Entrevista Camila Perochena, la autora de "Cristina y la historia"

La historiadora rosarina acaba de publicar el libro en el que rastrea el uso que el kirchnerismo, y particularmente la Vicepresidenta de la Nación, hizo y hace del pasado.

05 Junio 2022

“Mirar lo que Cristina dice de la historia te sirve para entender lo que ella piensa de la política, cómo el uso de la historia le sirve para legitimar las políticas del presente, para construir una identidad política kirchnerista y para controlar la interpretación de sus propios actos. Es decir para ubicar al kirchnerismo y puntualmente a su gobierno dentro de la historia argentina y cómo espera ella que el kirchnerismo sea recordado en ese contexto”, introduce Camila Perochena al hablar del libro Cristina y la historia (Crítica), en el que aborda, a partir de la recurrencia discursiva de la ex presidenta a determinados tópicos (revolución de Mayo, Belgrano, Rosas, Malvinas, peronismo, los 70, el neoliberalismo, etcétera), la operación de reescritura de la historia argentina que realiza.

- Nicolás Shumway en La invención de la Argentina lee cómo la creación de distintas ficciones orientadores permiten la construcción de Argentina como Nación. Y ese concepto parece flotar en el libro.

- (Eric) Hobsbawn usa la expresión “inventar tradición” cuando se refiere al nacionalismo. ¿Para qué busca tradiciones? Para darles a las naciones raíces históricas, inicios épicos, y eso es lo que por lo general intenta la memoria a diferencia de la historia. Yo hago una diferenciación entre historia y memoria. La memoria busca crear identidades, es una mirada del pasado más militante, más emocional que racional. Al hablar de memoria me parece que hablamos de identidades y siempre en la creación de esas identidades implica un moldear el pasado, implica cierta creación, cierta invención.

- En el libro aparece la memoria y también se menciona la política del olvido.

- Un par de décadas después de la Segunda Guerra Mundial aparece una idea que es la del deber de memoria. Se la empieza a considerar necesaria moralmente para no repetir los errores del pasado. Yo creo que esa idea de la memoria como un imperativo moral, es algo a lo que el kirchnerismo adscribe, es algo en lo que cree, y esto se contrapone a lo que muchos otros gobiernos consideran que es la necesidad del olvido. Necesario para poder sostener la democracia, para poder reconciliar una sociedad. Por ejemplo, en el caso del menemismo en 1989, ese olvido se hace necesario en un contexto difícil para poder sostener la democracia después del alfonsinismo. Pero Menem no es el único, fue la opción más común en esa época en los contextos de transiciones entre dictaduras y democracias en Latinoamérica.

- Emmanuel Taub, en La palabra y la errancia, entiende que al escribir uno se inscribe en la historia.

- Es también una voluntad por parte de Cristina Kirchner de inscribir al kirchnerismo, a su movimiento y a su gobierno, en la larga historia argentina. Y no solo inscribirlo sino en parte mostrar al kirchnerismo y lo que se proponía hacer como algo inexorable en la historia. Cristina decía que ella venía a cumplir con las promesas incumplidas de mayo de 1810. Sostenía que la Historia argentina había sido una Historia de 200 años de fracasos y divisiones. Hay una idea un poco teleológica. ¿Y cómo se inscribe ella en la historia argentina? Se inscribe como punto de llegada de los revolucionarios de 1810.

- Ese concepto de revolución inconclusa transporta a la novela La revolución es un sueño eterno, de Andrés Rivera…

- Ese es el título original de ese capítulo. No lo dejé porque se podía malinterpretar pero justamente lo que busco mostrar es cómo para el kirchnerismo hay una concepción de la revolución, que es que la revolución fue derrotada en diferentes momentos de la Historia. 1852 y la caída de Rosas, para Cristina, es uno de esos momentos, pero después ella retoma esa idea de revolución para la década del ’70 con la derrota de ese segundo momento revolucionario y lo que ella busca retomar es ese sueño incumplido. Entonces ella se presenta como heredera de esa revolución como sueño eterno.

- En Cristina y la historia, además de trabajar con los discursos de ella te detenés en acciones como la creación del Instituto Dorrego y el Museo del Bicentenario.

-Esa observación me parece importante porque yo no solo estudio los discursos. Estudio también los nuevos feriados que se inscriben, los guiones de los nuevos museos y -algo que me parece clave- los rituales políticos, la escenificación de la historia. No es solo un intento de transmitir la épica de forma discursiva sino de escenificar esa épica. El desfile del Bicentenario, los actos por la Vuelta de Obligado, los actos por el día de los Derechos Humanos, el retorno de la Fragata Libertad.

Son todos rituales políticos en los que se buscó transmitir -como dijo Javier Grosman, responsable de estos actos- “un relato épico, ético y estético”. No solo Cristina hacía política recurriendo al pasado, hacía política escenificando ese pasado.

- La figura de Juan Manuel de Rosas ocupa un capítulo entero…

- En el rosismo es donde ella busca dar una batalla contra lo que ella llama la historia mitrista o liberal. Ella sostiene que viene a reescribir la Historia. No es una Historia tan nueva la que ella cuenta sino que retoma una tradición que tiene casi un siglo, que es la tradición revisionista. Ella moldea un Rosas que es más de la memoria que de la Historia. Sostiene que era un héroe nacional, defensor de la soberanía nacional, federal e industrialista. Quiere remarcar estas dimensiones para identificarse con esos aspectos del rosismo. Si uno lo mira desde la Historia, hay que matizarlo mucho.

- En lo que respecta a la Revolución de mayo no difiere mucho de la visión mitrista.

- Ni las interpretaciones revisionistas ni Cristina ponen en cuestión la interpretación mitrista de la Revolución de mayo, que es la idea de que en 1810 nació la Nación y de que los revolucionarios de 1810 tenían un plan preconcebido de independencia para construir la nación argentina. Es una interpretación de la Historia que hoy los Historiadores discuten y presentan otra versión (que en 1810 no nació una Nación argentina o una identidad nacional, y que aquellos revolucionarios tampoco tenían un plan preconcebido; ni siquiera la mayoría quería la independencia sino que estaban tutelando la soberanía del monarca).

- Hay un posicionamiento como en el discurso de Mauricio Macri en el Bicentenario de la Independencia.

-En principio el macrismo buscó diferenciarse del kirchnerismo en relación de estos usos del pasado y lo hizo hasta tal punto que decidió ignorar o no hablar del pasado. Una de las pocas ocasiones que lo hizo fue en ese contexto de la Independencia donde presentó esta visión contrapuesta que es que los héroes dudaban, dijo que estaban angustiados. Que en parte la historiografía podría estar de acuerdo. Pero esa visión del pasado te quita épica y eso hace que el mito fundacional pierda fuerza.

- El libro comienza con la declaración de Cristina Fernández en los Tribunales Federales en 2019.

-Creo que “a mí me absolvió la historia y a ustedes los va a condenar la historia” es una frase que condensa varios aspectos del imaginario kirchnerista y del rol que Cristina le da a la historia. En primer lugar, lo que muestra es que para Cristina hay dos fuentes de legitimización de su poder: una es el pueblo y la otra, la historia. Una son los votos y la otra es cómo uno se inscribe en esa historia. Y en esa frase pone en juego algo en lo que insistió a lo largo de su gobierno, que es tratar de mostrar al poder judicial como ilegítimo, asociado a los golpes militares. Y eso no solo lo sostuvo en los discursos, sino que también lo escenificó en el desfile del Bicentenario.

FLAVIO MOGETTA

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