también los visitantes asiduos que vienen a encontrarse con sus familiares. Muchos se sorprenden cuando, en plena madrugada, se encuentran en un lugar que carece de iluminación y de la infraestructura indispensable para recibir a los pasajeros. En esas condiciones deben caminar hasta la ruta, cargando bolsos y valijas, rogando que no llueva para salvarse del barrial, y así tomar un taxi o un colectivo.

Dos veces por semana, los martes y los viernes, el tren de larga distancia llega a Tucumán. Si no sufre imprevistos, a las 5.20 hace sonar la bocina y la luz de la locomotora encandila a quienes aguardan en el pequeño andén. Los pasajeros descienden directamente sobre el suelo de tierra. Tienen que hacerlo con mucho cuidado, porque en la oscuridad total de la noche deben calcular a qué distancia está el piso. A la gente mayor hay que ayudarla para evitar accidentes y entre todos colaboran alumbrándose con las linternas de los celulares.

Después de recoger el equipaje caminan por un angosto sendero de tierra y piedras, adyacente a las vías. La sensación generalizada es de asombro, por no encontrar los servicios habituales en cualquier terminal. Hay unos pocos baños químicos al costado del camino que pasan inadvertidos en la oscuridad.

En primera persona

Rosa Giménez es de Buenos Aires y desde hace 30 años viene a Tucumán a visitar a su hermana. Siempre viaja en colectivo, pero esta vez consiguió boletos económicos y por eso decidió hacerlo en tren, acompañada de su nieto. A Rosa la estación le pareció “horrible” y su pequeño nieto le preguntó anonadado “¿esto es Tucumán?” Cuando se decidió por el tren ella no sabía que las formaciones no están llegando a la plaza Alberdi. Afortunadamente, su hermana le advirtió sobre el arribo a Cevil Pozo. “Mi sobrino me viene a buscar, porque la verdad es desde acá no sé cómo irme. Estoy perdida”, aclaró. Y agregó: “¿no piensan arreglar el puente?”.

“Es la primera vez que vengo en tren. Muy bien los horarios y la limpieza. De eso no me puedo quejar, el viaje perfecto. Pero esta estación...” Antonella Escobar, de 30, años vino a vacacionar con sus hijos y a visitar familiares. No esperaba encontrarse con lo que vio en Cevil Pozo. “En ninguna estación pasa esto, solamente acá”, afirmó sorprendida.

Angélica López es tucumana pero vive hace mucho en Buenos Aires. Viene seguido a visitar a su madre. “Todo es perfecto menos esta estación. Las piedras te rompen las valijas. Vine tres veces el año pasado. A mí me parece que si el tren no llega a la capital debería hacerlo a Alderetes, que por lo menos es una ciudad y tiene más medios para transportarse. Quedarte acá en medio de la nada no va. Esta estación es un desastre -declaró-. El servicio en el tren es buenísimo, de eso no me quejo. Y la gente que trabaja adentro es 10 puntos”.

“Tenemos que estar agradecidos de tener el tren de vuelta, es importante”, sostuvo Juan Carlos Serrano, también oriundo de Buenos Aires, quien llegó para visitar a un hermano. “Ceo que ya lo van a solucionar a lo del puente, no sabía que el tren paraba acá. ¿Estamos lejos de la ciudad? Lo que no tengo es la tarjeta del colectivo”, lamentó.

Marisa Ledesma es de Santa María, Catamarca. Viajó desde Buenos Aires con su hijo pequeño. Ya tiene experiencia con el tren y cuenta que cuando comenzó a usarlo partía de la estación de la capital. “Es un desastre. Si no van a arreglar el puente, por lo menos que arreglen esta estación. Es mucha la gente que viaja en el tren”, expresó. “El lugar es medio desolado, medio tétrico para mí”, afirmó refiriéndose a la oscuridad de la madrugada. “Hay gente mayor que no puede andar con valijas y encima no dejan entrar a los familiares que esperan para que te ayuden. Le pasó a mi mamá, la estaba esperando un remís afuera y no dejaban entrar al chofer para que la ayude. Por suerte un chico se apiadó y colaboró con ella”, relató Marisa.

Diferencias

Al salir del predio de la estación los pasajeros se encuentran inmediatamente sobre la ruta 303, carente de señalizaciones e iluminación, por la que circulan camiones y colectivos a alta velocidad. Desde ahí hay pocas opciones de conexión con la capital. Quienes tenían prevista la situación por lo general coordinan con un familiar para que los espere; puede tomar un taxi o un remís; o bien esperar el colectivo, que pasan a partir de las 6 de la mañana. Pero se suman varios inconvenientes. Por ejemplo, son pocos los taxis disponibles fuera de la estación.

Luis Salguero y Carlos Monserrat llegaron puntuales a esperar a la hermana de Carlos, que llegaba en el tren. Esperaban junto a su auto, sobre la ruta 303, ya que no se permite ingresar al predio de la estación. “Es una falta de respeto total. Esta ruta es muy peligrosa, circulan camiones con acoplado”, comentó Salguero.

Un remisero de la zona, que pidió que no se publique su nombre para evitar contratiempos con sus colegas, sostuvo que taxistas capitalinos buscan turistas de la estación y les cobran el viaje al centro mucho más caro de lo que corresponde. “Están cobrando $1.000 mínimo el viaje, cuando en realidad sale $600. Incluso algunos están cobrando $500 por persona. No se puede trabajar así. Eso hace que los visitantes se asusten y prefieran el colectivo”, comentó indignado.

El costo del viaje en taxi desde Cevil Pozo hasta la terminal de ómnibus de la capital es superior al del trayecto Buenos Aires-Tucumán en tren. El pasaje en primera clase vale $765 y en pullman $920 (sólo el camarote está por encima de estos valores, ya que cuesta $2.670). Si se tiene en cuenta que mucha gente puede viajar y reunirse con familiares debido a que el pasaje es económico, es evidente que le resulta más oneroso pagar el taxi desde la terminal ferroviaria hasta la ciudad.

Más contratiempos

No todos los colectivos aceptan el pago en efectivo, lo que perjudica a los recién llegados que no cuentan con la tarjeta del sistema de transporte tucumano. Además, a primera hora de la mañana circulan abarrotados de pasajeros que se dirigen a su trabajo, por lo que muchos choferes no se detienen a recoger a los viajeros cargados con bolsos.

“Me voy en colectivo porque los taxis te arrancan la cabeza. Acá pasan el Agua Dulce y el 140. Pero el 140 recibe únicamente la tarjeta Ciudadana, y no la tenemos los que vivimos en Buenos Aires. Es lo que hay”, reclamaba Rosa Giménez.

“Teníamos previsto ir en colectivo a la ciudad. Vinimos en tren para ahorrar, mientras visitamos a la familia y paseamos un poco. Solo tenemos la SUBE de Buenos Aires”, comentó Liliana Cisterna, mientras aguardaba a la vera de la ruta un colectivo que recibiera efectivo.

Retroceso

Los visitantes coinciden en que, a pesar de que demora muchas horas, la experiencia es única e incomparable. Destacan que el tren es un excelente medio de transporte, impecable, con instalaciones nuevas, buenos servicios a bordo y personal sobresaliente. Pero lamentan que no sea de interés de los funcionarios, a lo largo de nuestra historia, resucitar un transporte tan accesible, económico y cómodo. “Si se hubieran mantenido o realizado alguna inversión en su mejoramiento, el tren podría circular más seguido y a mayor velocidad”, indicaron varios de los entrevistados en Cevil Pozo.

Consultado por LA GACETA, el ingeniero Pedro Katz, especialista en transporte, recordó que en 1980 presenció una prueba y entonces el tren circulaba a más del doble de la velocidad con que lo hace hoy. “En el cruce de la autopista que va al aeropuerto y la línea del ferrocarril estaban reparando las vías. El tren en ese momento hizo una prueba entre San Miguel de Tucumán y La Banda y estaba circulando a 160 km/h. Hoy, no puede llegar a los 60 km/h y en algunos lugares ni a 20 km/h -indicó- “Es imposible pensar que en el siglo XXI tengamos estas velocidades”.

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