LA GACETA en Qatar: por qué la Selección se complicó cuando todo parecía servido

Las claves del partido.

MUNDIAL DE QATAR. La Selección derrotó a Australia y pasó a cuartos de final. Foto tomada de Twitter: @Argentina. MUNDIAL DE QATAR. La Selección derrotó a Australia y pasó a cuartos de final. Foto tomada de Twitter: @Argentina.

1) Esta vez no corresponde dejarlo para el final. El problema con Messi es cómo decorar lo que ya está dicho con su fútbol. Venía errando algunos pases, enmarañado por la marca australiana en un primer tiempo anodino por donde se lo mire. Intentado oler la sangre de la defensa para darle paso a su voracidad goleadora. Dicho y hecho: Mac Allister metió la pelota en el área tras un tiro libre, Otamendi la rebotó y Messi estuvo en su lugar favorito para definir. Ahora bien, el segundo tiempo del capitán, sobre todo el tramo final, fue en modo genio. Gambeteó, tocó de primera, aceleró, escondió la pelota, le sirvió dos veces el gol a Lautaro y hasta tiró un zurdazo que buscaba ángulo y no lo encontró por centímetros. Estaba agotado, volvía caminando, y de repente se activaba a 1.000 por hora. Y algo más: en Mundiales nunca había marcado más allá de la fase de grupos. Tremendo. Que descanse mucho durante esta semana. Por lo pronto, si alguien tiene adjetivos nuevos para describirlo, por favor que los comparta.

2) La cartografía del partido está trazada por una multitud de líneas, de bloques, de cruces. Hubo un mérito de Australia (el orden, la presión alta, la concentración en la marca) y un déficit de la Selección (la escasa movilidad, la falta de inventiva para quebrar ese planteo). Uno estaba decidido a aguantar, rocoso, firme, aplicado; el otro quería ir para adelante pero le costaba, se repetía, faltaban las gambetas, los pases verticales, la sorpresa. El primer tiempo era un 0 a 0 cantado, pero cuando está Messi nunca hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado. No fue una buena Argentina esa del primer tiempo. Encontró la ventaja y eso le dio otro aire. Será que el equipo está tan seguro de que en algún momento los espacios se van a abrir que peca de confiado. Cuidado con esto.

3) El “factor Julián”. Por TV seguramente se pierde mucho de lo que hace Álvarez. Nunca se queda quieto, confunde a los defensores apareciendo por cualquier parte, los molesta, los presiona, los obliga a equivocarse. Pica siempre, aunque sepa que no van a tirarle la pelota. Es un extraordinario primer defensor. Y está, claro, su poder goleador. Si el juego no va a él, Julián se inventa sus oportunidades, les saca jugo a las piedras de un partido trabadísimo. Así puso el 2-0, fruto de la solidaridad para presionar transformada en “ojo del tigre” tratándose del área. El arquero australiano, que ya venía apurado por De Paul, todavía debe estar preguntándose de dónde salió Julián para robarle la pelota. Cuando lo reemplazó Lautaro, se llevó una ovación impresionante. Las cuentas le salen formidables: dos partidos de titular, dos goles mundialistas.

4) Lo insólito es que el equipo haya terminado sufriendo cuando tenía todo para transitar plácidamente hacia los cuartos de final: 2-0 arriba, mejorado en el manejo de la pelota, con variantes que estaban apareciendo. El descuento australiano fue producto del infortunio, porque el disparo de Goodwin se iba derecho a la tribuna. Desesperado por bloquearlo, Enzo Fernández no hizo más que descolocar a “Dibu” Martínez generando un rebote. Y ya con el 2-1 las chances de aumentar fueron clarísimas, pero Lautaro Martínez no encuentra un desahogo y sigue definiendo mal. Messi y De Paul armaban un desparramo en cada ataque y la zaga australiana estaba jugada. Y aún así… Bien, esta es la parte cinematográfica.

5) Lisandro Martínez celebra los cruces y despejes como si fueran goles. Los hinchas del Ajax holandés lo amaban por eso, los de Manchester United deliran. Y Lisandro fue fiel a su foja de servicios, cerrando en el momento preciso tras una apilada que parecía terminar en la red. ¿Fin del suspenso? Nada de eso, la película tenía reservado el gran final. El héroe debe emerger a la hora señalada, como Gary Cooper. Y “Dibu”, que ya nos acostumbró a esta clase de roles protagónicos, tapó con los brazos, con las piernas y con el pecho lo que parecía inevitable, inmerecido y, sí, increíble. Fue el caballero rojo, un titán en el ring del área chica. Todo digno de Marvel.

6) No es fácil sacarle la ficha a la Selección. Jugó cuatro partidos y en todos mostró distintas facetas; alternó buenas y malas; por momento luce dominante y candidataza, para después propagar dudas y fruncir el ceño del análisis. Siempre querremos que los partidos sean un cálculo del baile a Polonia; jamás que regrese la sombra de Arabia Saudita. Y los dos antecedentes forman parte de esta campaña, que va para adelante dejando un reguero de matices. ¿Cuál es la verdadera Argentina? Una mezcla de todos esos momentos, un viaje entre la holgura y el sufrimiento. Para seguir trepando en el Mundial, se sabe, será imprescindible encontrar el equilibrio. Países Bajos es un rival mucho más calificado que los cuatro enfrentados hasta aquí, pero eso también puede jugar a favor. Lo importante es mantener las formas, el convencimiento. Y revisar los errores. Contra Australia, a fin de cuentas, la Selección se complicó sola.

7) De Paul jugó un segundo tiempo al nivel de sus mejores producciones. Esa es una gran noticia. Pero ni Mac Allister ni Enzo Fernández fueron los del miércoles pasado, el partido les quedó incómodo. Mejor Mac Allister que Enzo, lejos de reprobar los dos. Los laterales eran claves para abrir a Australia por los costados, nunca lo consiguieron y ambos fueron reemplazados. Se refuerza la certeza: Molina, Acuña, Montiel y Tagliafico nunca terminan de sacarse ventaja. Otamendi revoleó alguna pelota y hasta le dejó corto un pase a “Dibu”, más sólido “Cuti” Romero. El boletín de calificaciones registra, por sobre todo, una ausencia, y es porque al partido lo urgía un gambeteador como Di María. No es lo de “Papu” Gómez, está claro. A cruzar los dedos y tenerlo a Di María listo el próximo viernes.

8) A Scaloni se lo vio yendo y viniendo del banco durante el primer tiempo, conferenciando con sus lugartenientes. Apenas iniciada la segunda parte oteó el horizonte, comprobó que los australianos seguían igual y cambió la táctica: afuera “Papu”, adentro Lisandro Martínez, línea de cinco. ¿El objetivo? Descomprimir la mitad de la cancha, darles más espacio a los volantes, lanzar a los laterales. Es un dibujo que al entrenador le gusta mucho. El que sigue sin pisar la cancha es Paulo Dybala. Se lo vio moverse intensamente, parecía que entraba, pero al final los elegidos fueron Lautaro y Exequiel Palacios. En la próxima, el DT se juega un mano a mano con un viejo zorro de la línea de cal: Louis van Gaal.

9) Si algo anhelaba el cuerpo técnico era la posibilidad de darle descanso al plantel. Misión cumplida: hasta los cuartos de final se abre un paréntesis de seis días. Tiempo para recuperar “tocados”, para aflojar tensiones, para ensayar movimientos. Serán varias prácticas premium pensando en Países Bajos. Y le vendrán de perillas a Messi, tan necesitado de seguir afinando la máquina. Positivo por donde se lo mire.

10) Argentina llegó a Qatar decidida a llegar lejos. Cualquier resultado por debajo de los cuartos de final se tomaría con pinzas, no faltaría el uso de la palabra fracaso. Esa meta primigenia está cumplida. El lápiz del Mundial se afina, sólo quedarán ocho. Todos los partidos son finales, sí, pero el de cuartos es bisagra. Una suerte de Rubicón que todos los equipos quieren cruzar. Ahí va la Selección, por lo suyo.

Comentarios