Lisandro Martínez con LA GACETA: el defensor que hace goles evitando los del rival

El defensor argentino analizó el triunfo de la Scaloneta ante Australia.

Lisandro Martínez con LA GACETA: el defensor que hace goles evitando los del rival

Me pierdo por el corazón de la Marina de Lusail. El glamour de la luces que la iluminan y las monstruosidades de edificios que la decoran no hacen más que encandilar los sentidos de este hombre nacido en Tucumán. Las calles de este paseo son un viaje al descanso mental, una sesión de terapia a cielo abierto en la que uno mismo tiene vía libre para encontrarse con su propio ser y resolver sus pormenores de emergencia, si es necesario.

Me quedo con eso de “resolver” y recuerdo a Lisandro Martínez en la noche soñada de la Selección luego de dar un paso más hacia el anhelo de la tercera Copa del Mundo. Y recuerdo al central por haber sido agente de retención de una de las dos acciones de mayor peligro sufridas por la Selección ante Australia, justo sobre el final del partido en el Ahmad Bin Ali Staduin y cuando el olor a prórroga podría haber significado un premio castigo para la Argentina. “Sufrimos al pedo”, algo de razón tenía Lionel Messi.

Por si la olvidaron, se las recuerdo: cuatro minutos después del descuento aussie, con ese remate desviado en la humanidad de Enzo Fernández que descolocó a Emiliano "Dibu" Martínez, Aziz Behich, el lateral derecho que se manoteó con Leo casi al inicio del juego, armó una jugada maradoniana, impropia de un lateral derecho. Al menos por el contexto de su propia faena durante el partido.

El hombre del Dundee United frotó la varita mágica y propuso un slalom electrizante. Pasó como a un poste la primera camiseta argentina. Luego se coló entre dos, y ya en zona de gatillo le amagó a Nicolás Otamendi haciéndolo pasar como bondi lleno. Behich quedó con la mira en dirección el arco ante un Dibu expectante. Remate y pum, nada, porque Lisandro llegó con un cruce milagroso y la pelota se fue al córner. Iban 80 minutos y la sensación en las tribunas era lógica: “no podemos sufrir así, no lo merecemos”.

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La zona mixta ardía como si fuera día de San Expedito, no cabía un alma. De hecho, los medios nacionales no llegaban a cubrir ni el 20% de la torta de colegas presentes en el segundo subsuelo de un estadio alucinante. De ese 80% restante, el 99% esperaba por Leo Messi, pero si podía probar algún bocado de otro jugador argentino, bienvenido sea.

Entre los que rompieron la fila de voces australianas estuvo Julián Álvarez, el primero en desfilar por la pasarela no bien el partido terminó. El resto de sus compañeros continuaba festejando el pase a los cuartos de final.

A nada de cumplirse las dos horas de espera, asoma un batallón de jugadores, entre ellos el “Carnicero de Manchester”. Así bautizaron al nacido en Gualeguay en el equipo inglés, donde en menos de seis meses (vino de Ajax) se ganó el corazón de la gente, el del entrenador y hasta relegó al banco de suplentes a quien los medios especializados británicos daban como estandarte de la selección en Qatar 2022, Harry Maguire. “Que nadie toque a Lisandro”, crack absoluto.

A lo Behich, el central se pega a sobre la pared ploteada de la pasarela, Desoye varios llamados en inglés y cruza el umbral donde lo aguarda la primera avanzada de periodistas argentinos. Sonríe buscando el mensaje piadoso de “siga nomás”, pero no. El enviado de LA GACETA le pide un ida y vuelta cortito, de no más de tres preguntas. Choque de manos con el periodista y el “bueno, dale”, de la bandera verde.

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Behich conquistó la escena nuevamente, al igual que una carcajada del “Carnicero”. ¿Qué salvada Lisandro, ¿eh?”. “Bueno, je, son situaciones del partido que te llevan a eso”, le dice a LA GACETA el defensor en un acto de sencillez increíble. Lo que hizo Lisandro valió tanto como un gol. “Después de la tuya vino la del Dibu, ¿le dijiste algo?”, “Veo la atajada de atrás. Cuando tapa el remate, dije chau, y como que te quedás disfrutando el momento”, confiesa.

Si pudo decirle algo al arquero después de semejante bloqueada monumental… “La verdad, no me acuerdo; no sé, che. Solo recuerdo que lo abracé y le di un beso en la cabeza”, los ojos del Martínez zaguero brillaban como los de un faro. Ello habla de la satisfacción de la labor bien terminada.

Así lo rubricó Lisandro horas más tarde desde la concentración en la Universidad Nacional de Qatar, vía su cuenta oficial de Twitter. “Orgulloso de esta banda. Qué garra. Unidos como siempre seguimos avanzando!!”, así es, la unión hace la fuerza y la Selección, con el apoyo incansable de los hinchas en el Mundial, cuenta con ese plus que más de un seleccionado de los que avancen a los cuartos de final desearían tener.

Cuando se trata de defender la bandera, de bancar los colores, nada como Argentina, porque Argentina hay una sola. Para bien o para mal.

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