El puente carretero sobre la vieja ruta 38 (provincial 301) está saturado de vehículo y de emergencias. Los vecinos sólo disponen de esta estructura para comunicarse con las localidades del sur –Arcadia y Concepción, principalmente- y los riesgos del paso se incrementan en estos momentos en que comienza a la zafra y circulan constantemente vehículos de gran porte, tanto de transporte de caña como de limón. Tan como se ve en las imágenes publicadas por nuestro diario, el angosto puente es un “cuello de botella” por el que circulan vehículos grandes, medianos y pequeños, así como ciclistas y transeúntes y también carros de tracción a sangre.
La ruta 38 es angosta y las banquinas no están mantenidas. Hubo en el sector varios accidentes que causaron honda conmoción, como el de mayo de 2019, cuando un automóvil embistió a jóvenes que circulaban en moto y que caminaban por la banquina. Hubo dos muertos, uno de ellos el mismo conductor del auto, que se quitó la vida. Un año antes, en mayo de 2018, una rastra cañera embistió sobre el mismo puente a una pareja de motociclistas, causando su deceso.
La situación de riesgo se agudizó hace dos años, cuando una creciente arrastró la estructura metálica del viaducto sobre el río, ubicado a poca distancia hacia el oeste, que servía de alternativa de ingreso y salida a la población. La opción que queda es que los pobladores se trasladen 12 km hacia el norte, hacia Monteros, por donde pueden desviarse hacia la ruta 38 nueva y desde allí arribar, por ejemplo, a Concepción, con al viaje habitual a “La perla del sur”, distante 18 km de Río Seco. Esto implicaría un recorrido de 42 km.
Por esta razón el paso está saturado. “Transitar en motocicleta o en bici se constituye en un peligro tremendo. Y son las principales víctimas de los siniestros viales. El puente metálico nos servía para evitar el puente que quedó y que también un tiempo corrió riesgo de ser destruido por las crecientes. Si eso sucede alguna vez, vamos a tener que dar la vuelta por Monteros”, expuso el vecino Luis Juárez. Cuando cayó el puente metálico, hubo momentos de tensión porque parte de la estructura de hierro puso en riesgo el viaducto sobre la ruta. Los trabajos que se hicieron fueron para sacar los pedazos de metal. Ninguna autoridad se planteó -que se sepa- de la necesidad de restaurar el viejo puente. Un vecino dice, precisamente, que “urge que se construya un paso alternativo aunque no más sea para los vehículos livianos. Hay mucha gente que expone su vida al salir a trabajar o hacer diligencias a Concepción en motos o bicicletas”. Cabría pensar en las opciones que se pueden estudiar –mejorar la ruta, ampliar el puente, arreglar el viejo viaducto, buscar otros pasos- y llevar a cabo para resolver o morigerar este “cuello de botella”, que afecta las actividades de Río Seco –unas 10.000 personas-. Sobre todo porque se percibe que la estructura sobre la ruta 301 tiene deterioro y si hubiera que clausurarla (como ocurrió hace unos años en Lules) se generaría una emergencia de proporciones para la población.