Cuentos para entregarse al goce de la lectura

Narrativa que trabaja con historias preexistentes.

14 Agosto 2022

COMPILACIÓN

CINCUENTA PASTILLAS

LUCAS DANIEL COSCI

(La Papa - Tucumán)

La narrativa de Lucas Cosci trabaja con historias preexistentes. En ocasiones, esas historias provienen del mundo de la literatura. Ciertos textos, ciertos vínculos entre escritores, ciertas imágenes de autores motivan la escritura. Así, la estadía increíble del polaco Gombrowicz en Santiago del Estero es el punto de partida de esa novela fascinante que es 1958. Estación Gombrowicz (Edunse, 2015). Y las circunstancias que rodean la venta de una primera edición de Fervor de Buenos Aires ponen en marcha Ciudad sin sombras (Edunse, 2018), una novela donde el lenguaje de Borges ingresa con una belleza y una fluidez notables: en los títulos, en la trama, en la voz de una suerte de avatar santiagueño de la figura del flâneur en el siglo XXI.

Lo mismo sucede con algunos cuentos de Cincuenta pastillas, libro que el sello tucumano La Papa acaba de editar. En “El lector del Ulises” un hombre se consagra a la tarea imposible de registrar “los sentidos infinitos” de la obra de Joyce en obsesivas anotaciones en los márgenes de cada libro del autor. El conmovedor “El silencio de la higuera” evoca el secuestro de Roberto Jorge Santoro en 1977, desde la mirada de un alumno de la escuela donde el poeta ejercía como preceptor. “Lejos, porque cerca ya no llego” ficcionaliza, sin nombres y apellidos, la noche en que Alejandra Pizarnik y Elvira Orphée juegan a los cadáveres exquisitos, horas antes del suicido de la poeta. “Fueron cincuenta pastillas”, es una de las frases finales del texto. De allí, el título elegido para el libro.

La construcción de las voces y de los puntos de vista es central en los relatos. Son construcciones muy diversas (la salvaje voz colectiva que ataca al ex compañero de colegio que se trasviste, en contrapunto con el castigo al indio de Sabagasta; el monólogo del verboso Luis Anselmo Valdivieso; la perspectiva del periodista censurado por el diario; la voz frustrada del profesor sometido al juicio de su alumno en el intento de escribir una novela de trama borgeana; la visión desencantada del nonagenario ex gobernante santiagueño en los minutos finales de su vida; el fluir de la conciencia del marido abandonado). Aun en los casos en que se narra desde una tercera persona, todo centro narrativo parece diluirse en el libro para dar lugar a esas miradas y esas voces, muy logradas y vívidas gracias a un trabajo fino con la oralidad y con el ritmo de la prosa. Quienes aman la literatura encontrarán en Cincuenta pastillas una experiencia de lectura gozosa.

© LA GACETA

SOLEDAD MARTÍNEZ ZUCCARDI

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