Una iniciativa vecinal en Santa Ana, digna de imitar

01 Junio 2022

Es la industria sin chimeneas. La frase se escucha con frecuencia a la hora de definir el turismo, que es, por cierto, uno de los motores en la economía no solo de muchos países, también de algunas provincias argentinas, que explotan sus bellos paisajes, así como su valioso patrimonio histórico. El buen estado de la red vial, la infraestructura en el lugar que se desea promocionar, son muy importantes. Quienes van Europa, suelen visitar los museos, las catedrales y bibliotecas antiguas, por ejemplo, con el deseo de conocer diversos momentos de siglos de la historia. Es decir que la cultura es una gran atracción.

Pensemos cuál es la bienvenida que le damos a un visitante cuando ingresa a nuestra provincia o a nuestra capital. Seguramente, la basura esparcida por todas partes lo sorprenderá negativamente. Más allá de las críticas a las distintas administraciones de gobierno que habitualmente se hacen, las ciudades son el espejo de sus moradores, si estos no la cuidan, la ensucian, vandalizan los espacios públicos, mostrará su falta de educación cívica, de respeto por los otros. Vivimos quejándonos de todo, como si la responsabilidad fuera de los demás y pocas veces pensamos en lo que cada uno puede hacer por mejorar la calidad de vida ciudadana.

En el ámbito de la gastronomía, se suele decir que un plato de comida seduce por los ojos, es decir por su presentación, del mismo modo, si una ciudad luce limpia, con los frentes de sus edificaciones cuidados, causará no solo una buena impresión en los huéspedes, sino que sus habitantes se sentirán mejor al vivir en un sitio agradable.

En septiembre pasado, los vecinos del barrio Nuestra Señora de Luján, de Santa Ana, se unieron para arreglar y embellecer el frente de sus casas, la iglesia y la escuela. “El abandono o falta de aprecio a lo que tenemos, a lo que nos cobija o a nuestro suelo, es revelador. Es lo que deprime. A veces esto se da también por falta de recursos o por acostumbrarnos a vivir esperanzados en que el Estado nos brinde la solución. Y cuando eso no sucede debemos poner en práctica nuestras ganas de vivir mejor. Vamos a tener un pueblo que nos haga sentir orgullosos. El Luján va a transformarse en un barrio colorido, que transmitirá entusiasmo”, dijo en la oportunidad un comisario retirado, el impulsor de la iniciativa.

Los vecinos contaron que cuando se lanzó la iniciativa, el primer problema fue la falta de recursos, se propuso entonces el lanzamiento de una rifa, y con lo recaudado compraron pintura y materiales de la construcción. “Este es un pueblo de muchos años y que desde el cierre del ingenio nunca logró salir de la postración. La falta de trabajo hace estragos. De ahí la enorme cantidad de obreros golondrinas que tenemos. Y el drama de la gente se refleja en las condiciones de vida. Las ganas de salir adelante tienen que comenzar por nosotros. Y de ahí que nos pusimos de acuerdo para trabajar en el embellecimiento de nuestro barrio”, dijo un morador. Hasta la fecha, según contó el comisario jubilado, ya van arreglando 170 edificaciones, entre viviendas, dos escuelas y dos capillas. “Es para embellecer nuestra casa. Es que la gente, por más humilde que sea, tiene derecho a vivir dignamente también. Los chicos que van a la escuela hacen tareas en grupos y al ver las casas pintadas las ilustran lindas”, contó recientemente.

En estos tiempos de manos tendidas, siempre atentas al asistencialismo del Estado, esta iniciativa en el sufrido pueblo de Santa Ana, cuyos vecinos han decidido movilizarse para mejorar su calidad de vida, es digna de imitar. Se suele decir que la caridad empieza por casa.

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