“Para Aristóteles, la amistad es lo más necesario para la vida: ‘Sin amigos nadie querría vivir, aunque tuviera todos los otros bienes; incluso los que poseen riquezas, autoridad o poder parecer que necesitan sobre rodo amigos’. Las amistades, según el filósofo griego, se fundan en un principio de igualdad: ‘los amigos reciben y desean lo mismo recíprocamente’. ¿Te parece que es así?”, indaga Florencia Sichel, profesora de filosofía por la UBA y docente de todos los niveles en su libro “¿Y vos qué pensás? Un viaje filosófico por las ideas”.
“El libro te invita a que dialogués con tu mamá, papá, hermanos, a que pienses y te vayas fijando qué dice cada uno. La idea es salir del lugar de que la filosofía es difícil y para pocos. Con este libro quise plantar una semillita de la divulgación”, aseguró la autora. El libro se presentará hoy a las 17 en el bar Rompecabezas de avenida Alem 799 y se hará un taller.
“El libro es una propuesta para ‘garabatear’ porque contiene muchos espacios para escribir lo que uno piensa y está pensado para chicos desde los nueve años que ya pueden agarrar por su cuenta el libro. Igualmente ya con siete años es un buen libro para leer con los chicos o en familia y que puedan compartir esas preguntas”, dijo Sichel en diálogo telefónico a LA GACETA.
- ¿Por qué es importante que los chicos conozcan la filosofía?
- Los chicos se acercan a ella sin saber que están haciendo filosofía pero lo hacen todo el tiempo. Yo fui docente de todos los niveles durante muchos años y si te acercabas a alguna conversación en un recreo los chicos están hablando de la amistad, del amor, la libertad. Quizás no lo mencionan así, no dicen “vamos a debatir sobre la libertad” pero se quejan de por qué la mamá la dejó hacer una cosa a un hermano y no al otro o se preguntan cuándo podrán ir solos al almacén. Esos interrogantes que se están haciendo todo el tiempo los chicos y las chicas son filosóficos, lo que pasa es que quizás no lo saben. La idea, creo yo, es que se les haga lugar a esas preguntas, dudas que tienen que de hecho son filosóficas porque en muchos espacios no lo tienen. Me parece valioso que tengan la experiencia de que eso que se preguntaron también se lo preguntaron otras personas a lo largo de la historia -especialmente las preguntas existenciales-. Por un lado, eso trae mucho alivio y, por otro, favorece el pensamiento crítico.
- ¿Qué observás que pasa hoy con el pensamiento?
- Vivimos en tiempos en donde se nos impone que tengamos que tener una opinión rápidamente sobre cualquier tema. Para todo tenemos que tener una respuesta y esto nos pasa como adultos también. Para mí es realmente muy emancipador poder ver que, frente a un mismo problema, hay muchos posibles abordajes y diferentes respuestas posibles y eso es lo que intento mostrar en el libro. Yo no les explico a los chicos qué es la felicidad para mí o finalmente cierro y digo “bueno la felicidad es esto”, sino que te cuento qué dice Epicuro de la felicidad, que dice Aristóteles de la felicidad y algunos filósofos más contemporáneos. También les pregunto a ellos qué piensan que es la felicidad y quizás les gusta más una de esas respuestas. La filosofía lleva otro tiempo que hoy en día en donde todo es rápido para todos, tenemos que tener un tiempo para mí, es un aprendizaje muy valioso para darle a los chicos a esta idea de hay más que una respuesta -a diferencia de las ciencias exactas en donde su proceso de validación llegó a la respuesta más validada hasta ese momento-. En el caso de la filosofía se trata de teorías, explicaciones sobre un tema y no hay una explicación mejor que le gusta a cada uno, según la cultura en la que vivimos.
- ¿Qué es lo más importante que se debe transmitir a los chicos?
- Personalmente no me interesa posicionarme en ningún lugar de “la verdad” o bajarles línea. Al contrario, quiero proponer un texto que sea lo más abierto posible y que ellos vean que hay muchas formas de pensar las cosas. En las clases propongo todo el tiempo actividades, como en el libro.
- Según tu experiencia, ¿cuáles son los temas que más inquietan a tus alumnos?
- El tema del tiempo les encanta: cómo se mide el tiempo, qué es el tiempo, por qué “el tiempo se va”. ¿Qué es el tiempo? ¿Para qué sirve? ¿Pasa más rápido si no miramos el reloj? ¿Es igual para todos y todas? Para Séneca, malgastamos el tiempo porque hacemos cosas que no deseamos hacer. La mayoría de las personas suelen quejarse de que la vida es corta y que “no alcanza el tiempo”. Sin embargo, para Séneca, no es que la vida sea corta, sino que perdemos el tiempo. También el tema de la libertad: ellos piensan que los adultos somos libres y hacemos lo que queremos y está buenísimo discutir eso porque ¿es así? Y de ahí también podés unirlo con la función de las reglas en la sociedad -como ciudadanos-. Después hay temas que son históricos en la filosofía como la felicidad o el amor que siempre está bueno abordarlos.
- En este mundo actual y dinámico, ¿hay lugar en los hogares para la filosofía, según tu experiencia?
- Hacer una dicotomía entre pantallas o libros nos va a hacer perder. Las pantallas están en todos lados y, como adultos, tenemos que pensar cómo las proporcionamos, digamos, desde qué lugar y en qué momento y siempre acompañando. Hay que encontrar los momentos en familia o con los hijos para sentarnos a pensar, leer y hacer otras actividades. La vas a pasar bien. En el aula hay una predisposición diferente a la conversación por el contexto pero si les das a elegir los chicos siempre van a elegir estar con TikTok y contra eso no podemos competir y los libros tampoco. Pero hay que hacerlo para que conozcan la cantidad de cosas que se puede hacer.
Libros para empezar
Para niños de nueve años en adelante
Si te interesa abordar el tema en familia, con niños de nueve años en adelante, se puede comenzar por “¿Y vos qué pensás”, de Florencia Sichel. Más adelante los chicos pueden acercarse a los “Diálogos de Platón”; “El mundo de Sofía” (1991) -la novela más conocida del escritor noruego Jostein Gaarder-. “También se pueden buscar los libros de Mariana Gardella Hueso, doctora en Filosofía y María Belén Campero, doctora en Humanidades y Artes”, recomendó Sichel.