Las trabas y los desafíos para avanzar hacia un futuro mejor

La segunda charla organizada por la Universidad Nacional de Tucumán para su escuela de formación política y gobierno -que comenzará sus actividades en marzo- incluyó disertaciones de los investigadores Alejandro Grimson y Pablo Vommaro

HACEN FALTA ACUERDOS. Grimson y su equipo estudiaron 10 o 15 cosas que Argentina puede lograr HACEN FALTA ACUERDOS. Grimson y su equipo estudiaron 10 o 15 cosas que Argentina puede lograr LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI

Alejandro Grimson: Las trabas y los desafíos para avanzar hacia un futuro mejor

“Argentina futura. Un horizonte deseable y posible”. Es un espacio de producción de pensamiento sobre los futuros posibles del país en el contexto global, con perspectiva plural y federal. Así se presenta el programa que coordina el doctor en Antropología, licenciado en Comunicación y asesor presidencial, Alejandro Grimson, y que presentó en el ciclo de la Universidad Nacional de Tucumán.

“Es un trabajo colectivo que se inició en 2020 con 50 foros sobre temas estratégicos; participaron 3.000 científicas y científicos de todo el territorio nacional”, explicó. Dijo que en el estudio del futuro “se puede hacer una paráfrasis de esa frase de (Bernardo) Houssay sobre la ciencia: no es que los países no inviertan en estudiar el futuro y en planificar porque sean pobres; son pobres porque no invierten en pensar el futuro y en planificar. Quiero decir que la formación en política requiere inexorablemente un capítulo vinculado a la prospectiva”.

Puntos centrales

En ese sentido, el trabajo no ha sido hacer diagnósticos sino propuestas, si bien “solo nos basamos en dos puntos de diagnóstico que son centrales del pensamiento argentino, que son el péndulo argentino y el empate hegemónico.” El primero es el planteado en 1983 por el ingeniero Marcelo Diamand. “Según él hasta 1983 el problema de Argentina era que había pendulado entre políticas económicas ortodoxas y heterodoxas sin lograr una continuidad y él mostraba cómo el péndulo era negativo”. Mirado en perspectiva, añadió, “entre 1960 y 2020 la Argentina multiplicó su producto bruto interno 3.3 veces; Brasil lo multiplicó por ocho y todos los países de la región crecieron más que la Argentina”… ¿Por qué? Porque el balance en el péndulo es negativo porque en los procesos de expansión y de construcción y desarrollo nunca se llena a recuperar todo lo que se destruye en los procesos de destrucción”. En este punto, planteó que mientras en los países occidentales el gran debate histórico se da por la distribución, “lo particular en Argentina es que a partir de 1976 se instaló otra discusión que es sobre la producción. Lo que se hizo en el 76 fue discutir y aplicar la destrucción sobre la producción. No era una discusión sobre cómo distribuimos la torta, sino que en el 76 Argentina achicó la torta”.

HACEN FALTA ACUERDOS. Grimson y su equipo estudiaron 10 o 15 cosas que Argentina puede lograr HACEN FALTA ACUERDOS. Grimson y su equipo estudiaron 10 o 15 cosas que Argentina puede lograr LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI

El segundo punto de diagnóstico es el empate hegemónico de J. C. Portantiero. “Planteó hace muchos años que en Argentina ningún actor tiene la capacidad de sostener en el tiempo su propio proyecto pero los actores en confrontación sí tienen la capacidad de bloquear el proyecto del adversario, por eso es el empate”. Esto explica que Argentina es el país con más crisis endógenas en toda la región. “Y eso plantea una cultura de las crisis cíclicas que impactan en la vida cotidiana de los ciudadanos porque aparece la emergencia como criterio primordial y tiene un impacto también en las instituciones porque razonan de manera cortoplacista”.

Explicó que construir un horizonte posible es analizar cuáles son las cosas que en 10 o 15 años la Argentina efectivamente puede lograr. “O la Argentina se mantiene dentro del empate hegemónico –así va a ir a un empate catastrófico-... o bien acuerda algunas cuestiones centrales, sale de la discusión estratégica y productiva y pasa a una discusión distributiva, que es propia de las democracias”.

Producción y población

Dijo que en el país “no se puede lograr un desarrollo integral sin una macroeconomía relativamente ordenada y eso implica una moneda fuerte, implica salir del problema de la inflación”. Remarcó la conexión entre el cambio de la matriz productiva y el cambio de la matriz territorial. “Si uno mira dónde están los recursos estratégicos de la Argentina va a encontrar que están mucho mejor distribuidos por el territorio nacional que la población. Porque tenemos uno de esos países catastróficos en distribución poblacional con un tercio de la población viviendo en una sola área metropolitana. Si miramos dónde están los recursos naturales que pueden explotarse de manera sostenible, más los conocimientos laborales y saberes locales, más los conocimientos científicos -por ejemplo, Bariloche, que no solo es un lugar turístico sino también el epicentro un ecosistema de innovación científico tecnológico de alto nivel internacional- si uno quiere cambiar la matriz territorial tiene que empezar por generar empleo en lugares que no sean el área metropolitana de Buenos Aires”. Grimson habló de Vaca Muerta, del litio, de generar polos productivos “atractores de la matriz territorial”.

También dijo que el debate prospectivo sobre políticas públicas laborales no puede quedarse en la contradicción de entre quienes creen que si logramos multiplicar todos los polos productivos vamos a generar el empleo suficiente para volver a ser una sociedad salarial y quienes dicen en movimientos sociales que la situación de exclusión social es del capitalismo y no tiene solución. “Las políticas públicas pueden recorrer un camino que mantenga una forma de inclusión que garantice un piso mínimo al conjunto de argentinos”.

También hay un capítulo dedicado a transformar la matriz energética y otro a “cómo pasar de una democracia de baja intensidad como la que estamos viviendo a una de alta intensidad, lo cual implica una reapertura del debate sobre el acuerdo democrático, que pegó un salto en el riesgo a partir de 1 de septiembre con el atentado a la vicepresidenta, y la cuestión de los discursos del odio y del problema de no tener un poder judicial respetado por todas y todos”.

El último capítulo se dedica exclusivamente a la cuestión del Estado. “No hay un sector, el proletariado, la burguesía nacional, que pueda comandar el proceso de desarrollo integral. Es la política, el Estado, pero la paradoja es que el Estado es el que puede liderar esta transformación pero para transformar el país tiene que transformarse a sí mismo”.

Pablo Vommaro: Los cinco mitos de las políticas públicas sobre las juventudes

Pablo Vommaro, investigador Independiente del Conicet, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires e integrante de la Red de Estudios sobre Juventud y Sociedad, planteó los “Mitos y desafíos en las políticas públicas de juventudes”. Describió que uno de los primeros problemas de las juventudes es que “llegan a un mundo dado con reglas puestas por otros, los adultos, adultocéntrico, así como podría pensar que las generaciones de mujeres llegan a un mundo patriarcal. Las juventudes son habladas pero poco escuchadas”.

Vommaro habló de pensar la política “en un sentido amplio, pensando en las juventudes, en una espacialización de la vida, un espacio construido como relaciones sociales, cotidianas, corporalidades, afinidades diversas, gustos musicales, cuestiones religiosas, que tienen que ver con formas de expresión política juvenil que muchas veces son subestimadas desde la polítca pública”. También habló de reconocer las desigualdades en su multidimensionalidad. “La pandemia mostró que las desigualdades generacional, de género y territorial fueron las que más crecieron en los últimos tres años”.

“HAY QUE PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO”. Vommaro dice que hay una mirada “adultocéntrica”. “HAY QUE PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO”. Vommaro dice que hay una mirada “adultocéntrica”.

Añadió que “las diversidades desde las políticas públicas son consideradas en términos de fragmentación y creo que hay que considerar la diversidad como potencia de las juventudes, de producirse desde la diferencia”.

Remarcó dos procesos de este tiempo: la “juvenilización”, que “quiere decir adhesión de rasgos atribuidos a las juventudes a otras dimensiones de la vida social -pautas de consumo; hoy los padres y las madres quieren parecerse más a sus hijes en gustos, vestimentas, redes sociales, gustos musicales; en la política hay una red semántica de nuevo bueno joven y viejo, malo, adulto”. En esto cabe además la denostación de la política: “Hace poco estaba en Rosario; decían es la única profesión en que dicen ‘yo no quero ser político, odio a los políticos, no quiero ser diputado… ¿no me votan para diputado?’ Imagínense si yo como profesor digo ‘yo no quiero ser profesor no estudié para profesor, odio ser profesor… ¿No me contratan para profesor?’ En política pasa: todos dicen ‘odio la casta’. Hay una cuestión de una ambivalencia fuerte y yo lo atribuyo también a esta cuestión generacional”. Otro proceso es que vivimos “un mundo adultocéntrico, reglado por adultos; hay juventudes muy habladas y poco escuchadas de reglas puestas por adultos”. Explicó que lo que se conquistó a nivel de género todavía falta mucho para conquistar a nivel de juventudes.

Las cinco cuestiones

Luego explicó los cinco mitos: Uno, la cuestión del trabajo. “Las principales preocupaciones de las juventudes, si uno mira algunas encuestas -hay muy pocas- son materiales: trabajo y vivienda. Desde muchas políticas públicas se formula: ¿Qué necesitan los jóvenes para conseguir trabajo? Capacitación, formación, recibir cursos, talleres. Yo no digo que no lo necesiten pero la mirada generacional, de escucha de empatía, de ponerse en el lugar de, nos muestra, en una encuesta del 2015, que ocho de cada 10 jóvenes que consiguieron trabajo dicen que lo hicieron por conocidos, por recomendación, por familiares, por algún contacto. Y ahora viene el Estado y les dice ‘tomen cursos para formarse para la empleabilidad porque lo que pasa es que ustedes son responsables de que no tienen las habilidades que el mercado laboral demanda’. Pero acá hay un hiato intergeneracional. O sea las juventudes saben que no lo consiguen así. Y lo mismo en educación-trabajo. Hoy con la precarización del mundo laboral no es tan cierto lo que nos enseñaron de que cuanto más estudies mejor trabajo vas a conseguir. Un repartidor de mercadería, un delivery, no sé si estudió de eso”.

“Lo que digo -aclaró- no es que no hay que tener educación sino qué educación hay que tener y cómo les hablamos a las juventudes para que esa educación sea significativa, sea valiosa, realmente transforme su experiencia de vida y no sea una mera reproducción de los que los adultos nos imaginamos que las juventudes necesitan”.

Segundo mito: el abandono escolar. “Muchos dicen las juventudes no quieren estudiar. Sin embargo los pocos datos que hay dicen que ocho de cada 10 jóvenes que abandonaron sus estudios -sobre todo secundarios- quieren retomarlos y no pueden por falta de políticas públicas o de condiciones materiales”.

El tercer mito: los ni ni. “También vinculado con la educación y el trabajo: hay un 22% de la población que ni estudia ni trabaja y hay un estudio de Cepal que muestra que el 55% de esos supuestos ni nis, sobre todo mujeres, está afectado a tareas de cuidado, o sea trabajo social no reconocido y no remunerado”.

El mito 4: las juventudes solo están en el mundo digital y en las redes sociales. “La pandemia mostró la intensificación de las redes sociales en el mundo digital pero también la necesidad del encuentro presencial. Con la pandemia los jóvenes experimentaron mayor estrés o ansiedad. Un dato señala que el suicidio pasó de ser la sexta causa de muerte juvenil en el 2014 a la cuarta causa en el 2016 y a la segunda causa hoy. Y eso habla de una dimensión emocionalque no estamos pudiendo procesar”. El último mito tiene que ver con que los jóvenes sólo están interesados en el ocio. “Las preocupaciones de las juventudes preguntadas son muchas materiales que a veces no se tiene en cuenta; por ejemplo, seguridad”.

Concluyó con tres verbos: escuchar, reconocer, visibilizar. “Generar los dispositivos de escucha, de protagonismo en la toma de decisiones; reconocer las formas de vida juveniles diversas; visibilizar, no negar, no etiquetar. Los desafíos de la política pública son: situada, informada, que haga empatía, que reconozca, que interpele desde una experiencia concreta y no que interpele desde una imagen producida o desde un mundo adulto, por eso se habla de políticas con y desde las juventudes y no tanto por y para”.

El ciclo

Bienvenida.- Les doy la bienvenida a una nueva conferencia de apertura de la escuela de formación política y gobierno”, dijo la vicerrectora de la UNT, Mercedes Leal, al presentar a Alejandro Grimson y Pablo Vommaro en el auditorio del Centro Cultural Virla. Leal destacó que la idea de esta escuela -que comenzará sus talleres en marzo próximo- implica “comprender a la formación como categoría política” para “habilitar espacios de debates, de deliberación, de intercambio respetuoso y fundado que contribuya a la interpretación y el conocimiento de la realidad”. Añadió que la formación política tiene carácter de quehacer pedagógico y que la escuela habiltará “espacios de debates que instalen dudas y visibilicen las contradicciones para posibilitar un pensamiento crítico”. La primera conferencia, en octubre, había sido la presentación de Adolfo Stubrin, quien disertó sobre “Las políticas educativas en la transición: de la dictadura a la democracia”.

“Escuchar”.- Vommaro contó que una periodista le preguntó “¿qué tendría que hacer un político con los jpóvenes?” y él respondió: ¿Qué tendría que hacer un político con los jóvenes? “Escucharles, generar los espacios de escucha y atención para que sean protagonistas contemporáneos, no ‘líderes del futuro’; reconocerles en su capacidad presente”.

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