Una ciudad que anda a contramano

“A contramano del mundo”. Una frase que se repite demasiado en Tucumán. Se entiende que a contramano del mundo civilizado, más desarrollado, más igualitario, más justo y con mejor calidad de vida.

A contramano del mundo cuando le damos la espalda al río Salí y lo contaminamos con todo, al punto de haberlo convertido en el segundo río más putrefacto del país, después del Riachuelo porteño. Y al darle la espalda al río avanzamos sobre el piedemonte, con cultivos y urbanización irresponsables. Y así nos inundamos cada vez más.

A contramano del mundo en obras de infraestructura, como rutas, agua, cloacas o canales pluviales. No del mundo europeo, sino del que está acá cerca, como Salta o Santiago, por no mencionar otros distritos argentinos más desarrollados.

A contramano del mundo en contaminación, que hace que nos asfixiemos entre julio y diciembre por la quema de cañaverales. O por un parque automotor colapsado y desquiciado, que anda a los tumbos en calles y avenidas destruidas.

Esta frase derrotista explotó esta semana, sobre todo en las redes sociales, luego de que el municipio secuestró, con violencia y corte de cadenas, dos bicicletas estacionadas en el microcentro de la capital.

Dos bicicletas de gente que estaba trabajando, no de paseo. Como si además Tucumán no estuviera en grave emergencia laboral.

Y se repitió hasta el cansancio esta expresión agorera, porque mientras el mundo incentiva el uso urbano de bicicletas, en la capital tucumana se desalienta su uso mediante la confiscación.

No pocas veces escuchamos como, desde la ignorancia, se juzga que el tema ciclístico es un asunto menor frente al contexto trágico que atraviesa la provincia, y el país en general.

El 8% de la movilidad en la capital se realiza con este vehículo, y este porcentaje aumenta en ciudades del interior y en zonas rurales.

Son miles de trabajadores que a diario utilizan este medio de transporte para trasladarse o directamente como una herramienta de trabajo, tal es el caso de los servicios de cadetería de distintos rubros esenciales, como comida, medicamentos, pago de servicios, traslado de bienes, y que en gran parte sus usuarios son adultos mayores.

Y las bicicletas secuestradas el martes por los agentes municipales, en 25 de Mayo al 300, pertenecían justamente a dos repartidores.

Este hecho repercutió en decenas de medios nacionales. “Insólito: agentes de tránsito tucumanos le incautaron la bicicleta a un repartidor porque estaba “mal estacionada”, tituló Infobae. Otros medios usaron adjetivos como “indignante” o “de locos”.

Otra vez, Tucumán en la tapa de los diarios argentinos, aunque nunca por una noticia honrosa.

Con las piernas atadas

En la capital las guarderías no permiten el ingreso de bicicletas. Y aún si así fuera sería insostenible para un cadete, que realiza entre diez y 30 viajes por día, cargar con ese costo.

Y según la errónea aplicación de la ley que hace el municipio, ahora tampoco se puede “atar” una bici a un poste o a un árbol. Entonces no hay salida para los trabajadores y para los usuarios de bicis en general. Le están dictando la sentencia de muerte a la bicicleta en la capital. A contramano del mundo.

Hacíamos referencia a que la interpretación legal del municipio es equivocada por varias razones, y de peso.

La primera y más simple. El subdirector de Tránsito, Enrique Romero, esgrime como argumento que justifica el secuestro a la ordenanza 2114 (que impone normas sobre todos los elementos fijos y móviles que pueden instalarse en la vía pública), y permite retirar objetos que obstaculicen el libre tránsito.

Los rodados decomisados no estaban obstruyendo el paso. Estaban atadas a un árbol, a su vez ubicado al lado de un banco, por lo que era imposible pasar por allí, salvo que alguien quisiera caminar por arriba de los bancos. Sobraban entre cuatro y cinco metros de espacio libre en la vereda.

En segundo lugar, la ordenanza 942, que regula el tránsito en general, también tiene un artículo (el 54°) que legisla sobre los obstáculos en las veredas. “Las aceras deben permanecer libres de ocupación de grupos de personas, vehículos, cosas u objetos que obstruyan, perturben o dificulten el tránsito de peatones”. De nuevo, no era este el caso.

Tercero. La Ley Nacional de Tránsito 24.449 (art. 23) dispone que los funcionarios están facultados a retirar objetos sólo cuando impidan el tránsito, ya sea en calles o en veredas.

Cuarto. El que está en falta en realidad es el municipio. La ordenanza 942 dispone, en su artículo 259°, que el “Estacionamiento de motocicletas, motonetas y bicicletas se realizará en los lugares que determine la Dirección de Tránsito con la señalización reglamentaria”.

Esta norma rige desde 1994. Grave falta del municipio no haber dispuesto en 28 años lugares para que estacionen las bicicletas en la ciudad. Algunos existen para motos, pero son harto insuficientes considerando la cantidad de motos que circulan, y la mayoría de ellas como medio de movilidad de trabajadores.

Por el contrario, los autos, que ocupan el espacio de varias motos y de hasta 10 bicicletas, según el tamaño del vehículo, ocupan de punta a punta todas las calles del macrocentro, aún en las que el estacionamiento está prohibido.

Sumo derecho, suma injusticia

En quinto lugar, la Municipalidad de la capital aplica el principio jurídico “Summum ius, summa iniuria”, según explicó el abogado Alfredo Aidar, durante una entrevista al programa de radio “El precio es el mismo”, que conducen Carlos Cazón y Salustiano Zavalía.

“Summum ius, summa iniuria” es un aforismo latino que se puede traducir por “sumo derecho, suma injusticia”, o “a mayor justicia, mayor daño”, o “suma justicia, suma injusticia”, en el sentido de que la aplicación de la ley al pie de la letra a veces puede convertirse en la mayor forma de injusticia.

“El municipio tiene que aplicar el sentido común, no sólo imponer leyes ciegamente, porque no les están dejando opciones para trabajar”, afirmó Aidar.

“Los trabajadores dejan su vehículo sólo unos minutos, no es que van tres horas al gimnasio o a tomar café, y además los encadenan por los robos que existen desde hace décadas en Tucumán, por culpa de los mismos políticos que ejercen estas injusticias”, añadió en la entrevista.

Aydar consideró que también deberían secuestrar las chapas celestes y blancas que pusieron en la Plaza Independencia, ya que también obstruyen el paso, entre otros tantos carteles municipales prescindibles.

El abogado también criticó que en el operativo los agentes no estaban debidamente identificados y no llevaban uniformes, como exige la ley.

El letrado recordó que la Ley Nacional es muy clara, cuando dice que un sujeto puede acreditar ante un funcionario alguna urgencia, como es el caso de estar trabajando.

“En mi criterio el municipio está incurriendo en un palmario abuso de poder, porque los funcionarios no tienen solo derechos, tienen también responsabilidades y obligaciones. El acto administrativo, para no ser penado por nulidad, debe ser racional, debe tener proporcionalidad, no debe ser arbitrario, no debe ser prepotente, no debe caer en los excesos del uso del poder. Me pongo a disposición de los ciclistas de forma totalmente gratuita para iniciarle acciones legales al municipio”, finalizó.

Los autos, intocables

Según un relevamiento propio, dentro de las cuatro avenidas existen 122 cuadras donde el estacionamiento está prohibido las 24 horas o durante el horario comercial. Quizás existan algunas más fuera de nuestro radar, en donde tampoco se pueda estacionar por razones especiales.

Si se suman a las avenidas donde rige la prohibición de dejar el auto, el número de cuadras supera las 250.

No vamos a insistir en algo que cualquier vecino sabe, pero esta norma se cumple en, cuanto mucho, 20 a 25 cuadras, según el día y la hora. Se respeta en algunos tramos de General Paz, de Santiago o de Córdoba. No se acata en arterias neurálgicas como Las Piedras, San Lorenzo, Jujuy, Monteagudo, Maipú, Entre Ríos, San Juan, Laprida, Buenos Aires o Jujuy. O en avenidas como Roca, Mitre, Sarmiento, Colón, Ejército del Norte o Avellaneda.

Por ejemplo, en avenida Salta, donde el estacionamiento está prohibido las 24 horas, desde avenida Sarmiento hasta 24 de Septiembre, las calles están completamente ocupadas, en ambas aceras y durante todo el día, desde Sarmiento hasta Santiago. Y en Maipú al 400, donde también está prohibido y es una calle bien angosta, está todo el día ocupada, en su mayoría por autos particulares de policías de la Guardia Urbana.

Lo mismo hacen los uniformados del Cuartel de Bomberos, que estacionan cinco y hasta diez vehículos en la vereda de la estación. ¿Dónde están los rudos municipales? De paso, la vereda del Cuartel está destruida a causa los autos y las camionetas.

No observamos aquí el riguroso apego a la ley por parte del municipio, aún cuando a diferencia de una bicicleta, se trata de grandes vehículos que ocupan espacio (ilegal), contaminan el aire y la paz, producen congestionamientos y queman combustibles no renovables.

A contramano del mundo. La bicicleta es saludable, silenciosa, ocupa el mínimo espacio en la calle, es gratuita, no contamina, no congestiona. En relación costo beneficio está considerado el medio de transporte más eficiente del mundo.

A los autos les permitimos estacionar hasta en las veredas, pero a las bicis de los trabajadores les cortamos las cadenas y las secuestramos.

Tampoco se hacen cumplir otra decenas de prohibiciones, como conducir y hablar por celular, priorizar al peatón o respetar los semáforos.

Si alguien lee la ordenanza 942 completa estallará en llantos o explotará en una carcajada.

Señores funcionarios y funcionarias municipales, primero, apliquemos el sentido común, luego cumplamos con la ley que los obliga a destinar espacios para bicis y motos en cada cuadra; no atentemos contra las acciones que tienden a mejorar nuestra calidad de vida y la economía de los vecinos y, lo más importante, no perjudiquemos a la gente que trabaja, que no es mucha.

Ojalá algún día suframos el mismo problema que los holandeses, que tienen las veredas atestadas de bicicletas y deben caminar esquivándolas. Eso significará que nuestra ciudad estará menos intoxicada y mejor organizada, y que ya seremos una sociedad mucho más desarrollada, igualitaria, justa e inteligente.

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