Los tucumanos vivieron con más calma el tercer partido

Convencidos de que Argentina iba a ganar, los fanáticos se reunieron en bares y en otros espacios para alentar a la Selección

TENSIÓN. Con gritos y mucha sorpresa, los tucumanos lamentaron el penal atajado de Lionel Messi. Aun así, los fanáticos no dejaron de aplaudir al astro. TENSIÓN. Con gritos y mucha sorpresa, los tucumanos lamentaron el penal atajado de Lionel Messi. Aun así, los fanáticos no dejaron de aplaudir al astro. LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI

En la calle no hay un alma. Y no es porque minutos antes de las 16 haya empezado a llover; la responsabilidad es del Mundial. No pasa en todo el globo, pero en nuestro país el tiempo se detiene cada vez que la Selección entra a la cancha. Cuando el árbitro da luz verde para iniciar el partido, la imagen es la misma en casi todos lados: desolación. Mientras tanto, la emoción, la esperanza y la expectativa, se viven y crecen en las reuniones.

Por las calles sólo circulan los cadetes de delivery; en las paradas de colectivo no queda más que algún pasajero y la gran mayoría de los negocios están cerrados. Hay algunas personas caminando -en su mayoría con looks mundialistas- pero eso es todo. Los tucumanos están en sus “bunkers”; según cábalas o afinidad, todos eligen lugares específicos para vivir esta fiesta.

Con los primeros minutos del partido Argentina-Polonia, los gritos, los vítores y las vuvuzelas se vuelven protagonistas. “¡Vamos, Argentina!”, “¡Hoy ganamos!” y “Diego, ayudanos”, son algunas de las cosas que los fanáticos gritan desde los edificios. Las casas son, sin duda, un gran centro de reunión. El otro espacio que nuclea a los apasionados es el bar: los que están abiertos -en cualquier parte de San Miguel de Tucumán- en su mayoría se han atestado de gente.

Puertas adentro

“Tenemos la tradición de juntarnos a ver los partidos con amigas. Sólo nosotras cuatro; no puede venir nadie más”, cuenta a LA GACETA Florencia Brizuela, que está disfrutando de la contienda junto a tres amigas en un bar. “Hemos dejado a una amiga afuera de la juntada, porque no puede venir nadie más”, subraya Brisa Buabse. Las chicas miran el partido en un restó de 25 de mayo y San Martín. Obviamente, el lugar está lleno; algunos almuerzan, otros casi-casi meriendan, y también están los que disfrutan de una cerveza.

La ilusión está intacta, y crece aún más al ver las jugadas del equipo contricante. “Realmente pensábamos que Polonia iba a estar mucho mejor, pero ganamos 2 a 0, o 2 a 1”´, reflexiona Florencia. Ella sabrá más tarde, que tan equivocada no ha estado en su predicción.

“Se ve más gente en los bares. Lo que pasa es que es más cómodo venir acá a ver los partidos. Pueden desahogarse mucho más que en la casa -dice Nolberto Sosa, mozo del mismo bar-. Al partido anterior lo vivimos con más nerviosismo. Por cualquier cosa ya gritábamos; hoy lo pasamos más tranquilos”

Algunos eligieron mirarlo fuera de casa, y otros no tuvieron otra alternativa. Fernando Bravo salió temprano de casa con sus hijos, porque tenía que hacer algunos trámites en el centro. “Como sabíamos que no nos iba a dar el tiempo para volver a casa, salimos preparados. Por suerte, al partido de hoy no lo vivimos con tanta presión, disfrutamos un poco más; seguro ganamos 2 a 0”, le confía a LA GACETA. Sus hijos -todos con outfits albicelestes- avalan el resultado de su padre.

Rutinas mundialistas

“Ver un partido es todo un proceso... Los lugares siempre tienen que ser distintos; no repito nada”, comenta Noelia Molina, que está junto a sus amigos en la pizzería de 24 de septiembre y 25 de mayo primera cuadra. Se la nota nerviosa. “Después del primer partido, con Arabia, ya no hay confianza. Ahora dejamos todo en las manos de Dios Messi”, resume.

Luego de un primer tiempo bastante tranquilo, con algunas jugadas erradas y un penal atajado, los tucumanos viven el inicio de la segunda mitad con gran expectativa. “El primer tiempo fue un poco intenso; pero confío que ahora lo damos vuelta. Lo que pasa es que Polonia tiene un arquero extraordinario -reflexiona Braian Mamani, que ve el partido en la rotonda del Parque 9 de Julio-. Hoy ganamos con lo justo, y vamos a tener que prepararnos porque son rivales difíciles los que vienen. Es un mundial duro y lleno de estrellas”.

Las cábalas sí son importantes, reflexionará más de uno minutos más tarde. Gabriela Ávila va todos los mundiales a ver los partidos en el parque. “Es nuestra cábala -comenta-; salimos corriendo para llegar. Aquí hay mucha energía; más allá de que el equipo gane o pierda, se siente, y es lindo venir”. Esa energía explota sólo unos segundos más tarde, cuando Argentina realiza su primer gol. Con el segundo, en el parque, en los bares y en las casas, se respira alivio y alegría. El sueño mundialista está cada vez más cerca de cumplirse...

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