Una ruta que obstaculiza el desarrollo ordenado

01 Septiembre 2022

Respirar aire más puro, observar el cerro casi encima de la ventana de casa, convivir con un entorno menos urbano sin alejarse del todo de los principales centros comerciales de Yerba Buena y de Tafí Viejo. Estos son algunos de los atractivos que impulsan a cada vez más personas a mudarse a la zona de Cebil Redondo. Esta comuna pedemontana está adquiriendo interés en el mercado de los emprendimientos inmobiliarias de distinto tipo. Sin dudas, se impone la necesidad de generar orden en el desarrollo para que en el futuro no se lamenten las consecuencias.

En los últimos años, la cantidad de loteos se ha multiplicado. Entre barrios privados y vecindarios abiertos, el panorama se ha ido transformando. Predios que hasta no hace mucho eran fincas de limones, hoy están ocupados por viviendas de distinto tamaño. Sucede que esta zona del Gran San Miguel de Tucumán está recibiendo familias de diversos poderes adquisitivos que, en muchos casos, buscan salir de los nudos urbanos donde reinan el ruido, la contaminación y la falta de ámbitos de esparcimiento. Los barrios cerrados más emblemáticos son los que se encuentran sobre Camino del Perú, en la zona conocida como La Cartujana, y los que están junto al canal Caínzo.

Según reveló el delegado comunal de Cebil Redondo, Fabián Assán, a sus oficinas llegaron pedidos para 10.000 nuevos lotes. Esta cifra confirma el interés que despierta la zona. Ahora bien, en Tucumán sobran ejemplos que demuestran que el crecimiento sin planificación sólo garantizar problemas a futuro. Por eso es importante revisar varios aspectos. En primer lugar, la accesibilidad de Cebil Redondo plantea un problema no menor. La ruta 315, también conocida como Camino del Perú, comunica esta zona con Tafí Viejo, con Yerba Buena y con San Miguel de Tucumán. Es decir, todo aquel que quiera dirigirse hacia allí debe usar esta arteria. Hay algunos pocos y precarios caminos que atraviesan las fincas, pero no constituyen alternativas válidas.

El problema es que, como se dijo tantas veces en este mismo espacio, la ruta 315 ha quedado obsoleta. Es como mínimo preocupante que, a lo largo de los años, no haya progresado al menos una iniciativa para ampliar su capacidad. Anuncios políticos hubo varios; avances concretos, ninguno.

La angosta y vieja traza que ya soportaba el tránsito pesado típico de una zona productiva, ha sufrido el notable incremento de autos, camionetas y motos que trae aparejado el crecimiento urbano. Hay momentos del día en los que la circulación es tan caótica que realmente es un milagro que no ocurran tragedias de manera casi permanente. Un ejemplo: el momento más complicado del día en la zona de los barrios Altos del Cevil 1 y 2 se da entre las 7.30 y las 8.30, cuando la mayor parte de los vecinos intenta tomar la ruta para ir a trabajar o para llevar a los chicos al colegio. Lamentablemente, los inspectores que ordenan la circulación llegan al lugar cerca de las 9, cuando la intensidad del tráfico ya ha mermado. A los problemas que representa el tránsito, también hay que sumar otros inconvenientes que se van revelando a medida que la población se multiplica: los problemas en el suministro de agua potable, las deficiencias en la red cloacal, la falta de pavimento, el deterioro y la capacidad reducida de los canales que reciben el agua en tiempos de tormentas, la inseguridad y un largo etcétera. Lograr un desarrollo ordenado debe ser trabajo de todos: emprendedores y gobernantes, pero especialmente de estos últimos, que deben planificar y establecer las reglas de juego, siempre inspirados en la responsabilidad y el compromiso con el futuro de la comunidad.

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