Consideraciones sobre Juan Bautista Alberdi

08 Septiembre 2022

Graciela Martínez Aráoz  

Secretaria a/c Asoc. Sanmartiniana de Tucumán

Cada año se suceden las conmemoraciones que permiten “marcar rumbos y tomar ejemplos para construir el futuro”. Recordamos ahora, y para J. B. Alberdi, algunas de ellas, partiendo del valioso editorial de LA GACETA (30/08). En 1960, con motivo del “Sesquicentenario del natalicio del prócer”, fueron brillantes las ceremonias en la “Semana de Alberdi” (23 al 29 de agosto de 1960). Una publicación recuerda aquellos actos y las personalidades, miembros de honor, instituciones adheridas, etc., en un abanico de loables realizaciones para el ilustre tucumano. En ese momento, el presidente del Instituto Alberdiano era Manuel Lizondo Borda y accedemos al conocimiento de todos sus integrantes con sus acciones valoradas y enriquecedoras. Luego siguieron, y hasta el día de hoy, los acontecimientos de diversas entidades, y del Colegio de Abogados de Tucumán, el cual luce sus obras dedicadas a quien fue llamado “Arquitecto de la República… constructor de la nacionalidad…”. Agregamos el pensamiento del Dr. Alfredo Palacios, quien, en 1949, expresó: “…nacido en Tucumán, donde se declaró la Independencia, donde el cosmopolitismo no ha ahogado el sentimiento nacional… Alberdi, quien en América por primera vez enunció la idea de la justicia internacional proclamando una ley moral entre las naciones…”. A estos conceptos nuevamente los proclamó en 1960 al presidir en Tucumán el Congreso Nacional de Derecho de Trabajo… y con sus definiciones sobre Alberdi y la ciencia del Derecho (Fac. de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT).

En esta ocasión, solo mencionamos algunas notas de tres investigadores: Manuel Lizondo Borda, Oscar A. Fonio y Carlos A. Luque Colombres. El primero de ellos, en 1960, publicó su libro sobre la vida y obra de Alberdi, organizando en seis partes la trayectoria de su existencia, tarea que es norte en la investigación de los historiadores. El. Dr. O. A. Fonio, en 1964, publicó: “El hijo de Alberdi”, colocando sorprendentes documentos, abriendo cauces para la investigación. En cuanto al Dr. C. Luque Colombres, el estudio y transcripción de numerosas correspondencias se encuentran en su libro “Alberdi y los Aráoz” (1986). Una significativa conclusión surge de este análisis de la familia alberdiana y de sus mensajes: la rama materna de Alberdi con sus parientes (los padres fueron Salvador Alberdi y Josefa Aráoz Balderrama): “…en la Patria o desde ella, le acompañaron y reconfortaron en su vida y en la solitaria vejez…”; lo apoyaron y estimularon en su juventud y madurez. En este lineamiento, solo nos detenemos en las misivas de tres de sus sobrinos: Guillermo, Benjamín y Luis Felipe Aráoz Ormaechea Saravia. Es muy amplio el epistolario que da a conocer Luque Colombres. Ellos se preocuparon por la salud de su tío Juan Bautista y le informaron de numerosos acontecimientos sociales, civiles, políticos, etc., que nos acercan al conocimiento del núcleo familiar, reflejando situaciones que emocionan. Es así que Guillermo le escribe con datos de sus hijos y sobrinos; le anoticia además de un pueblo que lleva el nombre de Alberdi, cerca del río Paraná, asimismo, una arteria en Tucumán con su nombre (actual calle Alberdi). Por su parte, Benjamín, estudiante de medicina en ese momento, en 1877, escribe una carta que permite ver “la trascendencia del pensamiento alberdiano y su vigencia en el tiempo”. En ella habla de habla de J. M. Estrada, profesor de Historia y Derecho Constitucional, quien “hacía una propaganda habilísima en favor del gran publicista y llevaba a leer a los alumnos sus obras”, agregando: “hoy no hay joven de nuestra universidad que no reverencie el nombre de Alberdi… Todos buscan sus escritos que, por desgracia, escasean en nuestras librerías…”. Benjamín continúa con otras consideraciones y, en cuanto al “estado de nuestra joven República”, y comparte esta opinión en cuanto a que: “Alberdi fuese llamado el Lerminier argentino”, pues así como Savigny inspiró a Lerminier en las lecciones con que enseñó a la Francia a conocer la esencia del Derecho, de igual modo, la lectura de Lerminier despertó en Alberdi el conocimiento de nuestro verdadero destino”. Para Estrada, las palabras vibrantes de Alberdi “en sus escritos y sus sentencias -cuya paternidad nos desdeñaría Séneca…” fueron algunos de los conceptos transmitidos por este distinguido educador.

Esta carta y sus enunciados nos recuerdan al sociólogo francés Jean Jaurès (1859-1914), quien calificó las obras de Alberdi como “propias de espíritus superiores que integran el tesoro común de la humanidad”. “Sus escritos, las Bases, sobre todo… deben clasificarse al lado de las obras de Tocqueville, Laboulaye y, por ciertos capítulos, al lado de Montesquieu…”. Allí ubicaba Jaurès las producciones de nuestro prócer, quien “tuvo el pensamiento fijo en la entraña de la Patria… con una finalidad, la grandeza de su país…”. Retomando el análisis de las cartas de sus sobrinos, Luis F., abogado y profesor, dejó en sus memorias significativos pensamientos, preocupado por la salud y el regreso de su tío, ya que “todos desean conocerle”, uniendo datos a cerca de numerosas consideraciones afectivas. En cuanto a Manuel, el hijo de Alberdi, con sus sentimientos filiales, será el encargado de reunir y publicar las certificaciones de su padre, los “Escritos Póstumos”, desde el tomo I al XI, no pudiendo continuar pues murió el 9 de abril de 1900. Siguió esta compilación el Sr. Cruz, hasta el tomo XVI. En 1920, con el título “Obras completas” aparece una edición, revisada y ordenada por Joaquín V. González.

A través del tiempo y hasta hoy, su figura sigue orientando a los argentinos de bien que tienen presentes sus variadas y fundamentales enseñanzas que nos brinda con perdurabilidad y vigencia sorprendente el genial tucumano. Al morir Juan Bautista (19/06/1884) en Francia, Theodore Mannequin le escribió un artículo en el Journales des Economistes (París), recordado algunos hechos del “Insigne ciudadano del Plata” y agregaba: “Una prosperidad incomparable en la América española ha sancionado la política basada en las ideas de Alberdi, pero este hombre de bien, que jamás sacrifico un deber a sus intereses, solo ha gozado con el corazón: acaba de morir pobre o casi pobre. Y habría podido enriquecerse fácil y honradamente: estaba demasiado ocupado con las cosas de su país para eso…”. A esta publicación, Adolfo Posadas en 1913 agregaría: “Considerando ahora desde estos tiempos ya, la labor de Alberdi, su personalidad se acentúa y gana. Los problemas por el planteados o vistos aún están puestos… sus ideas no han muerto… Sus consejos con acompañan todavía…”.

En 1934 en Tucumán, Manuel Lizondo Borda compuso la letra del himno para Alberdi y la melodía fue elaborada por E. M. Casella. Unos años después, el poeta Eduardo Joubin Colombres le dedicó un soneto a su memoria. Concluimos estos modestos conceptos, expresando que, en esta historia del pasado, “las múltiples creaciones literarias en honor a Alberdi, junto a las poesías y el himno con su música suave y su cántico, representan en nuestras vidas… puntos de encuentros… tal como, cadenas que eslabonan símbolos perdurables… de encuentros profundos…” a considerar siempre para engrandecer a la Patria.

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