Escarceos de una campaña que presagia virulencia

“… Respetuosamente/ suplica: Se sirva tomar medidas/ y llamar al orden a esos chapuceros,/ que lo dejan todo perdido/ en nombre del personal.// Pero hágalo urgentemente/ para que no sean necesarios, /más héroes ni más milagros/ para adecentar el local”. “A quien corresponda”, Joan Manuel Serrat

Los escarceos de la campaña electoral en la Universidad Nacional de Tucumán desembocaron en la caída de la sesión extraordinaria del Consejo Superior apenas se tomaba asistencia de los consejeros. Ahí afloraron oficialmente las tensiones que se insinuaban virulentas en redes sociales pero que se habían manejado con discreción en las declaraciones públicas.

Tres elementos desataron esta crisis: las impugnaciones contra candidatos en las facultades de Artes y de Agronomía y Zootecnia, que llevaron a la renuncia del presidente de la Junta Electoral, el decano de Educación Física, Rubén Taboada. En consecuencia, apareció el segundo elemento: inmediatamente el decano de Agronomía, Roberto Corbella, que es suplente de Taboada, pidió asumir en su lugar, con el apoyo de la decana de Psicología, Rosa Castaldo, que es apoderada de la fórmula al Rectorado de José Luis Jiménez y Hugo Fernández, de la oposición. El tercer elemento fue la presencia en la sesión de dos consejeros que estaban de licencia y pidieron asumir en el acto, mientras se encontraban sus suplentes en el Consejo. Había 33 consejeros en vez de 31. Adela Seguí, decana de Derecho y también apoderada de la fórmula opositora, planteó que el derecho de los consejeros licenciados –Leandro Schrotlin y Matías Naufe- era superior a las potestades del Consejo Superior, por haber sido nombrados en el colegio electoral. Seguí dijo que esas cuestiones “administrativas menores” podían llevar a judicializar el tema si no se los reincorporaba.

Como reacción, varios consejeros reclamaron que no se habían dado los pasos administrativos para que se reincoporasen. Ahí pasaron a sesión secreta –donde hubo bastantes tensiones, según se supo-, la que cayó por falta de quórum tres horas después, cuando se retiraron los consejeros opositores.

¿Qué importancia tenía que asumieran dos consejeros cuando sólo falta una sesión del consejo superior –la del martes próximo- y toda esta camada será reemplazada después de las elecciones, el 19 de mayo? La interpretación es que se trata de saber quién encabezará la Junta, y se supone que debería ser uno de los pocos decanos que no son candidatos. Y entonces viene la pregunta: ¿por qué renunció Taboada? ¿Porque debía definir las impugnaciones en Artes y Agronomía? ¿O porque tuvo presiones más fuertes? Él adujo razones de salud suya y de su esposa. Dijo que el médico le advirtió que bajara un cambio. ¿No sabía de la virulencia de la campaña, una característica de los comicios en esta universidad?

“No hay otro tiempo que el que nos ha tocao,/ acláreles quién manda y quién es el mandao”

Y con respecto a los consejeros de la discordia, ¿no sabían ellos ya hace tiempo que habían sido reemplazados? Julieta Migliavaca asumió en reemplazo de Matías Naufe en la sesión de hace 15 días, momento en que ya comenzaba a insinuarse en redes, por izquierda, la campaña virulenta. ¿Por qué eligieron volver en un momento de conflicto? Y lo hicieron acompañados por una escribana externa a la UNT, lo que provocó bastante enojo. Y por otra parte, ¿No lo sabía el oficialismo? Todo suena, por lo menos, como infatuado, como si se inflara con cierta motivación cuestiones que en otro momento se hubieran resuelto sin mayores problemas.

“… que nadie conoce al vecino,/ (…) que no hay quien confíe en su hermano,/ que la tierra cayó en manos/ de unos locos con carnet.”

Luego está la complicación que envuelve al decano Corbella. Aunque debió saber que podría tener este problema cuando lanzó su candidatura, fue absorbido por la paradoja. Dijo a LA GACETA que entendía que había incompatibilidad entre ser candidato y ser autoridad electoral. En la reunión extraordinaria se sentó de buen humor como si se fuera a resolver el asunto. A él y a cualquiera que asuma en la presidencia en la Junta Electoral, los comprenderá el síndrome Calpurnia, que es que no sólo deben ser honestos, sino también parecerlo. Pero no se llegó siquiera a plantear el asunto y tampoco se retiró el pedido en la Junta de que asuma como presidente. Al parecer, ya no valía la pena. Pero queda la imagen del conflicto.

 “Y si no tuviera en su mano/ poner coto a tales desmanes,/ mándeles copiar cien veces: “esas cosas no se hacen”.

¿Qué pasará el martes, en la reunión normal? ¿Se aflojará la tensión después de que el candidato opositor a Rector, Jiménez, dijo que “están plagando todo este proceso de irregularidades” y la candidata oficialista a vice, Mercedes Leal, dijo que “la estrategia de judicializar todo es la menos democrática que existe”? Los equipos se han presentado como ejemplo del nuevo tiempo de disputa electoral, con la idea de dejar atrás las manchas que enlutaron otros procesos, alguno de los cuales está todavía en proceso judicial. No parecen estas escaramuzas alcanzar gravedad como para llegar a un punto sin retorno. Pero estamos en el comienzo de la campaña; falta poco menos de un mes para la asamblea crucial y por debajo de la superficie competitiva se insinúa la batalla solapada, empachada de supuestos intereses políticos que no se han dado a conocer claramente.

“Gracia que espera merecer/ del recto proceder,/ de quien no suele llamarse a engaño,/ a quien Dios guarde muchos años, Amén”.

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