La odisea de atravesar los accesos a la capital

06 Septiembre 2022

Ingresar en vehículo a San Miguel de Tucumán es un tormento. Ya sea de día o de noche. Pero en plena oscuridad, es similar a entrar en la boca del lobo. Quienes llegan por vía aérea salen del aeropuerto y deben cruzar la ciudad de Alderetes para llegar a la plaza Independencia. La oscuridad domina todo ese trayecto de esa ruta en la que nadie parece hacerse responsable. El camino sin iluminación se convierte en una odisea en el cruce del puente sobre el río salí. Lo mismo sucede en la zona del acceso Norte, por ruta nacional 9. El tramo de entrada a la ciudad (que une Las Talitas con San Miguel de Tucumán) supo estar iluminado en otros tiempos. Pero la falta de mantenimiento dejó a oscuras toda esa zona. Lo peor es que algunas luminarias parecen de una discoteca por como prenden y apagan a la espera de que algún municipio renueve las lámparas.

El domingo a la noche, el acceso norte mostraba una oscuridad absoluta en la ruta nacional 9. Mientras un extenso desfile de automovilistas regresaba a la capital tucumana. Otros, quizá, era visitantes. Imaginemos que alguien llega por primera vez a Tucumán por vía automovilística. ¿Qué imagen se llevará de la provincia?

Descontrol en el tránsito, mal aspecto, peligro, agua sucia y más. Los accesos a la capital son lamentables. A pesar de las críticas que se repiten año tras año, la situación no cambia. Hay diferencias, eso sí: unos están en peores condiciones que otros. Y la mayoría de los accesos a la ciudad parecen una invitación a que los turistas sigan de largo.

Basurales inmensos, pavimento en mal estado e inseguridad vial son escollos que deben sortear los que arriban a la zona metropolitana. Si nos ponemos en el lugar de un turista. Con solo recorrer unos pocos kilómetros en taxi, el Jardín de la República genera sorpresas, pero no son muy gratas.

Durante el trayecto puede encontrarse con un carro tirado por un caballo que transita por el medio de la ruta. Sus ocupantes acaban de arrojar su carga de escombros en la banquina. El taxi avanza y llega al puente Ingeniero Barros, que une la ciudad de Alderetes con la capital. El olfato se pone alerta. Sin dudas es un paisaje duro y desagradable. Así es como la ciudad recibe a quienes la visitan. En este marco, las medidas como la puesta en funciones del acceso por San Cayetano que hizo la Municipalidad capitalina terminan siendo apenas paliativos.

La falta de luminarias en condiciones contribuye a la inseguridad vial. Estos son algunos de los escollos que deben sortear los que arriban a la zona metropolitana. Todos los años las mismas críticas, porque nadie se hace responsable. Los accesos a una ciudad son su carta de presentación. Constituyen la primera impresión que se lleva el viajero de su paso por un territorio y, en muchos casos, termina siendo la que perdura con más insistencia.

A este escenario negativo se suma que varias de las avenidas y calles que conectan las principales rutas con el Gran San Miguel de Tucumán presentan diferentes grados de deterioro, no sólo en las calzadas, sino también en los entornos. Baches, obras que están inconclusas durante semanas e incluso meses, inseguridad, suciedad, oscuridad, falta de señalización... Estos son algunos de los problemas con los que se encuentran quienes transitan por estos lugares.

Los tucumanos estarán agradecidos de que, una vez por todas, los municipios que forman parte del ingreso a la capital conformaran un organismo multisectorial que se ocupe de estos temas. Engrandecer, progresar, evolucionar y recuperar el sello de Jardín de la República implica asumir esta realidad para empezar a modificarla.

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