03 Noviembre 2022

En respuesta a la lectora María Estela López (carta “educación”, 2/11), no debemos darnos el falso lujo de no ver a la educación como un horizonte. Si perdemos esa perspectiva, indefectiblemente veremos solo lo que falta, y no todo el largo camino transcurrido, lleno de frutos nobles. Otro error es ver con los ojos de antaño, el famoso y erróneo “en mis tiempos todo fue mejor”. Mirada falaz, porque si bien es innegable que venimos de una historia cimentada por una educación pública que forjó a la clase media, esta también sufrió los embates de políticas neoliberales con su característico desfinanciamiento sistemático y su desprecio absoluto, ya que “caíamos en ella”. El horizonte nos dice que todavía faltan cosas para mejorar, pero aquí se equivoca María Estela, porque decir “escuelas sin material de lectura” es desconocer que a las manos de cada alumno de la provincia llegó un libro para aprender, que le pertenecerá y es de una calidad fabulosa. La pregunta retórica casi que no merece respuesta: ¿de veras cree que extendiendo la jornada escolar a cinco horas mejorará la calidad de una educación? Sí, por supuesto. Soy un convencido de que la escuela es el mejor lugar para que estén los estudiantes, y si están más horas se habrá dado el primer gran paso. Estamos en un mundo que debe recomponerse de una fractura histórica fruto de la pandemia, y la escuela no escapa de ella. Por eso debemos valorar la fuerte inversión educativa, el programa de capacitación docente, universal, de calidad y gratuito a la mano de cada docente tucumano. El acompañamiento permanente por parte del Ministerio y un sistema educativo unido es el camino. Cientos y cientos de directores de escuela pueden dar cuenta de ello. Acompañamiento que no busca hacer “temblar”, sino superar cualquier conflicto, que como sabemos son inherentes al sistema, cuando no exista, el sistema perecerá. Lo importante es la vocación clara de solucionarlos.

Pablo Guillermo Sosa 

pablogsosa83@gmail.com


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