02 Noviembre 2022

Leí la entrevista que hizo Marcelo Aguaysol al ministro Juan Pablo Lichtmajer (30/10). Y pese a que parece tan positivo respecto a la escolarización de 228 días de clases, el año que viene, y destaca que pocos países del mundo logran lo que se adelanta a decir que será un hecho en la provincia, quiero respetuosamente decirle que hay escuelas que no tienen personal nombrado para la limpieza y mantenimiento del edificio, situación que varias veces es solucionadas por los mismos padres de los alumnos que se turnan para hacerlo. Y parece ser que entre esas 204 obras entre realizadas y programadas que sostiene, sigue habiendo un sinnúmero de edificios en malas condiciones, con baños en deterioro total, ventanas desvencijadas y sin vidrios, sin material de lectura, con docentes mal pagados porque sus sueldos, como los de todos, son devorados por la inflación. ¿De veras cree que extendiendo la jornada escolar a cinco horas mejorará la calidad de una educación que viene en franca bajada? Tiene razón en decir que la escuela es, quizás, el instrumento más importante de la lucha contra la pobreza. Pero no es precisamente la escuela que tenemos. ¿Alguna vez contempló, a casi mitad de año, lo que complicó a padres, docentes y alumnos al agregar una hora más de clases en una organización horaria que ya funcionaba desde marzo? El ministro parece hablar de una realidad anhelada más que concretada. En esos tiempos en que gozábamos de uno de los mejores niveles de educación del mundo, las jornadas eran de cinco horas, no había necesidad de maestras y/o profesores particulares, y se egresaba del secundario para ingresar directamente a la Universidad. Los alumnos sabían de estudio y los docentes de su noble tarea. Hoy, pobres alumnos, pobres padres y hasta pobres docentes. Los primeros, por no aprender; los segundos, por gastar en una escuela paralela como es la de los maestros y profesores particulares; y los últimos, porque deben pasar el terrible momento de escuchar quejas como que no sabe enseñar, que enseña mal, que dice el docente particular que el verdadero holgazanea, tiene “preferidos” y tantas otras tonterías. Si lo están haciendo bien o no, tendría que ser tarea del Ministerio, a través de inspectores, como se tenían antes, y que hacían temblar y esmerarse a todos. Ellos desaparecieron con el tiempo, o no visitan con la frecuencia que solían.

María Estela López 

24 de Septiembre 1.431 

Concepción


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