Estrategias frente a la violencia en el deporte

03 Junio 2022

Los hechos violentos en el deporte en general, y en el rugby en particular, por el último incidente en Cardenales, no dan tregua. Es cierto que se está trabajando, que hay esfuerzos mancomunados para darle a la situación una solución, a la par de una respuesta a la sociedad. Pero también está claro que queda mucho por trabajar, por parte de la dirigencia y de los cuerpos técnicos de los clubes. La formación de los jugadores, no sólo pensando en su aspecto físico, debe ser una tarea en la que nadie claudique ni ceda terreno.

Lo sucedido recientemente en la cancha del “Purpurado” se agrega a una preocupante lista de hechos que nada tienen que ver con el deporte. La gresca producida al final del partido de Primera entre el local y Jockey Club trajo una vez más a la mesa de debate la cuestión sobre la violencia. No tan lejanos en el tiempo quedaron los incidentes que involucraron a juveniles de Los Tarcos y de Lince en una pelea en el campo de juego que trascendió fronteras. Aquella vez, la Unión de Rugby de Tucumán tomó medidas: suspendió a los jugadores por 80 días. Los clubes involucrados tomaron también medidas disciplinarias con ellos y con los responsables. Pero no todo quedó en sanciones. También se elaboró un plan de concientización, con charlas sobre violencia. Como un hecho extra, se zanjó el conflicto con una cena de la que participaron ambos planteles bajo un clima de armonía.

Este parece ser el camino. Que los referentes deportivos se ocupen y abran una línea de acción cunde como ejemplo para todos. No debe ser tomada como una salida mágica ni eventual, sino que se la debe mantener en el tiempo, con la lógica que estas situaciones necesitan.

La estigmatización instalada hace rato en la opinión pública con respecto a lo que sucede en el deporte de la ovalada es parte del problema. Nada justifica que se llegue al extremo de los golpes de todo tipo entre jugadores. Pero si sólo nos quedamos en la declamación y/o comentario despectivo, en la agresión que involucra cuestiones amplias como clases sociales, formación, aprendizaje y estilos de vida, vana ayuda se le da a un asunto delicado.

Que la violencia no es ni de lejos exclusiva del rugby es una verdad irrefutable: los incidentes se producen con lamentable frecuencia en otros deportes, casi en exclusividad en los colectivos.

En el suplemento deportivo de LA GACETA se reflexionó sobre el tema. Entre otras cosas, se dijo que las personas no se vuelven violentas por jugar al rugby o a un deporte de contacto. “Esa es una mirada simplista y prejuiciosa, que se niega a ver que la violencia está enquistada en la sociedad misma. La vemos a diario en la calle. Los deportes son una de las mejores herramientas que tenemos para combatirla. De hecho, en el caso del rugby, las asperezas propias del juego están contenidas dentro de un reglamento. Todo lo que las exceda es contrario al espíritu del rugby”, se publicó.

Este tipo de incidentes representa un llamado de atención para todos. Para los jugadores, porque deben enseñar con el ejemplo. Para aquellos entrenadores y padres que ponen al resultado por encima de la diversión y el aprendizaje. Para los espectadores que aumentan la temperatura del conflicto con cánticos provocadores, a la par de faltarles el respeto a los rivales y al árbitro. Para los terceros, que en foros o redes sociales vuelcan en palabras su propia violencia, la mayoría de las veces sin conocimiento de causa. Sigamos trabajando con firmeza. En capacitaciones, enseñanzas, controles, filtros y medidas. Que quienes hoy están mentalizados en que ese es el camino para resolver estos hechos de violencia, mañana sean más.

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