Hace poco más de dos semanas, el presidente de la Unión de Rugby de Tucumán (URT), Santiago Taboada, reveló que en un lapso de aproximadamente 20 días -a partir de entonces- podría haber novedades acerca de un tema del que desde hace tiempo se viene charlando pero siempre por lo bajo, fuera del radar de la oficialidad: la posibilidad de una franquicia profesional de rugby con base en Tucumán. Si el pronóstico fuera certero, dichas novedades deberían conocerse entre esta semana y la otra. La URT espera definiciones por parte de la UAR, aunque si por primera vez se habló oficialmente del tema es porque las tratativas están cuanto menos avanzadas.
El anuncio se realizó casi de manera casual durante la presentación del amistoso entre los seleccionados mayores de Tucumán y Córdoba, con el que se buscaba darle un soplo de vida a ambos equipos, huérfanos de competencia oficial desde la desaparición del tradicional Campeonato Argentino en 2017. Precisamente, ese amistoso podía funcionar también como una especie de termómetro para medir el interés del público en ver en acción a los Naranjas y respaldar así los continuos pedidos a la UAR de reflotar el histórico campeonato de uniones provinciales.
La respuesta del público fue buena, pero no apabullante: poco más de 2.000 espectadores en cancha de Los Tarcos. Teniendo en cuenta que muchos habían ido a ver a los juveniles que jugaron los partidos preliminares, y que una semana antes esa misma cancha lucía desbordada de gente durante la final del Regional, la sensación fue de gusto a poco. Y eso que Tucumán es tal vez la provincia que mayor apego siente por su seleccionado. La URT no ha perdido oportunidad de pedir que se reconsidere la posibilidad de restablecer el Argentino, pero a la UAR sigue firme en su postura de no poner un peso más en un torneo que ya no considera atractivo para el público, para los sponsors y para las nuevas generaciones de jugadores. Esto último es un aspecto clave: a diferencia de lo que sucedía en otros tiempos, hoy muchos de los jóvenes que eligen jugar al rugby no lo ven como un simple deporte, sino como un modo de vida. Y cada vez son más los que ven en la pelota ovalada una puerta de salida hacia algún otro país con economía más estable y mejores perspectivas a futuro.
Justamente, para tratar de contrarrestar ese fenómeno emigratorio hacia ligas europeas, es que se creó la Superliga Americana (SLAR), el primer torneo sudamericano de franquicias profesionales.
Y allí es donde intenta entrar Tucumán. La baja de la franquicia colombiana Cafeteros Pro (en la que varios tucumanos tuvieron su primera experiencia como profesionales) abrió una vacante que podría ocuparse con una segunda franquicia argentina, aparte de Jaguares XV. Y dado que Tucumán es la plaza rugbística más importante del interior, resulta muy interesante como posible sede esa nueva franquicia. Sin embargo, dado que por estatuto el profesionalismo está prohibido en el rugby tucumano (impedimento que también pesa sobre otras uniones que compiten por ese lugar, como Rosario), la URT podría participar solo como “facilitador”, mas no como propietario parcial o total de la franquicia (se haría con capitales privados).
Si bien a nivel mundial se reconoció hace casi tres décadas, en Argentina la palabra “profesionalismo” sigue sonando herética para muchos, quienes temen que esa nueva forma atente contra el mayor tesoro del rugby nacional: los clubes. Sin embargo, se trata de un debate necesario, porque el tiempo corre y la realidad cambia. Y si algo nos ha enseñado la historia es que lo que no evoluciona, tarde o temprano perece.