La declaración de guerra a una inflación que no da tregua

El aumento de precios podría reimpulsarse en marzo por la suba del valor de las naftas.

Alberto Fernández . Telam Alberto Fernández . Telam

El bombardeo de precios arrancó con este 2022. La muestra del poderío de esa rival llamada inflación se observó en la suba de un 22% que acumuló el valor del combustible en lo que va del año. La guerra es otro argumento más que se agrega al rosario de problemas que la Argentina acumula debajo de la alfombra. Al Gobierno no le convenía modificar el humor social en el electoral año de 2021. Por eso había decidido postergar los reajustes. A nadie sorprende los incrementos; sí la forma en que las petroleras (especialmente YPF, la de bandera estatal) estampan los nuevos valores en las pizarras de sus expendedoras.

La inflación del 4,7% que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ha difundido hoy sobre el comportamiento de los precios en febrero de ninguna manera constituye un techo. Más bien marca una tendencia que este mes puede llegar a reimpulsarse por el aumento del valor de las naftas (11% en promedio) y los gastos estacionales, en útiles e indumentaria escolar, por el inicio de las clases. Desde épocas remotas, cada vez que hay incremento en el combustible, se produce un efecto en cadena en el resto de los precios. De la misma manera que el dólar registra alzas, la economía se adapta a esa nueva realidad.

No todos los agentes económicos tienen la misma espalda. Una inflación elevada tal vez le ayude al Gobierno a alcanzar más rápidamente la meta de reducción del déficit fiscal y, así, ponerse a tono con las metas solicitadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).  Sin embargo, el poder adquisitivo de la sociedad sigue decayendo y, mientras más inflación haya, la pobreza no le dará tregua a la sociedad.  Esto implica además una caída del consumo que, de acuerdo con un reporte de la consultora Focus Market, durante febrero ha sido del 3%.

El presidente Alberto Fernández ha dicho hoy que a partir del viernes comenzará la guerra contra la inflación, apuntando directamente a los especuladores. El jefe de Estado no hizo más que reforzar el concepto dado durante la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso, pero tomando como referencia una sola causa: la especulación. La inflación es multicausal. Los controles de precios tienen una efectividad limitada y, en esas condiciones, los acuerdos terminan naufragando por falta de stock de mercaderías.

“La concentración de la oferta puede explicar precios elevados, pero no precios en alza continua. No se entiende por qué el monopolista no utilizaría su poder de mercado para fijar de una vez el mayor precio posible y no en cuotas, como parece sostener la teoría comentada”, subrayó Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.

“Identificar la enfermedad es un primer paso. El segundo es tener un buen diagnóstico. Y el tercero, elegir la medicación correcta para combatirla. La inflación no tiene una sola causa y peor aún es atribuirla a una falsa causa”, advirtió.

“Se trata de un fenómeno multicausal y, por ello, el éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria que se encare requiere de un enfoque integral capaz de atacar al conjunto de los factores inflacionarios. La clave reside en atacar este flagelo con un conjunto coordinado de medidas monetarias, fiscales y cambiarias, y contar con la voluntad política de llevarlo a cabo”, completó el economista.

La inflación comenzó su ofensiva contra el bolsillo de los argentinos hace bastantes años. Sin embargo, los sucesivos gobiernos poco y nada hicieron para intentar bajar el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Hoy la Argentina se encuentra entre los países con mayor tasa de inflación en el mundo y en febrero, por ejemplo, ha llegado a superar a Venezuela, que venía siendo el país más afectado por este flagelo.

Desde la asunción de Alberto Fernández en diciembre de 2019, Argentina acumula una inflación general de 123%. Ninguna administración desde 1991 había registrado un alza tan pronunciada de precios en sus primeros 26 meses, advierte la Fundación Libertad y Progreso. El componente tarifario será otro condimento más que sazonará la cruda situación económica en el país. A partir del mes que viene, el valor de los servicios públicos privatizados evidenciará un aumento que las prestatarias ya no pueden dejar de aplicar por la acumulación de postergaciones de decisiones de esa naturaleza. Si bien oficialmente se  estima que el promedio del reajuste será del 20%, los esquemas difundidos hablan de un efecto piramidal en el que la clase media  puede llegar a evidenciar en las boletas de los servicios una suba del 40%.

Las familias argentinas están más endeudadas. Los precios vuelan. Un kilo de carne no baja de los $ 1.000. Una bandeja de huevos vale casi el doble de lo que estaba en enero (entre $ 450 y $ 500). Hablar de harina es cosa seria y ni el pan nuestro de cada día se salva de la ola de aumentos. Habrá que esperar hasta el viernes para saber qué artillería empleará el ejército albertista para combatir una inflación que, año tras año, viene ganando batalla tras batalla, sin que nadie encuentre la manera de frenarla.

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