Luis Lacalle Herrera: “El financiamiento de la política puede ser la entrada para la influencia de capitales oscuros”

El ex presidente de Uruguay dice que el Mercosur no sirve de mucho. Propone una reunión de los socios para adecuarse a los tiempos

LACALLE. “La desigualdad se manifiesta en la condiciones de vida y en la preparación para el trabajo”, dijo.  LACALLE. “La desigualdad se manifiesta en la condiciones de vida y en la preparación para el trabajo”, dijo.

La suya es una de las cuatro firmas que pueden leerse al pie del Tratado de Asunción. Aquella acta, redactada el 26 de marzo de 1991, en la capital de Paraguay, resultó el cimiento para la posterior edificación del Mercado Común del Sur (Mercosur). Por entonces, Luis Alberto Lacalle Herrera era el presidente de Uruguay (1 de marzo de 1990-1995). Los otros firmantes fueron el argentino Carlos Saúl Menem, el brasileño Fernando Collor de Mello y el paraguayo Andrés Rodríguez Pedotti.

Eran tiempos en los que en América latina imperaba la política económico social conocida como neoliberalismo.

Lacalle Herrera considera que el bloque, tal como se encuentra actualmente, no tiene mucho sentido. En todo caso, afirma que habría que aggiornarlo, y reorientar su rumbo.

Seguramente, sobre este y sobre otros temas de política regional e internacional hablará durante su conferencia en el ciclo de charlas organizado por la Fundación Federalismo y Libertad, en el marco de las celebraciones por la década de vida de la entidad.

El evento se llevará a cabo el jueves y el viernes, en el hotel Sheraton, frente al parque 9 de Julio. Además de Lacalle Herrera disertarán, entre otros, los también ex presidentes Federico Franco Gómez (Paraguay, 2012/2013) y Álvaro Uribe Vélez (Colombia, 2002/2010).

Previo a su llegada a Tucumán, Lacalle Herrera concedió vía mail una entrevista a LA GACETA.

- ¿El mundo se encamina a una división en dos bloques como ocurrió durante la “Guerra Fría” o es posible recuperar una geopolítica multipolar?

- Después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, y durante un breve momento histórico, Estados Unidos quedó como única potencia global. Fue una etapa unipolar. Incluso, Francis Fukuyama (politólogo estadounidense) habla del “fin del historia”, en la creencia de que la democracia liberal había triunfado para siempre. El impresionante desarrollo de China y su pretensión de jugar en la primera división, alteró ese escenario. Ahora parecen ya estar definidos dos bloques: el que podemos llamar “de Occidente” y el conformado por China con el agregado de Rusia, que debe pagar caro el apoyo de Xi Jinping en la guerra contra Ucrania. En Occidente no aparece un liderazgo convincente.

- ¿Cuáles serían las bases para el posicionamiento de América latina ante la escalada de tensión entre Estados Unidos y China?

- América latina pertenece a Occidente en materia de valores. Somos integrantes de la civilización judeocristiana, por medio de Grecia y Roma, y de España y Portugal. Desde el punto de vista comercial China y Asia son nuestros principales mercados. Se deberá guardar un estricto equilibrio entre esos dos aspectos de la vida internacional; algo que no será fácil ni para chambones. Hay que tener especial cuidado en el límite de los compromisos que se asuman con China.

- ¿Cómo atacar de una vez por todas la desigualdad social en la región?

- La desigualdad se manifiesta principalmente en dos aspectos: condiciones de vida mínimas y preparación para el trabajo; es decir, igualdad de oportunidades. Detrás de esto, la prosperidad material, que permite contar con recursos para educar mejor y generar empleo. Ello solo se logra por medio de comercio libre y de confianza de los inversores.

- El crimen organizado avanza en el cono sur, con Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina en el centro. ¿Cómo se combate esa realidad?

- El narcotráfico es el problema de más difícil solución. Una cosa es combatir el menudeo y otra, muy diferente, el gran tráfico. Por supuesto que todo ello está sostenido por el consumo; y en ese aspecto solo un fortalecimiento de valores nos puede salvar -tema muy difícil en esta cultura hedonista en la cual vivimos-. No hay que descartar la legalización del consumo: descriminalizar la actividad de venta evitaría las muertes y la corrupción que acarrea el tráfico hoy en día. Mucho cuidado hay que tener en el tema del financiamiento de la actividad política, pues puede ser una vía de entrada para la influencia de capitales oscuros.

- Uruguay habla de libre comercio y de salir del Mercosur. ¿Cómo debe reestructurarse el bloque? ¿Cómo debe plantearse la relación Mercosur-Unión Europea (UE)?

- Tal como está, el Mercosur no sirve de mucho. Sería ideal una reunión de los socios, para que analicen la manera de adecuar su estructura a estos tiempos. Cuando nació no había internet, ni teléfonos móviles, ni China era lo que es hoy. Uruguay busca algún rumbo en el mundo, en la esperanza de lograrlo y de que los demás socio sigan ese camino. Lo que es seguro es que así no funciona. En cuanto al vínculo con la UE, según Josep Borrell Fontelles (ministro de Asuntos Exteriores de la UE), se está en trámite de agregar un documento complementario al texto del tratado, que lo haría más apetecible a Europa. Tengo mis dudas de que todos los 27 países de ese continente lo voten.

- ¿El electorado de América latina se está corriendo hacia la centro izquierda, con los Gobiernos de Chile, de Bolivia, de Colombia, de Perú? ¿Los países de Europa se están “derechizando”?

- Hay que tener cuidado con las generalizaciones. En esa pregunta, ¿dónde queda Ecuador? Cada país, por más que haya un tenue común denominador de izquierda, es distinto. Chile no es igual a Colombia, porque sus circunstancias internas y su historia son diferentes. Y así podríamos continuar. La facilidad de la clasificación resulta tentadora. Lo mismo vale para la afirmación sobre Europa.

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