La necesidad de importar gas pone al país en aprietos y tiene en vilo a la producción

El contexto internacional elevó el precio y Argentina debería pagar seis veces más por importar una cantidad igual a la de 2021.

PREVISIÓN. Para este año, el Gobierno había proyectado cubrir el 73% de la demanda con producción nacional, mientras que el 27% restante se haría con gas importado de Bolivia y en barcos. La situación se complicó. PREVISIÓN. Para este año, el Gobierno había proyectado cubrir el 73% de la demanda con producción nacional, mientras que el 27% restante se haría con gas importado de Bolivia y en barcos. La situación se complicó.

Ante una economía que no logra ordenarse y espera mayor certidumbre con el acuerdo al que arribaría el Gobierno nacional para refinanciar la deuda pública que el país mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el sector energético representa otro escollo difícil de sortear para la gestión de Alberto Fernández. Aunque 2021 sirvió para salir del letargo productivo que generó la pandemia y la cuarentena, 2022 trajo una encrucijada en relación a la producción de gas, el abastecimiento por factores internos y externos y el impacto que esto tendría. En diálogo con LA GACETA, el economista y profesor universitario de la UBA, Matías Surt, reflexionó sobre estos desafíos que afrontará el país en relación al consumo de un combustible elemental para los hogares y para la producción.

-. ¿Cuál es la situación del gas en el país?

- Hay que entender que Argentina no se autoabastece de gas sino que es dependiente de importaciones y hay distintos tipos de abastecimientos. Las más importantes son las importaciones que se hacen desde Bolivia a través de gasoductos y las de GNL por barcos. Actualmente, este último está teniendo un precio muy alto a nivel internacional. Dadas las particularidades de Argentina, el impacto es por doble vía: por un lado, sobre la balanza de dólares por cuánto exportamos y cuánto importamos, y aunque esto podría pasarle a cualquier país importador de energía, Argentina tiene un segundo problema con las tarifas porque no se cobra la totalidad al usuario final. Por el contrario, cubren muy poco y quien termina pagando la diferencia es el Gobierno con subsidios, provocando un impacto sobre las finanzas públicas y más específicamente sobre el déficit fiscal.

- ¿Cómo se explica el incremento notable que registró el GNL?

- Desde mediados del año pasado se vienen registrando incrementos, pero esta suba fue más abrupta desde la invasión de Rusia a Ucrania. El año pasado Argentina importó 56 barcos y pagó en promedio el millón de BTU US$8,33. Ese precio terminó el año pasado, cuando Europa entraba al invierno, en US$27 el millón de BTU. Actualmente, la volatilidad es mayor y esa unidad llegó a superar los US$100, pero en los últimos días está en la zona de US$45. No sabemos todavía si es un nuevo precio de equilibrio y se estabilizará ahí o no. El impacto viene por ahí y lo costoso que será la importación de barcos para satisfacer la demanda de gas.

- ¿Qué puede suceder?

- Hoy, si el país quisiera mantener el repunte industrial no sólo deberá afrontar mayores precios, sino también más barcos. El año pasado necesitamos 56 barcos con una economía que se recuperaba de la cuarentena pero en un nivel más bajo que el que el Gobierno espera para este año. Hoy tenemos un nivel de actividad más alto y las tarifas se siguieron atrasando. Por esto, los cálculos de la Secretaría de Energía indican que Argentina necesitaría unos 70 barcos para la demanda de este invierno. El año pasado esas importaciones demandaron 1.100 millones de dólares y este año tendríamos importaciones por 7.300 millones de dólares.

- ¿Y contamos con esos recursos?

- Es importante destacar que el Banco Central no tiene reservas en esa magnitud para  sacrificarlas. Ahora vendrán, si el acuerdo con el Fondo se termina de cerrar, una cantidad de dólares para fortalecimiento de reservas, pero se especula con que el Gobierno en vez de enfrentar ese escenario y gastar esa cantidad de dólares en la importación de gas a lo mejor intente racionar el gas. Esto tiene consecuencias porque trasladas el problema a otro lugar. Si tenés menos suministro tendrás cortes programados o turnos en la industria. Y la actividad no podrá mantener el impulso que trae.

ENTREVISTADO. Matías Surt es economista y docente de la UBA. ENTREVISTADO. Matías Surt es economista y docente de la UBA.

-. ¿El gas proveniente de Bolivia puede subir?

- El mercado energético tiene una alta estacionalidad en invierno. La Secretaría de Energía estimó que para el invierno de este año (de mayo a septiembre) el 73% de la demanda se cubrirá con producción nacional, el 18% sería con GNL importado y el 9% restante de la demanda será cubierta por Bolivia. Las importaciones de Bolivia se hicieron a unos USD$5 durante el año pasado y ahora el Gobierno boliviano ya anticipó que desea revisar los contratos para subirlo, por lo menos a USD$7,50. Esto significaría un encarecimiento del 50%.

-. ¿Por qué argentina no es autosuficiente en esta materia?

- Argentina nunca dejó de importar gas en un 100%. El gas de Bolivia se siguió importando siempre. Sí se había reducido la importación por barcos, que es el más caro de todos. Cuando Argentina empezó a incrementar su producción, pudo reducir importaciones. Eso fue en 2018 y solo quedó un barco regasificador. La trayectoria del aumento de producción en un 20% entre 2016-2019 indicaba que íbamos camino a reducir las importaciones y habíamos empezado a exportar en los momentos de baja estacionalidad. De hecho, en 2019 se hicieron cuatro exportaciones de GNL desde Argentina hacia el mundo, es decir, la operación inversa de la que hoy estamos hablando y viendo con preocupación para el invierno. Cuando uno ve los precios actuales ve las oportunidades perdidas.

- ¿Cuál es el fondo del problema entonces?

- Hay dos temas. Hay un problema que para que la producción responda de forma firme y sostenida deben haber reglas claras y sostenidas por mucho tiempo. Uno de los factores que atenta contra el incremento de la producción es el atraso tarifario. Si soy productor, el primero de una cadena que termina en la factura de gas de un usuario final, y veo que la tarifa se empieza a atrasar yo empiezo a tener incertidumbre sobre el precio que me van a pagar como productor. En el medio aparece el Estado con subsidios, pero ahí quedas dependiente del Estado porque el día que necesiten recortar subsidios para reducir el déficit fiscal o cualquier otro problema, los productores quedan muy dependientes de un solo pagador (el Estado) y eso genera más incertidumbre que si los usuarios en total estuvieran haciendo frente al costo. La señal de precio que se genera cuando hay atraso tarifario es negativa.

- ¿Qué aporta Vaca Muerta al abastecimiento y producción de gas?

- Hasta 2019 la producción venía en franco aumento y empezó a caer en los últimos meses de ese año. En 2020 tuvimos la pandemia, que paralizó un tiempo la producción del yacimiento y generó una caída muy fuerte. Hoy estamos recuperando la producción en Vaca Muerta, pero la producción de los yacimientos convencionales está en una fuerte caída desde hace años. Que Vaca Muerta esté en un récord no significa que la producción total esté en un récord. Para tener un crecimiento fuerte de la producción necesitamos que Vaca Muerta produzca a una velocidad mucho más rápida que la actual para abastecer la demanda y suplantar a la fuente en caída, pero eso no sucede. La falta de reglas claras, el riesgo país y otras cuestiones hacen que una reserva no pueda explotarse al ritmo óptimo para maximizar el beneficio. Incluso, hay cálculos que indican que por esta lentitud mucho de lo que está en el yacimiento puede quedar enterrado porque nos llevaría tantos años que cuando quisiéramos sacarlo ya la transición energética del mundo no nos hará necesitar gas. También hay factores de infraestructura insuficiente por los gasoductos. Aún si Vaca Muerta estuviera produciendo a un 100% no tenemos la infraestructura para transportar el gas desde los yacimientos hasta los centros de consumo. Hay un proyecto pendiente desde hace años para darle salida a ese gas. Es decir que tenemos un doble problema: el ritmo de producción no es el que debería ser y tampoco podría estarlo hasta tener la infraestructura necesaria.

-. ¿Qué papel juegan los subsidios?

- Hoy pagamos poco de gas. La factura residencial promedio cubre apenas el 30% del costo de la generación. Debemos saber que cuando uno paga una factura paga por cuatro componentes: la generación, el transporte, la distribución y los impuestos. Cuando analizás exclusivamente el costo de la generación, hoy está en un 30 o 35% siendo cubierto por el usuario.

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