En busca de estrategias contra el vandalismo

01 Marzo 2022

Las cifras sobre las consecuencias del vandalismo en lugares emblemáticos de la ciudad, como la plaza Independencia o el parque 9 de Julio, sorprenden. Hasta $ 300.000 mensuales en el principal paseo público –entre daños a la fuente, los bancos, las columnas, los árboles y sus protecciones de hierro fundido- y el gigantesco robo de cables en el parque 9 de Julio, que insumió una pérdida de 25 millones de pesos el año pasado.

Además, los ataques a estatuas, monolitos, columnas de iluminación, contenedores de basura y paradas de colectivos, sumados a los grafitis pintados en bancos, abarcan muchas partes de la ciudad. También sorprende la velocidad con que ocurren estos ataques: “lo que se repone dura a veces un día”, dijo el secretario de Obras Públicas municipal, a propósito de la plaza Independencia. “Iluminan un sector y en lo que están haciendo otro se roban todo del anterior. Tenemos móviles circulando las 24 horas; roban en cuestión de segundos, la tienen estudiada”, expresó uno de los guardias urbanos del parque.

Las autoridades han llevado a cabo diversas medidas contra el vandalismo. Una ha sido la creación de la Guardia urbana, que recorre la ciudad para dar presencia y protección. Otra ha sido buscar formas diferentes de cuidado como en el parque El Provincial, que ha sido enrejado. También, dijo la directora de Espacios Verdes, “la manera de reducir el vandalismo es ocupando los espacios públicos, que la comunidad se vaya apropiando. Por ejemplo, desde que se revalorizó El Rosedal asisten más vecinos, lo que hace que lo cuiden más. El vandalismo en ese lugar se ha reducido gracias al buen uso y a que toda la gente va, recorre y lo cuida”. No obstante, aun cuando el parque 9 de Julio es uno de los más protegidos –por la guardia urbana, por la cercanía de una comisaría como la 11ª-, sigue siendo el lugar más atacado.

Una urbanista ha explicado que el vandalismo por un lado tiene que ver con una forma de hacer dinero de manera deshonesta robando elementos, y por otro está estrechamente relacionado con el deterioro social. En ambos casos los agresores no sienten como propio el espacio público. La profesional propone “incluir a los ciudadanos en los planes, intervenir mediante organizaciones sociales, que el Estado sepa lo que los vecinos requieren y necesitan”. Algo similar sugiere el presidente del colegio de Psicólogos, que plantea que haya una “mesa abierta” contra el vandalismo, con un abordaje interdisciplinario y con la participación de referentes de la comunidad. “El vandalismo combatido únicamente por la Municipalidad, mediante la recomposición de los objetos dañados, no es suficiente para disminuirlo... Necesitamos incorporar al patrimonio como algo propio y para eso hace falta la escuela”, dijo.

La cuestión radica en cómo combinar ese acompañamiento –que vaya más allá de la mera denuncia- con la respuesta de las autoridades para mantener el espacio público y mejorarlo, mientras se buscan estrategia educativa de largo alcance. Además de las sanciones, a quienes cometen daño, por cierto. Pero no cabe duda de que la clave está en que la ciudadanía asuma el espacio público como parte de su casa y encuentre motivos para protegerlo.

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