La muerte de Alberto Nicolini: ¡Maestro y amigo, siempre!

03 Octubre 2022

Olga Paterlini de Koch

Ex decana de Arquitectura

Lo conocí en la Escuela Sarmiento, la antesala de la universidad y, como no podía ser de otra forma, dictando un curso sobre lo que fue su pasión: la historia de la arquitectura, de la ciudad y del arte. Un año después, ya en la Facultad, fui su alumna y desde allí transcurrieron 60 años de aprender y aprender a su lado, de disfrutar, de recibir un cariño entrañable que brotaba también de su familia hacia todos los que compartíamos con él, el día a día.

Egresado como Arquitecto en la Universidad de Buenos Aires en 1958, llegó a Tucumán desde el equipo de Mario Buschiazzo; Eduardo Sacriste era el decano del momento. En la cátedra estaba también Julita Alessi, su inseparable compañera de la vida. Le gustaba recordar que vinieron por unos meses y que las circunstancias los fueron reteniendo. A los treinta años ganó el concurso de Profesor Titular y se quedó para siempre; desde ese lugar y con entrega absoluta, iluminó la formación de muchas generaciones, lo que continuó haciendo en su desempeño como Profesor consulto de la Universidad.

Su participación en la Facultad de Arquitectura fue fundamental; no sólo dirigió las tres materias de la currícula sino que fue creando materias electivas, dictando cursos de grado y de posgrado, de extensión, actividades en las que todos sus docentes, los más grandes y los más chicos, tuvimos una activa participación. Siempre nos brindó un lugar; con él compartimos la letra de molde, la mesa panel, congresos y cuántas cosas más!

Era todo un desafío dictar una clase en sus materias, porque sus clases eran extraordinarias! Escucharlas era un deleite. En ellas afloraba no sólo el conocimiento auténtico y reflexivo, sino su calidad humana y la generosidad que lo caracterizaban. Su biblioteca y su diapoteca estuvieron al servicio nuestro, siempre. Viajero incansable, cada una de sus experiencias nos enriquecía inmediatamente. A través de sus ojos descubrimos Europa y América; a través de sus ojos, nuestro propio lugar. Sus amigos fueron luego los nuestros; accedimos al concierto nacional gracias a su empeño. Quienes fueron sus jóvenes docentes de Historia, se transformaron en los pilares de la enseñanza de la Arquitectura en la FAU pues replicaron en otras áreas la formación recibida durante su paso por las cátedras de Historia. Me atrevo a decir que no hubo otro profesor en la facultad que transitara por una experiencia similar. Por ello es para nosotros el querido y admirado “Maestro”.

Cuando empezaron a crearse las carreras de posgrado, enriqueció a otras universidades como la de Buenos Aires, de Mar del Plata, del Litoral, del Nordeste, de Córdoba, de Mendoza; fue Profesor invitado en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y en el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología de La Habana, para citar algunos de los centros donde fue también expandiendo sus ideas. El Magister en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericanos, al que dirigió, representó un hito que impactó más allá de nuestras fronteras.

Tuvo roles sobresalientes en destacadas instituciones del país como el Fondo Nacional de la Artes que, en 2018, lo distinguió con el premio “Patrimonio”. La Academia Nacional de la Historia, la Academia Nacional de Bellas Artes, la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, lo contaron entre sus miembros. Fue distinguido con el premio “América” en el XII Seminario de Arquitectura Americana, por su trayectoria americanista, entre otros numerosos reconocimientos. Abrió caminos para el conocimiento y valoración del Patrimonio. Así, la restauración del viejo Hotel de Inmigrantes como Museo de la Universidad, del cual fue su primer director, ha quedado como expresión de sus afanes.

Por sobre todo, “Nico” fue una bella persona, un caballero, un amigo atento siempre a todo aquello que nos alegraba o afectaba, presto a dar el consejo delicado y dedicado, generoso con sus cosas y sus cariños. Con Julita formaron una familia ejemplar, exquisita, que ha sido ejemplo en nuestras vidas. En el día de su partida, nos sentimos plenos de haber compartido nuestros sueños y afanes con esta persona brillante y excepcional. ¡Hasta la vista, Maestro!

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