Fútbol: “La idea de erradicar la violencia es utópica"

La ONG “Salvemos al Fútbol” estudia la problemática desde 2006

 Diego Murzi Diego Murzi
22 Septiembre 2022

En el año 1922, un 30 de julio, se registró la primera muerte en el fútbol argentino. El 12 de septiembre de 2022 fue la última. La estadística pertenece a los datos recopilados por “Salvemos al Fútbol”, la Organización No Gubernamental (ONG) que, desde 2006 estudia la compleja problemática que la violencia generó en el deporte más popular del mundo. La lista de víctimas de la ONG está en su web y totaliza 345 personas. Cierra el tristísimo listado Manuel Alejandro “Berenjena” López, el hincha de San Martín asesinado a 150 metros del estadio, horas antes de que el “Santo” recibiera a Belgrano. Diego Murzi, presidente de “Salvemos al Fútbol” fue consultado por LG Deportiva sobre el hecho y el presente general de un flagelo que sigue golpeando letalmente al deporte más popular.

- Lo de López ¿cómo lo analizaron?

- Por lo menos parece extraño que un partido se juegue después de que una persona se muere antes de que empiece. Por otro lado, haciendo un análisis más frío, tiene que ver con una naturalización que no genera empatía, ni siquiera en los funcionarios. La segunda explicación que puedo encontrar, es que muchas veces las autoridades de seguridad hacen una evaluación de lo que puede causar suspender un partido con toda la gente dentro de la cancha. Esa fue un poco la explicación que dieron, aunque lo hicieron desde un lugar despersonalizado y frío.

- La Policía aclaró que, por una cuadra y media, el asesinato se produjo fuera del anillo de seguridad.

- Hay una gran discusión en relación a lo que corresponde a la seguridad del fútbol y qué queda afuera. Se puede pensar que lo que ocurre lejos del anillo de seguridad ya no forma parte del operativo, pero eso es medio engañoso. Dividiría el problema en dos: por un lado, lo que tiene que ver con la organización del evento (dinámica de masas, por donde sale o entra el público, los cacheos) y por el otro, una cuestión de inteligencia criminal, que tiene que ver con la propia acción de las barras. Lo que hay es una doble dimensión, difícil de coordinar, pero obviamente necesaria. En este caso no sé si se puede hablar de una falla en el operativo, diría que no.

- ¿Qué impacto causa en la sociedad el número de la lista de víctimas?

- Hice un estudio de seguimiento de lo que son los crímenes en el fútbol y de lo que me doy cuenta es que se fue perdiendo cierta empatía social sobre esos crímenes y que no van a mover la aguja de la opinión pública, sino simplemente van a quedar como vinculados a la inseguridad. Creo que con el hincha de San Martín pasó eso: rápidamente se entendió que era una muerte por una pelea de la barra y no generó mucha conmoción, si sé que en Tucumán movió la aguja, pero en el resto del país fue noticia de un día. Fue más noticia que se haya jugado el partido en sí, que el crimen. Hay una naturalización de las víctimas en las canchas, pero cuando se trata de barrabravas. Si muere un hincha que no lo es, algo que no pasa hace mucho, eso si genera conmoción.

- Desde que formaron la ONG ¿en qué medida lograron lo que se propusieron?

- Pretender desarticular la violencia es un objetivo demasiado grande. Lo central del mensaje de “Salvemos al Fútbol” es que la violencia no puede pensarse como el producto de un actor, de la barra, en este caso. Sino que tiene que pensarse como una condición estructural del fútbol argentino donde todos los actores participamos (hinchas, dirigentes, policías, periodistas). La idea es instalar que la violencia es una construcción general del fútbol argentino y está en su cultura. De a poco esas ideas que nosotros vehiculizamos, aparecen cada vez más en el repertorio de funcionarios, de periodistas, de hinchas.

- Realizaron un estudio en el que analizaban los casos extranjeros. Especifican que “no todo lo que viene de afuera es mejor”.

- Lo que se hace en otros países puede tomarse para dar alimento a la imaginación de lo que se podría hacer acá, pero de ninguna manera hay que pensar que, copiar una receta tal cual, va a funcionar. Acá la seguridad es reacción, represión, cercamiento, poco margen de maniobra para los espectadores y no se piensa en el bienestar, sino solo en la seguridad. En otros países, se pensó en el diálogo con los barras, con los hinchas, pensar al simpatizante como un ciudadano con derechos y no solo como un sujeto riesgoso.

- ¿Qué característica tiene la violencia en el fútbol argentino?

- En Argentina, las barras son un actor integrado, no institucionalizado, clandestino si se quiere, pero sí mantiene claramente nexos: relaciones de intercambio con actores de poder (la Policía, dirigentes políticos, sindicales y deportivos). Eso no ocurre en Europa o por lo menos sucede de manera muy tenue. La barra en Argentina para mí tiene una condición extraña: por un lado es un actor central de los estadios (organiza la fiesta, arma las canciones, lleva la voz cantante, tiene negocios, habla con los dirigentes y jugadores, tiene capacidad de movilización) y por otro, es un actor no declarado, no es que alguien quiere estar “pegado” a la barra por decirlo de alguna manera.

- ¿Hay solución para el problema?

- Para mí la violencia en el fútbol tiene picos de visibilidad, momentos en los que es más clara, momentos en los que baja. La idea de erradicar la violencia en el fútbol es utópica. En todo caso, la violencia se puede gestionar, a eso tienen que apuntar el Estado y los clubes también porque es muy importante que ellos se piensen como parte del problema porque son los organizadores del espectáculo.

- ¿Qué tan lejos estamos de que vuelvan los hinchas visitantes?

- Es insólito que sigan prohibidos. Hace nueve años que no pueden ir a las canchas en Primera y como 16 en el Ascenso, la violencia es la misma. Ni siquiera se bajó la cantidad de policías que van a los operativos por lo cual no cambió en nada. Quizás alguien podría decir: ‘¿si hubiera visitantes habría más violencia?’ No lo sabemos, pero la realidad es que esa medida no sirvió. Creo que es una medida que debe cambiar, sobre todo porque una de las cosas buenas que le quedan al fútbol argentino es el clima en los estadios teniendo en cuenta que lo demás se ha degradado mucho.

Para saber más

Diego Murzi es doctor en Ciencias Sociales (UBA), Investigador del CONICET EIDAES-UNSAM. Su tesis doctoral se convirtió en libro: “Fútbol, violencia y Estado: un análisis de las políticas públicas de seguridad deportiva en Argentina (2006-2017)”. La investigación analiza la relación entre el fútbol, la seguridad y el Estado. Junto a otros especialistas hizo el diagnóstico publicado en 2019 que está en la web, “El problema de la violencia en el fútbol. Diagnósticos, datos y reflexiones para pensar la seguridad deportiva en Argentina”.

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