El deporte es salud. O debería serlo. La cuestión es que, para que esa máxima se cumpla, son necesarias ciertas condiciones de seguridad que no siempre se dan, tanto en la fase preventiva como en la de respuesta a los casos de emergencia. Esto último cobra una importancia aún mayor en los deportes de contacto, donde existe un mayor riesgo a la integridad física de quienes los practican.
A fines de junio, Jazmín García (jugadora de hockey del plantel superior de la división Celeste del Jockey Club) debió ser internada en terapia intensiva a causa de un bochazo en la cabeza que le provocó un traumatismo craneoencefálico. Ante la falta de una ambulancia, la joven de 18 años debió ser trasladada en forma particular a un sanatorio, donde permaneció tres días en coma inducido hasta que pudo estabilizarse y comenzar su recuperación.
Un mes después, Jazmín hizo pública a través de LG Deportiva una carta abierta en la que compartió sus sensaciones a lo largo de aquel difícil momento y señaló ciertas medidas que podrían tomarse para hacer del hockey un deporte más seguro.
Por caso, que la Asociación y los clubes hagan las gestiones necesarias para garantizar asistencia médica en todas las canchas; que en todos los casos se exija la existencia de elementos de emergencia como camillas, cuellos ortopédicos y desfibriladores; que el público y todas las personas involucradas en cada juego respeten las medidas de seguridad; que haya una mayor capacitación de los árbitros para sancionar jugadas riesgosas y capacitación sobre responsabilidad civil deportiva.
Sin dudas, es fuerte hablar de riesgo de vida cuando se trata de un deporte que practican miles de personas en Tucumán, incluso niñas y niños. Sin embargo, por incómodo que resulte, lo peor que se puede hacer es mirar hacia el costado y hacer de cuenta que el problema no existe o taparse bajo la excusa de que estos incidentes son poco frecuentes.
Porque cuando efectivamente ocurren, sobreviene el lamento por lo que pudo haberse hecho para evitarlo y las promesas que al poco tiempo se van disolviendo en el olvido. Hasta que vuelve a pasar.
Ciertamente, este no es un debate nuevo en el hockey. Por un lado, el escenario ideal de una ambulancia con personal médico especializado en todos los partidos choca con la realidad: el costo por hora dicha cobertura resulta prohibitivo para la gran mayoría de los clubes, y aunque no lo fuera, tampoco hay tantas ambulancias para cubrir por completo la actividad deportiva que se desarrolla cada fin de semana en Tucumán. No obstante, eso no impide tomar otras medidas como las propuestas por Jazmín en su carta y solicitadas también por muchos padres.
También está la cuestión del fondo solidario que actúa como seguro y cuyo monto máximo de $ 65.000 (que no se ha actualizado pese a la inflación) resulta a todas luces insuficiente para cubrir los gastos médicos de casos incluso bastante más leves que el de Jazmín.
En estos supuestos, son los padres los que deben solventar los costos (honorarios, internación, medicamentos, estudios y demás) o depender de una buena obra social, algo que no está al alcance de todos.
Es no solo necesario sino también urgente que la Asociación y los clubes paren la bocha un momento y se reúnan para hablar seriamente del tema de la seguridad y qué se puede hacer para evitar más incidentes como el de Jazmín.