La primera respuesta del Jefe del Enohsa de que se van a incorporar todos los proyectos y todas las demandas de agua potable y cloacas, para a fines de 2023 terminar resolviendo todos los problemas de agua en la provincia, no aplacó la angustia y el enojo de los vecinos del Corte y de los barrios del norte de Concepción, afectados por la crítica carencia de agua en sus zonas. Esa carencia es, en el caso del Corte, prácticamente estructural. Los residentes cuentan que siempre han tenido que sufrir la falta del líquido para las necesidades básicas y que las soluciones ofrecidas por las autoridades siempre han sido precarias.
En efecto, la visita del camión aguatero es, en el caso del Corte, un asunto cotidiano que apenas sirve para solucionar el problema de cada día y que está acompañando de varios inconvenientes: es agua escasa, que se recibe en condiciones de alta incomodidad –se debe subir con una manguera al tanque o bien hay que ir a esperar al camión con bidones- y muchas veces se debe resignar tiempo de trabajo o de estudio para esperar la llegada de la provisión de agua. Si esto se convierte en un asunto diario y se mantiene en el tiempo, es de imaginar la complicación que se añade a la vida vecinal. “No hay provisión constante, el agua es de pésima calidad, no es salubre, y estamos pendientes de que la SAT decida, arbitrariamente, darnos o no el servicio, peleándonos por el camión, cuando se digna a venir“, denunció uno de los vecinos. “Hace 12 años que vivo acá, y nunca tuve provisión de agua las 24 horas del día“, añadió. “Estamos trabajando y, si Dios quiere, esta semana se verán algunos cambios. Esperemos que haya lluvias para aliviar la situación”, dijo el gerente de la SAT, que relató que los obreros estaban haciendo una especie de “tapón” en el Corte para mantener la provisión de líquido en la zona. Pero esperar que llueva no representa una salida para el vecindario sediento.
Además, los vecinos reclamaron que el agua no reúne las condiciones de potabilidad y que la falta de respuesta estructural genera incluso guerras entre los mismos residentes, algunos de los cuales han pinchado cañerías de otros lados. Lo mismo ocurre en los barrios al Norte de Concepción. “Tenemos que trasladarnos a casas de parientes para poder bañarnos, cocinar, comer. A veces, recién a las 3 o 4 de la mañana sale un hilito de agua, y después no hay en todo el día”, dijo una señora del barrio Zavalía. “Hace casi tres semanas no tenemos ni una gota de agua, no tenemos para beber, para higienizarnos, ni siquiera para tirar la cadena en el baño”, añadió.
Sobre estos problemas se cierne la futura emergencia, ya que la urbanización incesante promete generar más problemas. En Yerba Buena ya se sabe que se está en una situación límite, con el acuífero “estresado” -como dijo hace tiempo el funcionario del Enohsa, cuando se anunció la construcción del acueducto de Vipos- por la demanda constante. La explicación de que hay un proyecto para El Corte pero que hay problemas por la falta de regularización dominial no alcanza. Tampoco alcanza que se diga que en los barrios de Concepción no se han hecho pedidos de obras de parte de la Municipalidad. Esas cuestiones son inherentes a la planificación
Hace décadas que se debería haber planteado estrategias para los desafíos de la urbanización, y en eso deberían haber trabajado las distintas entidades de la Provincia y de las municipalidades. Estas son cuestiones de largo aliento. Mientras tanto, la emergencia de los vecinos requiere soluciones inmediatas, que deberían salir en el momento, mientras se ponen a trabajar los estamentos para el futuro próximo.