La dinámica capitalista y la finitud humana

tendencias, paradojas y pulsiones de nuestro tiempo

CONTRA LA VIDA COSIFICADA. Byung -Chul Han dice que vivir implica también asumir en la conciencia las dimensiones de la muerte reprimidas. CONTRA LA VIDA COSIFICADA. Byung -Chul Han dice que vivir implica también asumir en la conciencia las dimensiones de la muerte reprimidas.
04 Diciembre 2022

ENSAYO
CAPITALISMO Y PULSIÓN DE MUERTE
BYUNG-CHUL HAN
(Herder - Barcelona)

Este nuevo libro de uno de los pensadores más influyentes del momento reúne una serie de artículos y conversaciones que abordan sus conceptos fundamentales introduciendo una dimensión novedosa (concepto que conecta a su corpus teórico de un modo original): la noción de pulsión de muerte del capital; el capitalismo se basa fundamentalmente en la negación de la muerte. El capital se acumula para hacer frente a la pérdida absoluta que implica la finitud; la muerte genera la presión para producir y crecer. El dinero acumulado otorga a su propietario una suerte de inmunización contra la muerte. En el nivel de psicología profunda se mantiene la idea que el aumento de riqueza en forma de capital, protege de morir. Se acumula capital para generar una sensación de poder e invulnerabilidad, para huir de la muerte. El capitalismo está obsesionado con la muerte, lo mueve el miedo inconsciente a la muerte. El afán por la acumulación y el crecimiento surgen en vistas de esta amenaza siempre presente, constante. Esta separación de vida y muerte, que constituye la economía capitalista -sostiene el autor- genera la vida no muerta, la muerte en vida. El capitalismo genera una paradoja de la pulsión de muerte; le quita la vida a la vida. Los zombis del rendimiento, del fitness o del botox, son fenómenos de la vida no muerta. El no muerto carece de toda vitalidad. La histeria por la salud es la manifestación biopolítica del propio capital, por eso el ajuste de la vida humana a la función es ya una cultura de la muerte. El principio de rendimiento, presente en el sistema neoliberal, es decir, la lógica de la eficacia y la autoexplotación libre asimila al hombre a la máquina y lo enajena de sí mismo. Para sobrevivir nos enterramos vivos, el sujeto sometido ni siquiera es consciente de este sometimiento, cree que está en libertad, y esta libertad ya no es más oprimida, ahora es explotada por el totalitarismo digital que trae como consecuencia una vigilancia total del individuo. Con la esperanza de sobrevivir, entonces, acumulamos el valor muerto, el capital, mientras construimos de manera activa nuestra propia prisión: el panóptico digital. El capital muerto destruye el mundo viviente, en eso consiste la pulsión de muerte del capital. La vida sin muerte es una vida cosificada y maquinal. A esto hay que contraponerle, argumenta Byung-Chul Han, la afirmación de que la vida significa también afirmar la muerte, asumir en la conciencia aquellas dimensiones de la muerte que hasta ahora se han reprimido. La muerte es un perderse en sí mismo, que pone fin al narcisismo.  

© LA GACETA

Ezequiel Mario Martínez


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