Diluvio en Tucumán: “De tanto rezar, el río se quedó quietito”

Otra vez vecinos del sur de la provincia vieron amenazadas sus pocas pertenencias a causa del desborde del río Chico.

IMPRESIONANTE. El agua quedó un metro por debajo de la estructura del viejo puente ferroviario cerca de la vieja ruta 38, en la zona de Río Chico. IMPRESIONANTE. El agua quedó un metro por debajo de la estructura del viejo puente ferroviario cerca de la vieja ruta 38, en la zona de Río Chico. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL

Una jornada de extrema tensión vivieron ayer los pobladores de Río Chico, Colonia Uno de Santa Ana y barrio Santa Rosa de Aguilares. Las intensas lluvias que arreciaron entre la noche del martes y la madrugada de ayer robustecieron el volumen de agua del río Chico que, aunque salió de su cauce, anegó solo a algunas familias muy cercanas a la corriente. Las afectadas son de la Colonia Uno.

Unas 20 familias, quedaron acorraladas por la creciente que por suerte no alcanzó a ingresar a sus casas, muchas de ellas construidas sobre pilotes. Los bomberos voluntarios de Santa Ana estuvieron ahí en prevención, pero ninguna persona debió ser evacuada. En Río Chico el desborde tampoco pasó de un susto que desveló a los vecinos. “La crecida salió pero retornó al río por los canales que se abrieron después de la inundación reciente. Nos preparamos para lo peor, pero gracias a Dios el agua no avanzó”, dijo Belén Zamorano, vecino de ese lugar.

En Colonia Uno la lluvia comenzó a levantar el nivel del Chico en las primeras horas del miércoles. Alrededor de las 4 la subida llegó hasta las primeras casas de la costanera. “Fue una noche de pesadilla. No hemos dormidos. Los chicos lloraban porque se escuchaba al río muy furioso. No sabíamos que hacer en medio de la oscuridad. No hace un mes que nos inundamos y otra vez el río despertó y se nos venía encima. Parece que tanto rezar se quedó quietito en pocas horas”, comentó María Juárez.

Domingo Maidana cría cerdos y como hizo en el primer anegamiento, tuvo que salir en medio de la noche a evacuar primero a su esposa e hijos y después a sus animales y llevarlos a zonas altas. “Uno se arriesga la vida para evitar perder lo poco de valor que tiene para sobrevivir. Es posible caer en un desnivel o sufrir mordeduras de víboras. Es una aventura de terror vivir aquí. Uno apenas escucha el bramido de la correntada y tiene que escapar”, comentó el hombre. En la inundación de principios de marzo, las aguas despojaron a Maidana y a sus parientes de ropas, colchones y muebles. También perdieron animales. “En realidad aquí todos perdimos cosas y apenas nos restituyeron colchones. Nos entregaron además unos bolsones que no tenían ni azúcar. Todos quedamos descalzos. Encima que no hacen las obras que tienen que hacer en el río, cuando nos inundamos nos tiran migajas. Los funcionarios tendrían que venir a levantar casas por aquí para tal vez así se logra controlar al cauce”, apuntó Julio Carreño.

Vecinos enojados

Los vecinos están enfurecidos porque el lunes pasado recién llego hasta el lugar una retroexcavadora, pero que nunca pudo operar en el río por las lluvias. “Después de un mes mandaron una máquina que no logró hacer nada. Aquí todos estamos en peligro porque el cauce ya no tiene barranca por estos lados. Corre a nivel de la costa. Es decir que podemos terminar arrasados por las aguas”, advirtió Carreño. El blanco de las críticas es el comisionado comunal Diego Reales que, según dijeron, “nunca está cuando se lo necesita”. “Hoy ni apareció por aquí. Pero cuando lleguen las elecciones seguramente lo hará para prometer lo que luego se olvida”, apuntaron.

En Aguilares los habitantes del barrio Santa Rosa, que también se inundaron en marzo pasado, permanecieron alertas ante el riesgo de que las aguas del Chico avance hacia sus viviendas. El derrame del cauce el mes pasado los obligó a autoevacuarse en la ruta 38. Esta vez estaban preparados para hacer lo mismo ante la posibilidad de volver a perder todo. “Estuvimos alertas toda la noche. Es que se escuchaba al río que bajaba ruidoso. Pensábamos que de un momento a otro se nos venía encima”, contó Ana Roldán. El Santa Rosa se encuentra ubicado a pocos metros al norte del Chico.

En Aguilares el arroyo Barriento también generó zozobra en vecinos de los barrios 9 de Julio e Independencia. Una dotación de bomberos permaneció alerta en el lugar ante los riesgos de desborde de la corriente

Piden maquinarias: propuesta del intendente Orellana

A partir del comportamiento agresivo que exhibe la cuenca acuífera de la provincia, José Orellana sostuvo: “urge que los propios municipios sean provistos de herramientas que contribuyan a que ellos mismos profundicen los trabajos de prevención en ríos, arroyos y canales de desagües”. El intendente de Famaillá observó que es muy importante la labor que despliega la Dirección Provincial del Agua (DPA). “Pero eso ya no alcanza”, subrayó.

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