Legó tanta música esencial que vivirá en la eternidad pese a que murió cuando tenía solo 35 años. Poco antes Wolfgang Amadeus Mozart había compuesto La Flauta Mágica, que se estrenó el 30 de septiembre de 1791 con libreto de Emanuel Schikaneder.
La compleja obra, que recrea la lucha entre el bien y el mal, el amor por el humanismo y por el idealismo, el deseo de alcanzar la verdad, la justicia, la fraternidad y la sabiduría, es una de las más importantes en la historia de la ópera y de la música, y abrirá hoy una nueva edición del Septiembre Musical.
La función será a las 21, en el teatro San Martín (av. Sarmiento 601). Se repetirá mañana y el sábado a la misma hora y el domingo a las 20, siempre con entrada libre y gratuita.
La producción del Ente Cultural involucra cuerpos artísticos de la Provincia: Orquesta y Coro Estable, Coro de Niños, Ballet Contemporáneo, Escuela de Circo y Grupo de Teatro de Niños.
La dirección general es de Jorge Bulacia Soler; la régie, de Nicolás Aráoz y la dirección del Coro Estable, de Ricardo Sbrocco.
Los roles protagónicos principales son cubiertos por dos elencos alternativos, y los numerosos solistas constituyen casi un elenco paralelo. De La Plata vinieron los cantantes invitados Marisu Pavón, Laura Pisani y Sebastián Sorrarain. En tanto los solistas tucumanos son Iván Vega (en el rol principal de Tamino en ambos elencos), Josefina Viejobueno (como Pamina en un elenco y Papagena en el otro), Patricio Racedo, Emilia Suárez, Ramón Poliche, Marcelo Oppedisano (Satastro en ambos elencos), Fernando Valero, Valeria Albarracín, Lisel Althaus y Soledad Labanda, Paula Lozano, Claudia Manrique, Richard Mendoza y Andrés Guerrero. Oscar Buriek es el pianista acompañante. Soledad Alastuey es la asistente de régie; el diseño de vestuario es de Sandra Mora; el diseño escenográfico, de José Jiménez y la puesta en video, de Juan y Matías Guerra.
Punto de vista I
Ambientes y emociones
En Flauta Mágica encontramos un Mozart maduro musicalmente y de una grandeza inigualable.
Los protagonistas requieren gran destreza vocal porque el compositor incorpora numerosos efectos y registros muy extremos, como se puede apreciar, por ejemplo, en la famosísima aria de la Reina de la Noche.
A través de la música el compositor caracteriza tanto personajes como situaciones, y emplea diversos medios estilísticos, como canciones, arias líricas, arias de coloratura, recitativos acompañados, números concertantes, coros y fragmentos instrumentales que describen los ambientes y las emociones que propone esta magnífica ópera.
JORGE BULACIA SOLER - Director general
Punto de vista II
Lo onírico, la alegría y la tristeza
La puesta en escena tiene que ver con lo onírico. Hay una mirada muy amorosa en relación con el teatro, y con los grandes teatros de ópera, como el San Martín. Partimos de esas ideas, con la alegría desenfrenada y a la vez con la tristeza y la angustia de alguien a quien se le está acabando la vida, como al joven Mozart.
Todos los elementos se combinan en un planteo audiovisual que estamos realizando hace meses; con la escenografía corpórea que me propuso José Jiménez, que tiene mucho que ver con los juguetes y que remite a los sueños de los niños. El vestuario tiene una influencia oriental que es parte del guión original. Por supuesto, está el trabajo actoral con intérpretes maravillosos, tanto los invitados como los locales, así como el esfuerzo de cada uno de los intervinientes en esta propuesta descomunal.
NICOLÁS ARÁOZ - Régisseur
Sinopsis
En un bosque imaginario y atemporal
El argumento se desarrolla en un bosque imaginario y en una época atemporal, en dos actos. Tamino debe salvar a Pamina, hija de la Reina de la Noche, que ha sido secuestrada por el malvado Sarastro. Ayudado por una flauta mágica y por el cazador de pájaros Papageno se adentra en el territorio de Sarastro. Allí se da cuenta de que en realidad es la Reina de la Noche quien encarna el mal. Para rescatar a Pamina, Tamino debe enfrentarse a una serie de pruebas. Una vez superadas y derrotada la Reina, al fin logra reunirse con su amada y, siguiendo la tendencia de las óperas de la época, se produce un final feliz en el que el bien triunfa sobre el mal.