Hombre ilustre que es respetado por sus cualidades y disfruta de especial consideración entre los de su clase o profesión. Ser elevado a la categoría de prócer, significa que se es digno de ser imitado por las acciones y la obra. Frecuentemente, se lo honra con algún busto o monumento, y resucita en algún discurso de ocasión, pero pocas veces es emulado. Hay muchos que son prácticamente desconocidos, incluso en su tierra natal. Un 29 de agosto de hace 212 años, Juan Bautista Alberdi vio la luz en San Miguel de Tucumán; su producción intelectual y artística fue notable: abogado, periodista, músico, compositor, autor de tratados jurídicos, de obras teatrales, ensayos políticos y sociales. Fue el inspirador de la Constitución nacional y uno de nuestros pensadores más importantes.
Se recibió en Córdoba de abogado; su tesis doctoral, “Fragmento preliminar al estudio del derecho”, que se publicó en 1837 es un tratado jurídico importante. En Buenos Aires estudió música, compuso y dio conciertos. En 1838, se acopló en Montevideo al movimiento de oposición a Juan Manuel de Rosas. En 1843 viajó a Europa, y a su regreso se radicó en Chile, donde trabajó como abogado y prosiguió su actividad literaria. Tras la caída de Rosas, escribió “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, obra que fue fundamental para la redacción de la Constitución de 1853. Justo de Urquiza lo nombró ministro de la Confederación en Europa en 1854, pero luego Bartolomé Mitre lo excluyó del cuerpo diplomático. Se radicó en Francia y defendió con sus escritos a Paraguay en la guerra de la Triple Alianza. Luego publicó “El crimen de la guerra”. En 1878 regresó al país y fue electo diputado al Congreso Nacional por Tucumán. Al cesar en sus funciones, una fuerte disputa con Mitre lo empujó a regresar a Francia, donde murió el 19 de junio de 1884, en Neuilly-sur-Seine, suburbio de París.
Su obra que abarca 16 tomos, es casi desconocida por los argentinos y por los tucumanos. Con aciertos y yerros, Alberdi fue, sin duda, uno de los principales constructores de la república. “El gobierno no ha sido creado para hacer ganancias, sino para hacer justicia; no ha sido creado para hacerse rico, sino para ser el guardián y centinela de los derechos del hombre, el primero de los cuales es el derecho al trabajo, o bien sea la libertad de industria… Por rico que un territorio sea, el pueblo que lo habita será pobre si no sabe sacar de su seno la riqueza que contiene en germen por la obra de su trabajo inteligente y enérgico. Enseñar al pueblo a crear la riqueza es enseñarle a ser fuerte y libre. La riqueza es poder y libertad... En efecto, ¿quién hace la riqueza? ¿Es la riqueza obra del gobierno? ¿Se decreta la riqueza? El gobierno tiene el poder de estorbar o ayudar a su producción, pero no es obra suya la creación de la riqueza”, afirmaba.
El prócer tucumano ideó un sistema representativo con renovación periódica; afirmó que el federalismo estaría condicionado por la relación entre Buenos Aires y el interior; defendió la independencia del Poder Judicial; fue partidario de la libertad de prensa y de conciencia como cimientos de la República.
Si se estudiara su obra en todos los ámbitos educativos de la provincia, es posible que en el futuro surja una clase dirigente más comprometida con la defensa de las instituciones y con la lucha por el bien común. “Pocas vidas más llenas de severas enseñanzas que la de Alberdi, que fue lo contrario de ese tipo argentino de político insustancial y estéril; que huyó de las falsas seducciones de la vida pública porque hasta su espíritu superior no podía alcanzar las disidencias mezquinas y perversas que dividen a los hombres y a las generaciones”, escribió Juan B. Terán, el fundador de la UNT. El mejor modo de homenajearlo a Alberdi es estudiarlo. De ese modo, su pensamiento seguirá vivo y no seguirá eternizado en el bronce o en la piedra.