Tropezones en la puerta de la lucha antinarco

Tropezones en la puerta de la lucha antinarco

El momento tan temido se adelantó una semana a la puesta en marcha de la ley de narcomenudeo: la Policía allanó un predio de Yerba Buena donde había plantas de cannabis. Según el abogado del dueño del lugar, se trata de un “cultivo indoor con fines medicinales, autorizado”, y según los agentes al mando del jefe de la Regional Norte y con anuencia del juez que dio el permiso de allanamiento, había plantas de marihuana, semillas, carpas térmicas, juegos de luces, balanzas de precisión y mangueras, y todo fue secuestrado porque intuyeron que detrás de los plásticos había un sofisticado laboratorio narco.

Mañana, cuando se reactive la actividad judicial, se ha de saber si tiene razón el dueño o la tiene la Policía. Por si acaso, el jefe de la Regional, Joaquín Girveaux, dijo: “los funcionarios (se entiende que el juez, o bien las autoridades de Seguridad) nos ordenaron secuestrar y documentar todo y eso es lo que hicimos”. Dicho sea de paso, los agentes dicen que pidieron allanar esa casa porque se investigaba el robo de una moto y que hallaron las plantas de marihuana. No dijeron si se encontró la supuesta moto buscada.

Los significados de la palabra “lista”

El momento tan temido es la prueba de efectividad del sistema al que las autoridades apuestan todo: ¿va a dar resultado? El ministro de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa, dijo el 11 de octubre, tras la reunión Comisión Interpoderes de Evaluación de la Ley de Narcomenudeo que la Policía “está lista para iniciar los procedimientos” en cuanto el Gobierno ponga en marcha la aplicación de la ley 9.188. Lista podría significar capacitada, para que la comisión pueda hacer control y seguimiento de los resultados, análisis y evaluación de la ley. Pero también lista puede significar que va a recibir capacitación, lo cual determina el Art. 14 de la ley, que dice que “el Ministerio de Seguridad deberá capacitar y entrenar, como mínimo una vez al año, al personal que preste servicios en la Dirección General de Drogas Peligrosas; para ello deberá celebrar los convenios necesarios con organismos e instituciones nacionales e internacionales”.

Claro que el personal de la Regional Norte que secuestró las semillas y plantas de cannabis en Yerba Buena posiblemente no ha recibido aún ese entrenamiento “anual, nacional e internacional”. ¿Qué habrá querido decir el ministro con “lista para iniciar los procedimientos”? La verdad es que esa frase se está escuchando desde hace rato, puesto que ya hace bastante tiempo que se declara que en un alto porcentaje de operativos antidelitos descubren elementos vinculados con drogas y que inmediatamente atribuyen a narcomenudeo. Un informe reciente sostiene que en siete de cada 10 operativos por robos hallan droga. ¿Casualidad? ¿Datos contrastados de un flagelo que se ha extendido por todas partes? ¿O cabe la posibilidad de que se trate de causas en las que no hay estricto control judicial para dar visos de legalidad a intrusiones abusivas en busca de hechos que justifiquen el narcomenudeo? Dicho de otro modo: ¿Se sabe de todos los allanamientos que se autorizan o sólo se da a conocer los que resultan exitosos en cuanto a drogas?

Datos en la oscuridad

La oscuridad en cuanto al manejo de información es intensa en esta provincia, toda vez que no hay oficinas o grupos independientes que sean capaces de controlar los informes oficiales. Dependemos de lo que nos dicen las autoridades; podemos creerlo o no y eso es lo que ocurre cuando suceden episodios (o tragedias) que hacen pensar que algo no está bien.

El modo de trabajar de la Policía, oscuro y dependiente del poder político, no se ha modificado, a pesar de todas las declaraciones de modernización. El escándalo de los policías de Trancas, que no quisieron tomar la denuncia por violencia de género de Noelia Sosa, y que habrían “cobrado” en especias (lechones) para no recibir denuncias de esa índole, da cuenta –de ser cierto, claro- de que las cosas no han cambiado en décadas. Por lo menos en Trancas.

El hecho de que las tareas de los agentes de seguridad se sigan rigiendo por los procedimientos de la vetusta ley Orgánica sancionada en los años de dictaduras (que ni habla de narcotráfico) sustenta esta conjetura. ¿Qué significa que está lista, entonces?

Salto al pasado

Por otra parte, el trasfondo que tiene este asunto es que la Policía no considera que necesite cambiar demasiado para la lucha antidrogas, en función de los objetivos planteados por el gobernador interino, Osvaldo Jaldo. Las ideas del mandatario, aun cuando tienen innegable propósito de beneficiar a la sociedad, en muchos aspectos parecen un salto al pasado y a la estrategia bélica de los EEUU de los años 80: gastar y gastar plata en la lucha militar y policial que siempre muestra secuestros pero en general afecta al eslabón más pequeño y termina con oleadas de detenciones de narcoadictos mientras los barones de la droga, los “señores de la muerte”, como los llaman, permanecen intocables y extienden su negocio.

¿Está equivocado Jaldo? No sabemos. El único que se lo dijo fue el juez de la Corte de Rosario, Daniel Erbetta, que aseveró que las normas de narcomenudeo han fracasado en todo el país, que sólo se ha encarcelado a adictos. Pero nadie acompañó a Erbetta: acá los representantes de la Justicia federal, los de la provincial, los agentes y los expertos en adicciones parecen alineados detrás del gobernador y consienten sus ideas. No importa si en esos operativos se detiene a adictos, si se secuestra hojas de coca o si se desbaratan plantaciones de cannabis medicinal.

Hay una realidad que parece incontrastable en los barrios de la periferia y es que han proliferado los quioscos de droga, y que aunque se encarcele a los transas los familiares de ellos siguen el negocio. Eso va a estimular más y más operativos y movimiento policial, cuya tarea se verá justificada siempre, per secula seculorum.

Para eso se está gastando millonadas y se ha abierto las puertas para que se hagan gastos discrecionales –no por licitación sino con cotejo de precios- para los organismos y oficinas que se van a crear. ¿Quién cotejará la efectividad de todo esto? Nadie lo ha planteado. Total, siempre que haya detenciones, siempre que se hable de “señores de la muerte” y siempre que parezca que hay movimiento, no importará si se ha gastado mucho o poco.

Podría ocurrir que, aunque toda la historia le va en contra, a Jaldo le vaya bien. Después de todo, han logrado juntar en una comisión a los distintos estamentos del poder para analizar avances y retrocesos de las normas. Por otra parte, no es menos cierto que en este país quienes apuestan por otros métodos de luchar contra las drogas han fracasado. No le falta razón a Jaldo cuando critica lo que pasa en Rosario, ciudad ganada por la violencia narco. Y finalmente, en Tucumán se ha comenzado a hacer algo para ayudar a las organizaciones que contienen a los adictos.

Muchas expectativas

¿Qué pasará en la primera semana de noviembre, cuando entre en vigor la ley de narcomenudeo? Hay muchas expectativas puestas. El allanamiento en Yerba Buena parece ser un avance hacia el pasado, pero quizás sea sólo un tropezón. Como fue el tropezón legislativo en que se debió postergar el nombramiento de jueces, fiscales y defensores para esta tarea, porque no había seguridad de sus antecedentes. “Estamos preparados para poner en marcha la ley de narcomenudeo y esperar las consecuencias de su puesta en vigencia”, dijo hace unas semanas Jaldo. “Preparados” y “listos”, por ahora, tienen significados ambiguos. Quién sabe.

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