Grecia: entre la belleza y el horror

18 Septiembre 2022

Por Jaime Nubiola

Para LA GACETA - TESALÓNICA (Grecia)

La pasada semana tuve ocasión de visitar Grecia por primera vez en mi vida. Estuve dos días en Atenas y cuatro en Tesalónica, la segunda ciudad del país, capital de la Macedonia y cuna de Aristóteles.

El motivo de mi viaje era la participación en el XV Congreso Mundial de Semiótica que reunió a más de 600 estudiosos de numerosos países, también de la Argentina. Fue realmente interesante el contenido intelectual del congreso, pero -como decía en la inauguración el presidente de la Asociación, el británico Paul Cobley- todavía era más importante la amistad y el encuentro afectuoso después de varios años de pandemia y aislamiento.

Me emocionó muy especialmente la visita previa a Atenas. Me alojé en un viejo hotel muy céntrico en el que desde la ventana de mi habitación ¡veía la Acrópolis! Echarse a dormir con la maravillosa imagen en la retina de la Acrópolis, maravillosamente iluminada, fue para mí un placer intelectual inigualable.

En mi primer día en Atenas pude visitar la Acrópolis y ver de cerca el Partenón y el Erecteion, donde se encuentran las famosas Cariátides. Al subir a la Acrópolis el visitante advierte que está ascendiendo a una montaña sagrada. En su entrada puede leer el siguiente letrero: “La Acrópolis y los lugares arqueológicos que la rodean, el corazón de la antigua Atenas, es el lugar en el que emergieron los aspectos más esenciales de la identidad europea: Democracia, Filosofía, Teatro, Ciencias, Artes. Está en la lista de los lugares del Patrimonio de la Unión Europea por el significativo papel que ha jugado en la historia y cultura de Europa. Europa comienza aquí”. Me impresionó ese letrero. En una primera lectura podría parecer arrogante, pero simplemente es así. Con Homero, Platón, Esquilo, Pericles, Aristóteles, Fidias y tantos otros griegos, unos ilustres y otros anónimos, nace la cultura europea que ha llenado el globo. No eran mejores que nosotros, pero se empeñaron en que el mundo fuera más razonable, más bello y más amable, y por eso merece la pena unirse a esa magnífica tradición.

Al día siguiente me encantó la visita al moderno Museo Arqueológico de la Acrópolis. Ha sido construido en última instancia con la finalidad de que el British Museum no pueda seguir justificándose en que no hay en Atenas un lugar adecuado para devolver los mármoles arrebatados por Lord Elgin entre 1801 y 1812. Se trata de un largo contencioso. En marzo de 2021, Boris Johnson rechazaba rotundamente la devolución de esos mármoles: “El Gobierno del Reino Unido tiene una posición firme de antiguo sobre esas esculturas. Fueron adquiridas legalmente por Lord Elgin bajo las leyes de su época y han sido propiedad legal de los trustees del British Museum desde su adquisición”.

Tesalónica es una ciudad de diseño moderno, ya que dos tercios de ella fueron arrasados por un incendio en agosto de 1917. Resurgió literalmente de sus cenizas con un estilo amplio y moderno, gracias a la restructuración que llevó a cabo el arquitecto francés Ernest Hébrard. De mi estancia allí, además del amable congreso y de la cordialidad de sus gentes, me quedo con el hermoso azul del mar Egeo y con el Museo de la Cultura Bizantina, que reúne maravillas artísticas del siglo IV hasta el XIX.

También visité en Tesalónica con enorme emoción el Museo Judío que honra la memoria de los 50.000 judíos sefarditas -originarios en su mayor parte de España y que hablaban judeoespañol- deportados a Auschwitz-Birkenau y exterminados allí, tras la ocupación del norte de Grecia por Alemania  en 1941. En su libro Si esto es un hombre, el escritor italiano Primo Levi evoca al grupo de supervivientes: “Griegos, inmóviles y silenciosos como esfinges, agazapados detrás de las escudillas de potaje denso”. Se trataba de los últimos miembros de la comunidad sefardí todavía vivos cuando Levi llega en febrero de 1944.

En síntesis, me impresionó la admirable belleza de la escultura y arquitectura clásicas griegas, pero sobre todo me impactó el contraste de tantas obras bellas con el horror del Holocausto y de las guerras.

© LA GACETA

Jaime Nubiola - Profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, España. ([email protected]).

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