Los qatarías están más interesados en las carrera de camellos

13 Noviembre 2022

Los camellos se lanzan a toda velocidad por una pista. En una vía paralela, sus entrenadores les siguen al volante de un todoterreno, en uno de los cuales viaja el joven Nasser al-Marri, que controla a distancia el robot instalado en la joroba de su camélido.

Mientras Qatar se prepara para recibir más de un millón de aficionados para el Mundial de fútbol, la pista de Al-Shahaniya, a 40 kilómetros al este de la capital Doha, parece estar aislada de la fiebre que invade el pequeño emirato. Nasser, por ejemplo, dice que prefiere las carreras de “camellos arábigos” al fútbol.

Hasta comienzos del siglo XXI, los dromedarios eran montados por niños, pero esta práctica se declaró ilegal a finales de 2004, dando paso a jockeys mecánicos teledirigidos. En sus vehículos, los entrenadores manipulan a distancia a sus jinetes robotizados para espolear a los animales, a los que animan a gritos a través de un ‘walkie-talkie’.

Nasser al-Marri es un ‘moudhammer’. Supervisa el quehacer diario y los entrenamientos de sus monturas y los guía en las competiciones. “El dromedario forma parte de nosotros, es nuestra principal pasión, el deporte número 1 en el Golfo”, se entusiasma este joven de 23 años, pese a que los qataríes también son grandes seguidores del fútbol.

De hecho, Nasser y otros tres ‘moudhammer’ esperan con impaciencia el comiendo del Mundial el próximo 20 de noviembre.

En el asiento trasero de su auto, teléfono en mano, Ahmad Ali, 21 años, muestra un extracto del video de una carrera organizada en la pista de Al-Shahaniya por el PSG, el club francés,

“Espero que Neymar venga con el resto de sus compañeros brasileños y que otros equipos vengan también a descubrir nuestro deporte nacional”, lanza.

Abdallah Hafiz, también de 21 años, espera también que los aficionados “descubran el deporte de nuestros antepasados”. Ali al-Marri, 66 años, saborea un café en un pequeño local cerca de la pista y explica “haber aprendido este deporte de mi padre”. “Actualmente estoy jubilado. Este deporte es caro, pero los dromedarios son mi vida”, añade.

“El fútbol no me interesa. Para mí, solo las carreras son un deporte. Y cuando estoy al lado de mi montura, tengo la impresión de que el mundo me pertenece”, insiste.

Abdallah Hafiz, 52 años, confirma que las carreras requieren mucho dinero, pero también esfuerzos y perseverancia.

El costo no se limita solo al precio de compra del animal, que comienza a partir de U$S10.000, sino también su entrenamiento y sus cuidados, estimados en otros U$S1.500 mensuales por dromedario, detalla.

Comentarios