La filosofía de Lucía Piossek

Fue una de las mayores pensadoras que dio Tucumán a la cultura argentina. Pensó, con una profundidad extraordinaria, a la mujer y a la maternidad.

VALOR CONSTANTE. Más allá del efecto de las ideas en la vida, Lucía Piossek consideraba al pensamiento como una actividad que conforma la vida cotidiana. VALOR CONSTANTE. Más allá del efecto de las ideas en la vida, Lucía Piossek consideraba al pensamiento como una actividad que conforma la vida cotidiana.
13 Noviembre 2022

Con su producción escrita, Lucía Piossek se incorporó a la lista de filósofos y filósofas que se valieron de formas no canónicas para expresar sus ideas: Lucrecio, Montaigne, Nietzsche, Chéstov, Camus, Sartre, Simone de Beauvoir, Hannah Arendt. Estos pensadores plasmaron su pensamiento de una manera artística y con una profundidad notable. En contra de las modas universitarias y de la tradición académica, Piossek indagó en las posibilidades del código escrito, en la escritura en sí misma entendida como un arte. Lucía Piossek fue cultora de un género exigente: el ensayo. Publicó De la trama de la experiencia (1994), El filósofo topo. Sobre Nietzsche y el lenguaje (2005), Argentina: identidad y utopía (2008), Ensayos y testimonios (2015). En sus libros, especialmente en los textos de Ensayos y testimonios, Piossek enfoca con sutileza, emoción e inteligencia asuntos vinculados con la tradición filosófica (el amor, la vejez, el ser y la apariencia, la metafísica) y también asuntos que resultaron innovadores en el contexto de producción de pensamiento. En 1966, Lucía presentó la primera versión de su ensayo sobre mujer y filosofía (recogido en Aislamiento y comunicación, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1966). En ese texto (que tuvo distintas versiones), parte de la reflexión de Gabriel Marcel a propósito de la paternidad: “Este filósofo se preguntaba cómo a partir de una nada de experiencia carnal, podía desarrollarse ese sentimiento maravilloso que es el sentimiento y el deber de la paternidad”.

El cuerpo y el lugar de la mujer

Lucía Piossek llegó a la pregunta por la maternidad y el lugar del cuerpo: “¿cómo puede instalarse en el mundo un cuerpo enajenado, puesto al servicio de “otro” que lleva incorporado en sus entrañas?” Piossek sostiene que el cuerpo gestante es mi cuerpo pero no mío. El cuerpo de la mujer gestante es cuerpo de la mujer pero no es sólo de ella. “Es un cuerpo que impide olvidar la sujeción a un orden y a un ritmo compartidos con otras regiones de la vida vegetal y sobre todo animal. La orgullosa afirmación de la persona como autodeterminación y poder sobre la naturaleza se hace difícil para un ser humano que nota que sus mejores fuerzas y reservas vitales se desplazan hacia los intereses de la especie; para un ser humano que deja literalmente de ser individuo, y que de modo natural, y no por decadencia vital, no es totalmente libre en la utilización de sus fuerzas”. Así, el cuerpo gestante es un receptáculo de un “otro”, y ese otro se sirve de mí (dice Lucía) como medio a través del cual ingresar al mundo.

Lucía Piossek entiende que ante el malestar que provoca un cuerpo enajenado son posibles actitudes que implican una diversidad de concepciones del mundo. Por un lado, asistimos a actitudes de resignación ante una fatalidad natural. Otras admiten el dolor físico propio de la maternidad, “por juzgar que sólo aisladamente tomado es un mal”; otras personas se rebelan, practican una “rebeldía metafísica”; y un último grupo se rebela “contra la sociedad y la historia que han convertido a la maternidad en un mito necesariamente ligado a la debilidad y al mal físico”.

Este ensayo indaga en el lugar de la mujer en la historia de la filosofía. Hacia el final encontramos una respuesta en forma de pregunta, una idea de mujer filósofa que no considera la supuesta debilidad femenina sino el cuerpo en su complejidad, es decir, la figura de la que tiene en carne propia el “desarrollarse lento y matemático de un ser vivo”: “¿no es acaso más contundente la experiencia de un ser humano que en carne propia, desde dentro, asiste al desarrollarse lento y matemático de un ser vivo?”

Apariencias y filosofía

En el ensayo “El esplendor de la apariencia”, Piossek razona sobre un asunto que parece común y que, sin embargo, propone repensar lo que damos por hecho, las apariencias, eso que tenemos a la mano. Lucía sugiere que eso nos define en cierta medida y que, además, captura o atraviesa distintas zonas de nuestras vidas, no solo, obviamente, las apariencias vinculadas con la oposición entre ser y apariencia (porque una cosa es y otra cosa es lo que parece ser, o aparece como que es), sino las distintas posibilidades de apariencia: el cine, las flores, la pintura, etc., porque evidentemente hay algo que no es por sí mismo, pero que imita otra cosa y que nosotros la necesitamos para vivir.

En “El pensamiento filosófico en los umbrales del siglo XXI”, dice: “De lo que sí estoy bastante segura es que la filosofía, de seguir existiendo, en cualquiera de sus formas no podrá eludir los fundamentos de un humanismo aggiornado, de una ética planetaria que haga posible la convivencia en un mundo plural”. Es importante detenerse en esta duda sobre el futuro de la filosofía: “de seguir existiendo”. La afirmación, acerca del humanismo aggiornado, parte de una duda o de un condicional. ¿Seguirá existiendo la filosofía, acaso podría no existir? Piossek lanza un boomerang en esa vacilación. En el planteo de la duda se inicia un periplo reflexivo que podría derivar en que la filosofía alguna vez deje de existir.

Durante su vida, Lucía Piossek no dejó nunca de pensar. Más allá de la influencia o del efecto de las ideas en la vida, ella consideraba al pensamiento como una actividad que conforma la vida cotidiana. Como Nietzsche, como el ruso Chéstov, Lucía Piossek entendió que la filosofía no es otra cosa que el traslado a concepto de un problema vital.

PERFIL

Lucía Piossek Prebisch realizó estudios de grado y posgrado en Filosofía en la Universidad de Colonia (Alemania) y en la UNT, donde fue profesora titular de Filosofía contemporánea, fundadora del Instituto de Historia y Pensamiento y, desde 2000, profesora emérita. Estudió en profundidad el pensamiento de Marcel, Camus, Heidegger, Hannah Arendt y, en particular, Nietzsche. Se ocupó igualmente de temas como la mujer, la violencia, la vejez, la universidad. Fue miembro de honor de la Fundación Lillo, miembro de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán y vicepresidente de la Sociedad Sarmiento. Entre sus libros pueden mencionarse El filósofo topo y Argentina: identidad y utopía. En 2014 ganó el Premio Konex al ensayo filosófico.

© LA GACETA

Fabián Soberón – Escritor. Su último libro es Mamá (Editorial Aurora, Tucumán, 2022).

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