Invasión de Rusia a Ucrania: una guerra de desgaste que ya lleva seis meses

El conflicto tras la invasión de Rusia a Ucrania causó miles de muertes, el desplazamiento de millones, e impactó en la economía mundial

DEMOLICIÓN. En Mariupol están tirando abajo los edificios que sufrieron lo peor de los bombardeos, para evitar que caigan sobre los transeúntes. DEMOLICIÓN. En Mariupol están tirando abajo los edificios que sufrieron lo peor de los bombardeos, para evitar que caigan sobre los transeúntes.
22 Agosto 2022

KIEV, Ucrania.- Cuando faltan dos días para que se cumplan seis meses del día en que Rusia lanzó su invasión sobre Ucrania, el pronóstico de que sería una guerra corta quedó en el olvido.

El enfrentamiento, que comenzó con lo que parecía un imparable avance ruso, se convirtió en una “guerra de desgaste”, gracias al apoyo que han dado las potencias occidentales a Kiev.

Numerosos analistas de política internacional no ven perspectivas de que el conflicto se resuelva en el corto plazo, aunque esbozan posibles escenarios para un desenlace. “Rusia tenía la ventaja ofensiva, pero en seis meses esa ventaja ofensiva se transformó en una guerra de desgaste. Y Ucrania sufre más que Rusia, pero puede pelear de la forma en que pelea porque Occidente está dispuesto a darle las armas para desgastar a los rusos en el plano militar”, manifestó el politólogo Juan Battaleme, especialista en política exterior y defensa, a la agencia estatal argentina Telam.

En un principio, parecía que Kiev, la capital de Ucrania, caería en unas semanas y que el gobierno de Volodimir Zelenski se vería obligado a salir del país y gobernar desde el exilio, o incluso que el presidente ruso, Vladimir Putin, podría instalar un gobierno títere o que al menos lejos de la influencia de Europa y de la alianza militar del Atlántico Norte (OTAN), ejemplificó el historiador Martín Baña.

La realidad es que ya van seis meses de conflicto y nada de esto sucedió. “Moscú no tomó Kiev, el conflicto se alargó y, sobre todo, no parece haber un final a corto plazo”, consideró este investigador del Conicet, que estudia la historia de Rusia y que se anima a conjeturar que la guerra continuará al menos el resto del año.

La resistencia ucraniana, que recibió un fuerte respaldo y asistencia militar de los países occidentales, especialmente de Estados Unidos, hizo que, en marzo, Rusia decidiera replegarse y concentrar su “operación especial” en el este, en la región limítrofe del Donbass, donde se ubican las provincias separatistas prorrusas de Donetsk y Lugansk, epicentro actual de los combates y mayormente bajo dominio ruso.

Ante el repliegue ruso, las tropas de Kiev avanzaron en las zonas que dejaron las fuerzas de Moscú e incluso reconquistaron territorios, como los de la provincia de Jersón, en el sur del país, perdidos al inicio de la guerra.

“A seis meses, los ucranianos, con sistemas de artillería de largo alcance, con mejor equipamiento, con algún equipamiento de base occidental ya orientado a pelear una guerra de desgaste, pueden eventualmente pensar algún tipo de operación de reconquista de una ciudad”, señaló Battaleme, sobre Jersón.

Un resultado similar es el que podrían buscar las tropas de Zelenski en Crimea, la península anexionada por Rusia en 2014, de gran valor estratégico y simbólico, donde en las últimas semanas se registraron una serie de explosiones consideradas como ataques ucranianos.

Pese a que en algún momento, mientras hubo diálogo entre las partes, se consideró la posibilidad de ceder a la exigencia de Moscú de reconocer a Crimea como parte de Rusia, Zelenski dejó en claro recientemente que en este momento la postura ucraniana es otra: “Esta guerra rusa contra Ucrania y contra toda la Europa libre empezó con Crimea y debe terminar con Crimea...con su liberación”.

Para las dos partes, perder Crimea es visto como una amenaza existencial, apunta el especialista en relaciones internacionales Federico Merke.

En esta “guerra de desgaste”, la gran duda es cuánto está dispuesto a ceder cada uno para poner fin al conflicto, que causó la muerte de miles de personas, el desplazamiento de millones, e impactó no sólo en la economía de los países en guerra, sino en todo el mundo, con altas cifras de inflación y amenaza de recesión.

“Daría la sensación de que Putin podría estar satisfecho controlando el territorio de Crimea hacia Donetsk y Lugansk por el sur de Ucrania y, si es posible, de ahí un poco más hacia el norte. Pero esto aún está lejos de concretarse porque Rusia está avanzando muy poco, de a metros. Y Ucrania ha podido recuperar algunos territorios y bloqueado el avance ruso en otros”, destacó Merke, que tampoco ve que una solución pacífica a corto plazo.

“Putin y Zelenski están más ocupados en ganar que en negociar un acuerdo. Mientras cada uno piense que puede ganar, los incentivos a negociar serán más bien bajos. Y mientras cada uno crea que escalando militarmente conseguirá mejores resultados que en la paz, la etapa de negociación estará lejos”, consideró.

El acuerdo alcanzado en julio para la salida de cereales de Ucrania, mediado por la ONU y Turquía y destinado a aliviar una posible crisis alimentaria global, puede servir para dar un respiro a la economía de ambos países, pero no parece ser un avance hacia una salida negociada del conflicto, estimaron los analistas.

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