Un “manual” para vivir entre algoritmos

La ficción suele, en muchos casos, ofrecernos algunas pistas para pensar el vínculo que desarrollamos con las tecnologías. Un simio descubre que un hueso puede ser una herramienta o un arma, un robot cobra vida y quiere destruir a la raza humana o un hombre descubre el amor de su vida en una computadora. A lo largo del tiempo, esas narrativas intentaron explicar diferentes estadios tecnológicos en los que pareciera que nuestra realidad se transforma a partir de la evolución de esas máquinas. Sin embargo, la mayoría de las películas o series que consumimos han estado sesgadas por una mirada determinista de los artefactos, como si ellos cobraran vida por sí mismos y desde afuera nos transformaran.

Esos relatos distópicos además sirvieron en los últimos años para explicar cómo se relacionan las innovaciones tecnológicas con determinados ámbitos de la vida social. Por ejemplo, la manipulación de los algoritmos en la política, la transformación del conocimiento a partir de la inteligencia artificial, o la expansión de las noticias falsas en el ámbito de la salud. La perspectiva instrumental ha sido predominante en los análisis y muchas veces, más que problematizar los fenómenos, han reducido su complejidad para buscar causas y consecuencias de rápido acceso.

Este escenario es uno de los principales motivos por los cuales Pablo Boczkowski y Eugenia Mitchelstein, dos investigadores argentinos, decidieron publicar su reciente libro “El entorno digital: Breve manual para entender cómo vivimos, aprendemos, trabajamos y pasamos el tiempo libre hoy”, editado por Siglo Veintiuno. El texto es una propuesta para abordar el mundo de máquinas, teléfonos y códigos en el que coexistimos desde nociones académicas, pero con un abordaje accesible y pragmático. La idea de “manual” no pretende solucionar los dilemas que desvelan dichas innovaciones, sino más bien acercarnos una serie de conceptos para pensar nuestra relación con el mundo digital mucho más reflexivo y crítico.

Los autores parten de la idea de que el entorno digital se suma a otros ámbitos sociales en los que ya convivíamos antes de la emergencia de las tecnologías de comunicación: el rural y el urbano. Pero el digital “es todavía nuevo y evoluciona rápidamente”, apuntan en su libro. Además precisan que los tres entornos están interconectados y que la pandemia por la covid-19 no hizo más que acelerar las relaciones entre estas esferas. Es decir, nos movemos entre estas dimensiones de una forma dinámica y también conflictiva.

Con este punto de partida, Boczkowski y Mitchelstein analizan distintas esferas de la vida social como la política, las instituciones, el ocio, la educación, las relaciones o las noticias. Pero para no caer en una propuesta determinista, los autores advierten que el entorno digital despliega cuatro características que hay que considerar a la hora de su abordaje. En primer lugar apuntan la idea de totalidad, es decir, existe un “sistema global de posibilidades técnicas y sociales interconectadas que interviene, directa o indirectamente, en casi todas las facetas de la vida cotidiana”. Los dispositivos y plataformas despliegan sin dudas una infraestructura tan compleja que sus mediaciones interpelan desde la intimidad del individuo hasta sus relaciones con todo el entorno social. En segundo lugar, los académicos plantean la noción de dualidad, con la que pretenden explicar cómo el entorno digital se percibe muchas veces como una entidad autosuficiente, ajeno a las personas, cuando son ellas las creadoras y transformadoras de las capacidades técnicas.

El tercer aspecto del entorno digital propuesto por los autores es quizás uno de los aportes más importantes para pensar algunos fenómenos que estamos atravesando actualmente y es la centralidad del conflicto social. El rol de las personas en esta dimensión hace que sus intereses estén siempre presentes, muchas veces contrapuestos que hacen inevitable la confrontación. Si bien el conflicto siempre estuvo presente en los entornos predecesores, el digital está caracterizado por su desarrollo en un mercado altamente concentrado. Y finalmente, el cuarto aspecto es la indeterminación ya que es imposible prever los resultados del impacto tecnológico. Por todas las características anteriormente descritas, esta esfera está en constante transformación, es indeterminada.

La mirada de Boczkowski y Mitchelstein es una invitación a enriquecer el análisis de las tecnologías y de nosotros como sujetos activos del entorno que caracterizan. Un escenario que no es ajeno de las diferentes contingencias que inquietan, de manera permanente, las arenas movedizas en las que nos movemos entre dispositivos y relatos que nada tienen de ficción.

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