Si mañana se publicara un aviso solicitando un capitán para el Titanic, pero sabiendo de antemano cuál será su destino final, probablemente nadie se presentaría.

“Se necesita un capitán para comandar un barco de gran porte que zarpará el 10 de noviembre del puerto de Southampton, en Inglaterra. Será poco trabajo ya que cuatro días después impactará contra un iceberg y al día siguiente se hundirá en medio del Atlántico”, diría el clasificado.

Quizás algún desquiciado termine presentándose para vivir esa aventura extrema.

Lo mismo que si American Airlines regalara pasajes para el vuelo 11, aunque advirtiendo que poco después de despegar se estrellará contra la Torre Norte del World Trade Center. Es casi seguro que nadie aceptará ese “regalo”. De nuevo, salvo algún loco o alguien que quisiera ahorrarse el trabajo de tramar su suicidio.

Estos pensamientos se nos vienen a la mente cuando pensamos en los próximos candidatos para conducir los destinos del país o de la provincia. ¿Quién querría hacerse cargo de semejante desastre, de un naufragio seguro o de un vuelo suicida?

Sin embargo, hay extensas colas de pretendientes a conducir este Titanic. Algo no cierra.

No se trata del general San Martín convocando a los más valientes para cruzar la cordillera de Los Andes para liberar Chile y Perú de la dominación realista. En ese caso sería una invitación a convertirse en héroes y forjar la historia.

Desde hace muchos años no se ven héroes en la política argentina y mucho menos en la tucumana.

En general, y salvo honrosas excepciones, se ven personas que cuando abandonan la gestión, si es que algún día verdaderamente lo hacen, salen empoderados o enriquecidos, con jubilaciones o pensiones de privilegio y con media parentela conchabada en alguno de los poderes del Estado.

No hay en esto una heroica razón.

La piñata

A nivel nacional, se sabe con certeza matemática que el próximo gobierno deberá enfrentar una crisis gravísima y que será, de mínima, igual que la actual, con inflación alta, pobreza, desempleo y trabajos precarizados e informales. Algunos pronósticos anticipan que varios de los índices macroeconómicos se agravarán.

El contexto internacional no ayudará, los vencimientos se amontonarán, el déficit fiscal y el gasto público aumentarán, como ocurre en todos los años electorales, y el escenario argentino no es atractivo para nuevas inversiones, al contrario, es expulsivo.

Pese al ajuste que está implementando el tridente Sergio Massa, Cristina Fernández y Alberto Fernández, sobre todo al bolsillo de las clases populares y medias, varias consultoras económicas, como Focus Market, Ecolatina, C&T, LCG, EcoGo, o Analytica, anticiparon antes que se conozcan los datos oficiales que la inflación de septiembre fue del 7% o más, superior a la de agosto, que fue la más alta de los últimos 30 años.

Ajuste con suba inflacionaria es un partido que nadie, en su sano juicio, quisiera jugar.

Sin embargo, los precandidatos a gobernar este desastre, tanto en el oficialismo como en las distintas oposiciones, se amontonan como niños alrededor de una piñata que está por explotar.

Es paradójico, ya que en algunos países del primer mundo a veces les cuesta conseguir candidatos que quieran hacerse cargo de la cosa pública. Ocurre por ejemplo en algunos distritos escandinavos, más alejados de las capitales y de las grandes ciudades.

Para las elecciones de 2019, en este empobrecido Tucumán se postularon 18.296 candidatos para competir por 345 cargos: gobernador y vice, 19 intendentes, 93 delegados comunales, 182 concejales y 49 legisladores provinciales. Un promedio de 54 candidatos por cada cargo. En algunos casos fueron dos o tres para un cargo, en otros más de 500.

Pensaría un noruego que los tucumanos portamos una pasión infinita por ayudar al prójimo.

No saben los vikingos que esto ocurre porque los partidos políticos y sus sucursales, los cientos de acoples, se han convertido en verdaderas PyMEs. Se trata de un negocio millonario, una salida laboral, un acceso a privilegios de todo tipo, un atajo existencial…

Incluso, algunos legisladores que orbitan la estratósfera intentaron crear 93 nuevos cargos electivos, para subdelegados comunales, a los que deben sumarse secretarios y colaboradores varios. Una persona que iba a cobrar un sueldo público durante cuatro años sin hacer nada, para, por las dudas, le ocurra algo al delegado titular.

Hasta el propio gobernador suplente, Osvaldo Jaldo, un experto en incrementar el gasto público y político, tuvo que salir a decirles a los muchachos y muchachas que paren la mano, que “no es momento de crear nuevos cargos”.

Esa voracidad insaciable de quienes viven alejados de la cruda realidad es una de las causas y consecuencias de que en la provincia haya 700.000 personas por debajo de la línea de pobreza, 400.000 de ellas en el Gran Tucumán. El resto de los males tucumanos son por todos conocidos, pero la pobreza es lo más triste y desesperante.

A casi la mitad de la gente no le alcanza para comer, pero los perpetuos candidatos se pasean sonrientes anunciando sus candidaturas, desde más de un año antes. Realidades que no se tocan: por un lado va la gente y por otro la política.

Aráoz y un modelo que ya no existe

El 19 de septiembre falleció el abogado y figura pública, Juan Aráoz.

Dos días después, en su editorial del programa Panorama Tucumano, Federico van Mameren tomó a la figura de Aráoz como punto de partida para explicar el contexto político actual, qué cosas cambiaron, y por qué vamos en caída libre.

Este clarísimo y demoledor editorial está disponible en formato video, pero no fue transcripto en su totalidad y en el marco de esta columna nos pareció oportuno hacerlo:

“Un hombre de una sonrisa amable, de la democracia, que le preocupaban las instituciones, que abrigaba la voz de Alberdi, que trataba de que sus valores permanecieran, florecieran, desde el lugar que estuviera, y así se lo hacía saber a Alberdi desde el rol de presidente del Colegio de Abogados, donde se paraba frente a la estatua de Lola Mora y le hablaba y resaltaba sus valores alberdianos. Pero no era un simple recitado, era un hombre que defendía esas ideas, que avalaba en cada acto que él desempeñaba y se ocupaba de hacerlas valer. Y me sorprendió leyendo en el archivo, leyendo los recuerdos de su vida en LA GACETA, dos hechos: uno muy simple, que siendo veedor de un partido político debía ser veedor en la Junta Electoral y, de pronto, Juan Aráoz descubre que un pariente suyo era candidato e inmediatamente renunció. No, no corrijan la televisión ni el volumen ni nada, sólo he dicho lo que fue: renunció porque un pariente suyo era candidato. Hoy los candidatos o los funcionarios tratan de poner parientes suyos en la Junta Electoral. Hoy los candidatos tratan de poner esposas, hijos, tíos, hermanos, para que por las dudas ellos se muevan de su posición le cuiden los ingresos y sus intereses, esas cajas raras que dan vuelta alrededor de la política. No es su equipo de trabajo, son sus parientes.

No ha pasado mucho tiempo para que aquellos gestos de Aráoz quedaran en el olvido, para que los actores de hoy no tengan ningún problema en pisotearlos, porque no les interesa defender los valores de Alberdi, defender las instituciones.

Curiosamente, cuando era muy joven, a fines de los 60, Juan Aráoz fue nombrado secretario de Gobierno de la Municipalidad, y nombró gente, colaboradores con él. En un momento dado, desde la Casa de Gobierno le pidieron que no trabajaran dos personas que él había nombrado, entonces Aráoz tomó la decisión de renunciar a su cargo, porque el Poder Ejecutivo se había entrometido en la administración municipal, en la institución municipal. No estoy macaneando, es lo que ocurrió y lo pueden venir a ver en el archivo de LA GACETA.

Me viene al recuerdo una vez que Germán Alfaro, que era secretario de Gobierno de la Municipalidad, dijo algo del gobernador Alperovich, cuando el intendente era Amaya. Se fue Alfaro, pero Alfaro se fue porque se lo pidió Amaya, porque al gobernador le había caído mal lo que había declarado Alfaro. A ver, de nuevo, pisoteadas las instituciones. De ninguna manera se respetó la autonomía municipal. Acá ni siquiera había la orden de echar a nadie, había un discurso, unas palabras que no le habían gustado al gobernador y por lo tanto la orden fue ‘echalo al secretario de Gobierno’.

No hace falta que les recuerde algo tan simple como la designación de un miembro de la Corte Suprema de Justicia, de Francisco Sassi Colombres. El gobernador José Alperovich decidió que era la persona justa para ocupar el cargo, donde los legisladores levantaron la mano con mucha felicidad, elogiando la designación del vocal. Después el Presidente de la Nación lo llamó a Alperovich para decirle no puede ser ese, tenés que cambiarlo, y la falta de valentía, la falta de ética, la falta de responsabilidad de los legisladores no fue otra que bajar la mano, decir que lo que habían dicho fue una equivocación y votaron a otros. Podrían haber renunciado todos, pero claro, la ética y las responsabilidades ya no se juegan así.

Tal vez algún Papa pueda hacer eso, pero la renuncia no figura dentro de las reglas de la democracia de los funcionarios actuales.

No me olvido de vos, que me paraste en la calle y me dijiste ‘che, nunca hablás de la oposición’. Es que no tengo nada que decir de la oposición, sólo que, arrastrada por el egoísmo, la oposición es lo mismo que el oficialismo, con un montón de promesas. Prometen que van a hacer un plan común. Los que ya se creen candidatos, como Alfaro o como Sánchez, prometen un plan, pero no les interesa el plan, no les interesa reunirse, hablar entre ellos, no les interesás vos. Les interesa el ego propio para en cualquier momento poder ser candidatos. Inclusive, cuando se les intenta consultar qué pasaría si no sos vos y es el otro…, pero esa opción no figura, esa opción es imposible porque si hay algo que prima en los candidatos y en las figuras actuales son los egos y no el bien común, pensando en un proyecto futuro, para vos, para nuestra sociedad”.

La desaparecida ética de hombres como Aráoz debería interpelarnos. Hoy nadie renuncia, sino sólo para ocupar un cargo superior. Gente que es responsable de la crisis más prolongada de los últimos 150 años sigue atornillada desde hace décadas en los sillones legislativos, judiciales y ejecutivos. Y casi todos van a ser candidatos el año que viene, o luego designados, en unas elecciones provinciales probablemente anticipadas.

Comicios desdoblados de los nacionales, con apoyos como el del ex juez del Tribunal Oral Federal, Gabriel Casas, que apoya la fórmula Jaldo-Manzur, gracias a que su hija, la camarista del fuero contencioso administrativo, María Florencia Casas, junto a su par Juan Ricardo Acosta, dictó la sentencia con la que declaró inadmisibles los planteos de la oposición contra el adelantamiento de los comicios.

Elecciones que serán supervisadas por una Junta Electoral donde más de una vez los familiares de los candidatos o de miembros del poder ocuparon importantes escritorios.

Y cuando decimos “ya no les importa nada”, en ese nada están los jóvenes sin futuro, los que no llegan a fin de mes, los que se van, y está la gente con hambre.

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