Messi, el penal y un elogio al fracaso

03 Diciembre 2022

¿Qué tan malo es equivocarse? ¿Y si el que comete un error es aquel a quien nadie cree capaz de errar? ¿Qué queda para los demás? ¿Que alguien a quien se considera infalible falle o no alcance el objetivo que se espera de él lo convierte inmediatamente en un mal ejemplo? ¿Es posible aprender algo de un fracaso?

Probablemente el miércoles, algunos padres tuvieron que explicarles a sus hijos que Lionel Messi también puede tener un mal día. Que aunque sea el mejor del mundo y tal vez de la historia, la chance de errar un penal lo acecha. Si se lo mira desde una perspectiva pragmática, lo que ocurrió durante el minuto 39 del partido entre Argentina y Polonia habilita la posibilidad de repensar la postura que se suele adoptar ante un fracaso y hablar sobre ello con los chicos y los adolescentes, que están en plena construcción de su personalidad ¿La razón? Es necesario acompañarlos de manera positiva durante este proceso para evitar inseguridades que los condicionen el resto de sus vidas.

En ese contexto, no se puede dejar de prestar atención a las redes sociales. Es indiscutible que han cambiado el mundo y las relaciones -en muchos casos- para bien, pero también se han convertido en potentes multiplicadores de la banalidad, de lo superficial, de la pose permanente. Crean un espejismo en el que es necesario mostrarse como ganador en todos los órdenes de la vida. Sucede que el desarrollo de una identidad digital permite seleccionar con facilidad qué aspectos serán públicos y cuáles no. Suelen quedar afuera las vulnerabilidades, las inseguridades, la propensión al error y todo aquello que se considere un defecto (aunque en realidad no lo sea). En definitiva, un conjunto importante de rasgos que conforman la personalidad de un individuo.

Es importante que los chicos y los adolescentes tengan presente que aunque ocultemos facetas de nosotros mismos no quiere decir que estas hayan desaparecido. El desafío para los padres es, en todo caso, enseñarles que no deben dejarse engañar por los espejismos que ofrecen las redes. Y ahí es donde el penal errado por Messi se vuelve tan importante: si él es capaz de patear mal la pelota ante los ojos del mundo, ellos también pueden equivocarse. También pueden sentirse vulnerables algunas veces, estar tristes, tener miedo o vergüenza, y admitir que no saben hacer tal o cual cosa. Eso no los hará más cobardes o débiles. Al contrario, los hará más reales y humanos. En definitiva, más parecidos a Messi, que también se equivoca.

Dejando de lado la formación de nuestros chicos, el temor al fracaso suele estar muy presente en otros ámbitos, como el laboral. El miedo a cometer un error a veces funciona como un potente freno de mano que deja a muchas personas a mitad de camino, con proyectos nunca concretados. Sin embargo, hay otros que, con sus actitudes, interpelan al resto. El auge del “ecosistema emprendedor”, como se denomina al conjunto de individuos que están transformando el mundo de los negocios, pone en valor la idea del fracaso: hay que equivocarse para aprender y alcanzar el éxito.

Creemos que la frase pronunció durante una entrevista en 1955 el escritor estadounidense y ganador del Nobel de Literatura William Faulkner es una buena premisa: “Fracasar y luego volver a intentarlo. Eso es el éxito para mí”.

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