SAN PABLO, Brasil.- La legalización de la minería en tierras indígenas y otras áreas protegidas de la selva amazónica de Brasil llevaría a miles de kilómetros cuadrados a más deforestación, según un estudio publicado en una revista especializada.
El presidente Jair Bolsonaro ha pedido nuevas explotaciones mineras en áreas protegidas de la selva, con el argumento que la minería informal debe ser legalizada para ayudar a sacar a la región de la pobreza.
Los defensores de la legalización sostienen que la industria estaría más regulada y, por lo tanto, conservaría la cobertura de la selva tropical. Los autores del estudio, publicado en la revista “Nature Sustainability”, demostraron que tales políticas acelerarían la deforestación que alimenta el cambio climático.
El trabajo consiste en un modelo de lo que sucedería si se abrieran a la minería 10 zonas de los estados norteños de Amapa y Pará, entre las que se encuentran la Reserva Nacional del Cobre y Asociados, de acceso prohibido, dos territorios indígenas y varias reservas naturales.
Eso permitiría explotar unos 242 yacimientos más de oro, cobre y otros minerales, según el estudio. Pero ese desarrollo también llevaría a la deforestación de unos 7.626 kilómetros cuadrados (un área equivalente a todo el norte de Tucumán) en los próximos 30 años.
Los investigadores compararon esa cifra con los 4.254 kilómetros cuadrados de deforestación estimados si las protecciones continúan en su forma actual. “El estudio esboza el tamaño del daño que puede ocurrir si este gobierno sigue promoviendo la minería en las áreas protegidas”, dijo Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia.
La construcción de nuevas rutas y caminos para llegar a las minas permitiría a los madereros ilegales, a los acaparadores de tierras y a los ganaderos un acceso más fácil a sectores aún intactos de la selva.
La destrucción potencial sería aún mayor si se aplica la misma metodología en toda la Amazonia, según Juliana Siqueira-Gay, ingeniera ambiental y autora principal del estudio. Las nuevas zonas de explotación minera se encuentran en algunas de las áreas más biodiversas del planeta y sólo deberían abrirse si se se establecen planes para evitar esta destrucción adicional, dijo.
Philip Fearnside, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia, dijo que el estudio aporta información al debate político, al cuantificar lo que está en juego, pero sostiene que los autores del estudio deberían recomendar directamente que la zona no se abra a la minería. (Reuters)