Presencia del General San Martín en Tucumán

12 Agosto 2022

Elena Perilli de Colombres Garmendia

Presidenta Junta de Estudios Históricos de Tucumán

La figura de José de San Martín ha quedado instaurada y afianzada desde hace muchos años en la historia argentina como Padre de la Patria. Interesa ahondar en su estadía en Tucumán.

En diciembre de 1813, Belgrano solicitó al Triunvirato su relevo al mando del Ejército del Norte y fue designado el Coronel José de San Martín para reemplazarlo. El Alto Perú era más que el camino de acceso al territorio enemigo, un obstáculo insalvable, como lo probaban las terribles derrotas sufridas por los patriotas. San Martín manifestó su resistencia a reemplazar a Belgrano, pues no quería rebajar su autoridad, pero el Triunvirato le hizo saber que era solicitud del mismo General, su relevamiento.

Llegó a Tucumán en enero 1814 tras entrevistarse con el general Manuel Belgrano. Habían mantenido contacto epistolar respetuoso y afectivo; le sustituyó en el mando del Ejército Auxiliar del Perú, que había sufrido las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, y se encontraba desanimado y sin fuerzas. A ello se sumaba el contexto internacional y el caos interno. De inmediato, se abocó a la tarea de reorganizar las fuerzas, no podía perder un solo hombre y en los cinco meses que estuvo en Tucumán, poniendo a prueba sus condiciones organizadoras y de mando logró su objetivo.

A partir de enero de 1814, se había creado la Comisión Directiva del Interior, delegada del Poder Central, con el objeto de asegurar la presencia de una autoridad respetable, que con presteza, remediara los problemas. Esta Comisión colaboró activamente con San Martín y puso especial énfasis en proveer un hospital militar en la ciudad para asistencia y curación de la tropa y de los que resultaran heridos. Se proponían remediar los males y restablecer el orden.

Con la llegada de San Martín la ciudad se pobló de un considerable número de hombres que había que alimentar y vestir y alojar. El gobernador Aráoz dispuso todo lo preciso, carretas y útiles y las autoridades locales debieron reunir dinero El Poder Central enviaba fondos a la Caja Militar o Nacional, bastante exiguos por cierto, pero era necesario la colaboración de Tucumán. El pago de sueldos y a los inválidos dejó las arcas vacías y hubo que recurrir a empréstitos. No sólo era necesario el dinero, también ganado, alimentos, vestuario, cubrir urgencias como las que requería instalar un hospital militar para asistencia de la tropa. El enemigo triunfante, sobre el norte argentino, debió retroceder como consecuencia de las hábiles maniobras de San Martin, sostenida por las guerrillas de Güemes, en Salta; pero la situación era muy difícil, ambos contendientes se disputaban el Alto Perú.

El General, desde su llegada, estimuló a los tucumanos, a sus soldados y subordinados suavizando la gravedad de la situación. En una proclama del 30-I-1814, les decía:

Valientes tucumanos: los lances de la guerra han traído a vuestro seno, los soldados de la Patria, con quienes os inmortalizasteis el año anterior. Tucumán es el teatro de los héroes. Yo os felicito ya por los triunfos memorables que nos esperan. El enemigo, humillado en vuestro recinto, recuerda con honor el nombre tucumano, la sangre, la ruina y la desolación de vuestro pueblo, ocupa su atención primordial. Haced conocer al mundo que en vuestros hogares está fijado el dique que debe contener su irrupción. Constancia, unión tucumanos y apareceremos invencibles. Yo vengo a trabajar entre vosotros. Fijad en mis deseos y en los esfuerzos que os prometo, las esperanzas que os da un compañero. Unido al ejército de mi mando con vosotros ¿tendrá la Patria a quien temer? (Leoni Pinto, 1978).

De inmediato San Martín se abocó a la tarea de disciplinar las tropas, y sobre todo de sus oficiales. A Aráoz de la Madrid , capitán de caballería, lo nombró su ayudante de campo y debió apreciarlo mucho porque al alejarse de Tucumán le regaló una espada que había servido en San Lorenzo. Al gobernador Bernabé Aráoz, lo distinguió con su amistad e hizo un elogio extraordinario al Director Posadas, lo calificó como “el sujeto más honrado que se conoce en toda la provincia”.

Construyó un recinto fortificado, la Ciudadela, o “Ciudad pequeña” (actual Plaza Belgrano) donde concentró las fuerzas e impuso orden.

He dispuesto la construcción de un campo atrincherado en las inmediaciones de esta ciudad, que no solo sirva de apoyo y punto de reunión a este ejército,, en caso de contraste, sino que me facilite los medios de su más pronta organización ( Lizondo Borda, 195, Mitre,1890).

Dirigió a sus superiores un plano sujeto a escala, del campo atrincherado realizado por el ingeniero Enrique Paillardelle. A fines de abril ya estaría construida la Ciudadela; el terreno era llano y en él se trazó un pentágono regular, con sus correspondientes bastiones y de dimensiones proporcionadas, esto es una estrella de cinco puntas. La mano de obra fue la tropa bajo el mando de los jefes y muchos de los materiales se traían gratis por requisiciones. Comprendía cuatro manzanas de terreno, situadas en la actualidad entre las calles Jujuy por el este, Alberdi por el oeste, Bolívar por el norte, y avenida Roca por el sur, quedando su centro en el cruce de las calles Rioja y Rondeau, todo rodado por un foso. El plano se perdió.

San Martín la utilizó para reorganizar su ejército, evitar la deserción y para distraer a los espías de los españoles. Hizo correr rumores acerca de una nueva ofensiva patriota en el Alto Perú y alentó la guerra de guerrillas en Salta y Jujuy.( Páez de la Torre, 1987)

Después, la Ciudadela se abandonó y cuando en 1816, la ocupó Belgrano, solo fue para hacer cuarteles donde acantonó al ejército y construyó su casa muy cerca de ella.

Nada le era ajeno al general, atendía diversos problemas. Bajo su responsabilidad funcionaron tres hospitales militares, la Casa de la Pólvora, la Maestranza de Artillería, la Fábrica de Fusiles,el Parque de Artillería, el Escuadrón de Milicias de Salta, la División e Artillería de la Patria, el Regimiento de Granaderos a caballo, el Regimiento de Dragones el Batallón de Tropas Ligeras, el Batallón de Cazadores, el Regimiento de Infantería Nº7, la Maetranza de Carpintería , el Cuartel de Reclutas y la Casa de Desertores.

Manuel Lizondo Borda sostiene que en Tucumán San Martín emprendió la tarea de organizar un ejército profesional, aquí inició los trabajos que después alcanzaría su máxima expresión en Cuyo. Afirmó que en Tucumán, San Martín concibió su plan para vencer a los españoles que amenazaban por el norte, por otro camino más largo y peligroso, pero más lógico, por Chile, para llegar al Perú. Igual tesis desarrolla Leoni Pinto.

La enfermedad Su alejamiento

Hacia fines de abril de 1814 se generalizó el rumor que aquejaba al general, una dolencia en el pecho. Narra el general Paz que no salía de su casa en muchos días, la retreta no tocaba a su puerta para no incomodarlo y se guardaba silencio sobre su salud. San Martín padecía de asma, desde sus tiempos de oficial en España; y en Tucumán tuvo vómitos de sangre con dolores de estómago, de origen gástrico, por una úlcera estomacal o duodenal.

Se alojó durante este tiempo en la estancia La Ramada, a siete leguas de la ciudad. Le acompañaban su médico, Guillermo Collisberry, un par de asistentes y algunos pocos oficiales. Se afirma que era de Cossio pero, se trata de un error; su dueño por entonces era Pedro Bernabé Gramajo, casado con Dolores Molina. No existe la casa donde se alojó San Martín, la actual edificación es muy posterior. Es probable que su emplazamiento fuera el mismo que la primera vivienda.

Se afirma también que el General descansó junto a un añoso algarrobo que se halla junto al edificio. San Martín permaneció en la Ramada de Abajo, Burruyacu, durante mayo de 1814, hasta que estuvo bastante restablecido. A fines de ese mes, se alejó hacia Santiago del Estero y luego a Córdoba. Las tropas permanecerían hasta el 9 de noviembre de 1814.

Desde Mendoza San Martín, mientras preparaba el cruce de los Andes, no olvidaba la defensa del norte y el papel central de Tucumán. En su correspondencia con el Director Pueyrredón y luego con Godoy Cruz, manifestaba interesantes opiniones.

Una vez constituido el Congreso, San Martín, al igual que Belgrano, bregó por la inmediata declaración de la independencia, culminando la revolución y como punto de partida de la guerra que emprendía.

Por ello celebró con júbilo la Declaración de la Independencia y se aprestó para seguir con sus planes. Y aunque era republicano por inclinación y principios, aceptaba la monarquía, como la mejor solución para este pueblo que dudosamente podía constituirse con un gobierno puramente popular, ya que faltaban elementos sociales y materiales

A modo de conclusión puede afirmarse que San Martin preparó en Tucumán un plan de operaciones fundamentalmente defensivo. Esto posibilitó que la acción del gobierno nacional se dirigiera al frente oriental y aseguró en Tucumán la frontera, impidiendo a los realistas avanzar hacia Buenos Aires. A J. Pérez Amuchástegui afirmó:

Este plan de San Martín cuya elaboración contó con el experimentado asesoramiento de Belgrano, Güemes, Dorrego y Guido, tuvo el éxito que él se propuso.... Cuando el general realista (Pezuela), con el fin de detener la ofensiva patriota que creía inminente, avanzó hasta Jujuy, se vio imposibilitado de actuar por cuanto la acción de Güemes en Salta y la de Arenales en Valle Grande (en el Alto Perú), resultaba perniciosa para su ejército. Además el fortalecimiento del ejército patriota en Tucumán le hizo comprender la imposibilidad de llevar a cabo un ataque exitoso contra esa ciudad, y todas estas circunstancias le obligaron a replegarse con el grueso de sus fuerzas al Alto Perú. (Pérez Amuchástegui, 1976).

En Tucumán realizó parte de la tarea de organizar un ejército profesional. Bajo su mando hubo febril actividad y San Martín puso en práctica un plan defensivo, el único posible dada la situación militar. Tucumán fue el límite septentrional de la revolución impidiendo la avanzada realista.

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