La renuncia de Gallardo a River: una historia de amor y gratitud

Marcelo Gallardo sorprendió a todos al anunciar el fin de su ciclo de ocho años en el club. Los hinchas “millonarios”, entre la tristeza y el agradecimiento.

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Golpe. Vacío. Incredulidad. Dolor. Orfandad. Las palabras huyen de sus significados originales, se vuelven insuficientes para describir el sentir de los hinchas de River por estas horas ante la próxima partida de Marcelo Gallardo.

“Todo tiene un final”, afirmó al anunciar que no renovará contrato y en diciembre dejará el club. En boca del “Muñeco”, la frase sonó casi surrealista y a la vez supuso un baño de realidad previsible: en algún momento el técnico más ganador de la historia del “Millonario” también diría adiós. Ese momento llegó.

La estatua en honor de Gallardo será inaugurada por fin este 9 de diciembre -aniversario de la gesta de Madrid, su mayor proeza- bajo un manto de nostalgia: para entonces ya no existirá la perspectiva cierta de verlo sentarse en el mismo banco del Monumental que lo cobijó durante ocho años y pico. Lo hará por última vez este domingo, frente al Rosario Central de, quién diría, Carlitos Tevez.

Con 14 títulos en su legajo, dijo chau ahora, cuando bien podría haberlo dicho a fines de 2021 tras ganar su primera Liga argentina. O al cierre de algunas de las anteriores temporadas en las que también coqueteó con la despedida.

Paradójicamente (o no), lo hizo después de atravesar su año menos glamoroso (en resultados y en funcionamiento). Al menos al día de hoy: es que su equipo todavía tiene chances matemáticas de defender el título (milagro mediante) y de aspirar a disputar el Trofeo de Campeones ante Boca (lo cual sería un cierre de película para Gallardo).

No es apenas que se terminó un ciclo, más bien se trata de la bajada de telón de una era que marcó un antes y después en la historia de River, por dos motivos: bajo el mando de “Napoleón”, acrecentó su grandeza a nivel internacional (siete títulos) y venció a su eterno rival en cinco definiciones mano a mano (incluidas dos finales, una de ellas nada menos que la Libertadores 2018).

“Hemos vivido muchísimas cosas, hermosas y no tanto”, concedió el “Muñeco”. Para las novísimas generaciones de hinchas, River y Gallardo son casi sinónimos.

El entrenador dejó estampada su rúbrica en grandes planteles. Llevó a buenos jugadores a su máximo potencial (“Pity” Martínez, “Nacho” Fernández, Fabrizio Angileri, entre otros). Y sacó varios conejos de la galera (o de la cantera): Lucas Martínez Quarta, Sebastián Driussi, Gonzalo Montiel, Enzo Fernández, Julián Álvarez

En estos años, dejó su impronta de numerosas formas. Por caso, a diferencia de la mayoría de sus predecesores, le otorgó un rol preponderante a profesionales de la Psicología del Deporte y las Neurociencias dentro de su cuerpo técnico.

Además, modificó historias de partidos con lecturas agudas y cambios oportunos, y generó “mundos” con frases míticas como aquella de la “guardia alta” o “que la gente crea, porque hay con qué creer”. Con la llegada de las vueltas olímpicas a granel, el recuerdo del descenso a la B terminó desvaneciéndose más allá del dato duro e imborrable.

Este año el técnico de 46 años no le encontró la vuelta al equipo pese a las numerosas incorporaciones, y aun así cumplió con el “mínimo exigible” de meterlo en la Libertadores 2023.

En el recorrido, su talante y su comportamiento ya habían dado muestras de desgaste (el golpe a Andrés Herrera, el insulto al juez Nicolás Lamolina, las discusiones con referentes del plantel).

Gallardo ganó muchísimo. Aunque lógicamente no todo: no pudo aprovechar estos años dorados para que River sumara una sexta Copa Libertadores o imprimiera su nombre en el trofeo del Mundial de Clubes. O redujera significativamente la ventaja de Boca en el historial del Superclásico.

Durante su anuncio, Gallardo dijo “gracias” a diestra y siniestra. Pero solo se quebró en una oportunidad, cuando agradeció a los hinchas por cada pequeño homenaje al entrar a un campo de juego, por cada “Muuuuñeeecoo, Muuuuñeeecoo” convertido en marca registrada.

La bronca y la tristeza suelen caracterizar las etapas iniciales de todo duelo. Con el tiempo, llegará la aceptación, el soltar lo pasado.

“Es el momento de terminar de cerrar un ciclo muy valioso (…) fue una historia extraordinaria (…) Más allá de la tristeza, tengo una paz interna muy sentida“, señaló el “Muñeco” a modo de ofrenda final.

¿Hay vida después de Gallardo en River? Ciertamente. Lo que no se sabe es cuán traumático será el pasaje.

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