33 tomos prolijamente encuadernados, un lazo de abuelo a nieto

EN LA UNT. Javier Zayun donó la colección a la Facultad de Económicas.  EN LA UNT. Javier Zayun donó la colección a la Facultad de Económicas. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Nos instalamos en el siglo pasado, a principios de los años 40. En ese entonces, Antonio Eusebio Jiménez era un adolescente tucumano que emprendió, sin imaginar la trascendencia que tendría, una tarea muy especial. Por estos días, su nieto Javier Zayun la puso en valor. ¿De qué estamos hablando?

Jiménez, descendiente de españoles, decidió iniciar una colección con los ejemplares que LA GACETA publicaba. Pronto, esa costumbre se convirtió en hábito. Al punto que terminó convertida en tomos encuadernados. Dos de ellos son resúmenes, que van de 1940-1942 hasta 1952. Y desde ese año, transita ya el día a día, hasta el período 1962-1966. En total son 33 tomos, que están encuadernados muy prolijamente en tapas rígidas revestidas en cuerina.

Esta magnífica porción de nuestro pasado, encuadernada en la Universidad Nacional de Tucumán -donde Jiménez ejercía como trabajador no docente de la Facultad de Ciencias Económicas-, acaba de volver al lugar donde se le dio forma, de la mano de Zayun.

“Mi abuelo fue uno de los fundadores de la obra social de la Universidad. También fue propietario de El Emporio de la Televisión, que era una casa de iluminación y electrónica en la plazoleta Mitre. Y en su momento fue presidente del Rotary Club. Era muy culto, le gustaba mucho leer. Era un pensante que tenía sus ideas y su línea política. Como tenía conocimiento de todo, opinaba”, resume el nieto a modo de perfil.

Zayun tiene 48 años, nació en Simoca y es contador, especialista en Costos. Es el director general de auditoría del Sistema Provincial de Salud. En la parte privada es asesor de empresas de salud, además de profesor adjunto de la cátedra de Costos 1 de la Facultad de Ciencias Económicas. “La colección siempre se mantuvo de casa en casa en nuestra familia, hasta que llegó a mis manos por mis abuelos. Busqué el mejor modo, y el lugar, para que sea utilizada, porque la verdad es que es un tesoro muy valioso. Yo lo consulté mucho en su momento: me apasionaba hacerlo. Son tomos muy grandes, debido al tamaño que tenía el diario en ese entonces. Está toda la historia de esos años, lo que se nos ocurra consultar”, destaca.

“En su momento se los mostré a Carlos Páez de la Torre (h): le gustó mucho. Había que ser muy cuidadoso al decidir dónde depositar todo definitivamente, porque ya en otro momento intenté prestar la colección y descubrí que le cortaban hojas. Entonces, para preservarla, decidí no prestarla más. Finalmente decidí donarla a la Facultad de Ciencias Económicas, que es mi casa. Las autoridades me abrieron las puertas al generar un espacio. Los 33 tomos incluso están en un mueble específico por el peso y el tamaño que tienen. Valoro que lo que se hizo allí vuelva a ese lugar”, afirma Zayun.

Jiménez nació en 1931 y falleció en 1987. Fue su esposa, Agustina Parra de Jiménez, la que mantuvo después la colección de “Gacetas”. “Recuerdo que yo le ayudaba a clasificar los ejemplares. Para mí eran elementos de consulta cuando cursaba el colegio secundario. En LA GACETA estaba toda la información. Por ejemplo, si el tema pedido era la Segunda Guerra Mundial, o el cierre de los ingenios, sacaba de las ediciones lo que necesitaba. Pero también me gustaba averiguar otras cosas del pasado: las publicidades, las inauguraciones. Lo que uno quería encontrar estaba en las páginas del diario. Se veía un nivel de información tremendo”, asegura el nieto del coleccionista.

Consultado sobre por qué Jiménez empezó esta colección, Zayun dice que lo ve desde el análisis de situaciones y de momentos. “Trato de hacer una analogía con el presente, con lo que yo hago con internet. Creo que en aquel momento la prensa escrita, y también los libros, para quien estaba ávido de conocimiento, de lectura y de perfeccionamiento intelectual, eran el recurso primario: cubrían las necesidades existentes. Hoy tenemos muchos otros recursos, posibilidades de accesos de modo distinto y permanente”.

Esta historia de lazos afectivos e intelectuales entre abuelo y nieto marca también el valor que LA GACETA ocupa en generaciones de tucumanos. “La prensa gráfica, en esos tiempos, le permitía a la gente estar informada, ser culta en cuanto al conocimiento de la situación del momento y hacer análisis del futuro. Era una conexión al mundo, una herramienta de diseño de paradigmas y de políticas. Actualmente lo sigue haciendo, aportando calidad al pensamiento”, afirma el contador.

Orgulloso de que gracias a su abuelo haya aprendido a amar la lectura y la historia, y de que él le haya transmitido toda la pasión por los libros y por el estudio, Zayun brinda una reflexión final. Es la que marca con contundencia los lazos de aquello que se generó en los años 40 y que hoy sigue firme y a disposición de quien quiera consultarlo.

“A esto de donar la colección lo tomé con naturalidad, porque creía que tenía que poner en valor lo que me habían dado. Esa colección no tenía un valor económico, pero sí otros valores. En ella están las manos de mi abuelo, su motivación. Son cosas que me movilizan: tener los pensamientos que hoy tengo, el gusto por la investigación, la cultura, el análisis. Que LA GACETA, que fue un nexo importante entre él y yo, llegue hoy a las 40.000 ediciones es impresionante. Viendo esto es que digo que todos los tucumanos somos parte del diario”.

Comentarios