El día después del Superclásico: secuelas de todo tipo

El resultado de un clásico siempre marca a fuego; habrá que ver cómo impacta en el futuro inmediato de River y de Boca.

OFUSCADO. Gallardo se mostró molesto durante la rueda de prensa post clásico. OFUSCADO. Gallardo se mostró molesto durante la rueda de prensa post clásico. REUTERS

“Ganar un clásico es… hermoso”, completó la frase Sebastián Battaglia tras su primera vez victorioso ante River como entrenador y sin dudas lo suscribirá cada hincha de Boca, todavía embriagado por las mieles de un triunfo en el Monumental que se hizo esperar casi cinco años.

El partido del domingo se resume (y será recordado) por un par de nombres y apellidos: Leandro González Pirez (la macana insólita) y Agustín Rossi (el partido de su vida).

Un Superclásico siempre deja secuelas, de las buenas y de las otras. Lo que está por verse es su duración en el tiempo y la profundidad de las mismas.

Por lo pronto, el 1-0 sobre River en rodeo ajeno ensancha enormemente las espaldas de Battaglia, cuyo puesto pareció estar en riesgo hace dos semanas (tras la derrota con Huracán).

“Estamos para competir”, declaró el domingo. Él mismo parece estar aprendiendo las lecciones del pasado, necesarias para convertirse en un entrenador competente: por caso, no demorarse en cambiar a un jugador que tiene todos los boletos para ser expulsado (Luis Advíncula), no dejar a su equipo con 10 por más tiempo manteniendo en cancha a un referente que no estaba para jugar (Darío Benedetto).

Además, demostró otros dos aprendizajes con respecto a la anterior excursión a Núñez (saldada con una “mentirosa” victoria 2-1 para el local): apostó por un par de jóvenes (Cristian Medina, Aaron Molinas) de arranque y cuando necesitó cuidar el 1-0 no se tentó por agregar un jugador de marca y optó por uno (Óscar Romero) que aportara pausa y tenencia.

El hombre con más títulos en la historia de Boca parece haberse sacudido algunos miedos (se animó a salir a jugar en el Monumental con Pol Fernández como volante central). Y eso solo puede ser beneficioso para su equipo en formación.

Ojo, también River es un equipo en formación, más allá de que la larga continuidad de Marcelo Gallardo como timonel llame a engaño. En realidad, hoy el “Millonario” exhibe rotaciones en su alineación y tiene menos juego colectivo que antes del cambio de calendario.

El profuso mercado de pases todavía no se ha traducido aún en un salto de calidad. En todo caso, su River luce menos confiable a la hora de manejar ciertas circunstancias adversas.

“Un error, y a dar vuelta la página”, disparó Gallardo tras “engancharse” en un ida y vuelta con un periodista que lo consultó en referencia a dos decisiones: darle titularidad a González Pirez en lugar de David Martínez e insistir con Julián Álvarez como único delantero (a diferencia de cómo había cerrado la temporada pasada).

Gallardo rechaza habitualmente preguntas que contengan algún tipo de opinión. Pero él no tiene empacho en opinar/criticar las formas de juego de sus rivales, sobre todo cuando el resultado no lo favorece.

De hecho, habló de que se equivocó al pensar que Boca repetiría lo hecho contra Estudiantes, restándole valor a su palabra (en la previa había advertido que River no es el “Pincha”).

Gallardo aseguró que esta derrota no lo hará confundirse. Más allá de cuestiones dialécticas, se verá si logra tomar algunas de sus enseñanzas.

Porque si bien es cierto que River hizo figura a Rossi y ganó el “ping-pong”, también lo es que a partir del 0-1 se lo vio apresurado, confundido, entrando en el combate que le propuso Boca, en la franja de tres cuartos a tres cuartos.

Bien mirado, el “Xeneize” tuvo sus varios méritos (mención también a la definición de Sebastián Villa). Quizá, después de todo, su triunfo no haya sido necesariamente “demasiado premio”.

Premio

Sebastián Battaglia le dio dos días de descanso a sus jugadores como retribución por el esfuerzo en el clásico. El grupo volverá a entrenarse mañana en Ezeiza.

¿Clausura?

La Justicia sigue de cerca los incidentes que se registraron, antes, durante y luego del Superclásico. No se descarta, que el Monumental pueda llegar a ser clausurado.

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