Un brindis para que los políticos tomen pastillas de chiquitolina para sus egos

Juntos por el Cambio se enfrasca en sus internas y las desnuda en público.

EX PRESIDENTES. Godoy, titular de Federalismo y Libertad, con Luis Lacalle Herrera (Uruguay), Federico Franco (Paraguay) y Álvaro Uribe (Colombia). EX PRESIDENTES. Godoy, titular de Federalismo y Libertad, con Luis Lacalle Herrera (Uruguay), Federico Franco (Paraguay) y Álvaro Uribe (Colombia).

En el ambiente se respiraba la incomodidad. Las miradas entre los máximos exponentes de Juntos por el Cambio de Tucumán denotaban cierto nerviosismo y hasta desconfianza. Las sonrisas fueron de ocasión. El salón Domingo Faustino Sarmiento de la Sociedad Rural de Tucumán es muy amplio, pero la organización de la Cena Anual de la Fundación Federalismo y Libertad quiso reunir a todos (casi a todos) alrededor de una misma mesa.

El intendente y líder del Partido de la Justicia Social, Germán Alfaro, estaba físicamente muy cerca del presidente del distrito local de la Unión Cívica Radical, el diputado nacional Roberto Sánchez, pero la precandidatura de ambos a gobernador los distancian profundamente. En medio de ambos se instaló el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Los intendentes Sebastián Salazar (Bella Vista), Mariano Campero (Yerba Buena) y Alejandro Molinuevo (Concepción) le daban el marco institucional a ese espacio. Más al centro del escenario, a dos mesas, se ubicó el titular de la Rural y líder de CREO, Sebastián Murga, que, en la antesala de la Cena Anual se presentó en las redes como la “tercera posición” dentro de Juntos por el Cambio. Su cuenta en Twitter ha dejado en claro sus aspiraciones: candidato a gobernador de Tucumán.

“Entusiasma un paso tan importante y trascendente de estos valientes dirigentes tucumanos. El camino para lo que hay que hacer empieza con coraje y decisión. Los tucumanos nos estamos encontrando”, escribió Murga en su cuenta, arrobando a varios dirigentes opositores como Nadima Pecci, Mariano Malmierca, Álvaro Apud, José Macome, Guillermo Casanova y Roberto Ávila, entre otros. Éstos, a su vez, tuitearon un mismo mensaje: “resultado del diálogo y de objetivos en común, decidimos trabajar codo a codo en la construcción de una alternativa de Juntos por el Cambio para los tucumanos”.

Murga dice que sumará más jugadores a este espacio de diálogo: Roberto Sánchez y Mariano Campero, entre otros. Antes lo hizo con el líder de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, con quien la noche del viernes se estrechó en un fuerte de abrazo, en medio de sonrisas complacientes.

A los radicales no le vendría mal que, en esta oportunidad, un espacio como CREO se encargue de reunir a la oposición. “Una alianza grande y generosa. Ese es el camino”, tuiteó ayer el líder ruralista.

A varios de los comensales del espacio opositor no les cayó del todo bien que el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, jugara tan abiertamente con el intendente capitalino. “Es demasiado prematuro para volcar apoyos”; “ya estamos acostumbrados a luchar contra los que compiten con el caballo del comisario”; “el propio Larreta ha dicho que no se inmiscuirá en las internas locales”: “estamos lo suficientemente maduros para avanzar en el diálogo con aquellos que primen el interés colectivo por sobre los personales”; “no nos asustan los apoyos públicos a ciertos referentes, creemos en nuestras fuerzas”. Esas fueron algunas de las frases que se lanzaron en la noche de Federalismo y Libertad.

El brindis de cierre de los organizadores terminó desnudando tanta interna. El encargado de bregar por una política en serio, que deje atrás las divisiones, y que se busque el camino para la recuperación del país, en general, y de la provincia, en particular, fue el vocal de la fundación Federalismo y Libertad, Gustavo Wallberg. Haciendo una analogía con el Chapulín Colorado, el economista invitó a los presentes a levantar las copas para cerrar las celebraciones. Y, allí nomás, lanzó una frase dirigida hacia los políticos presentes (todos ellos opositores al Frente de Todos): “los políticos deberían tomar varias dosis de pastillas de chiquitolina para sus egos y, de esa manera, construir una brújula que les permita tirar todos para el mismo lado”. Varios dirigentes se quedaron con las copas levantadas y casi petrificados por la sugerencia del académico.

Al arrancar la cena, Rodríguez Larreta había señalado que, para alcanzar la unidad, lo importante era administrar la diversidad en el espacio opositor, en un acuerdo amplio, más allá de que le incomodó que durante la entrevista pública se haya mencionado al libertario Javier Milei como parte de esa construcción (la sola mención del libertario arrancó aplausos en un sector de la sala de conferencia).

Al momento de brindar, Rodríguez Larreta estaba camino al avión privado para retornar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su presagio no tardó ni una hora en cumplirse: los conflictos internos en el espacio demoran menos de la cuenta en aparecer. El dilema que quedó en el aire de la Rural es si la dirigencia local de Juntos por el Cambio tendrá la madurez suficiente como para mejorar el resultado de las elecciones del año pasado (estuvieron a dos puntos de ganarle al oficialismo tucumano) o si, por el contrario, continuará enfrascado en discutir candidaturas más que proyectos colectivos.

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