Pobreza: la lucha que venimos perdiendo

08 Diciembre 2022

Más de 17 millones de argentinos son pobres, casi 3,5 millones son indigentes y seis de cada 10 niños tienen carencias en la Argentina. Las cifras, que se repiten y sostienen año tras año, duelen e invitan a una reflexión urgente por parte de todos los dirigentes del país, sean políticos, religiosos, económicos y sociales.

Si bien esa lamentable situación es motivo de alarma diaria porque la vemos frente a nuestras narices a cada paso que damos, la realidad es que poco se hace para revertirla. “La dignidad –dice la ONU– no es un concepto abstracto: es inherente a todos y cada uno de los individuos. En la actualidad, muchas personas que viven en la pobreza persistente ven denegada y violada su dignidad”, viviendo en lugares inseguros, con falta de alimentos, acceso desigual a la Justicia y limitado –cuando no nulo– a la atención médica. Este martes, la UCA presentó a través de su Observatorio de la Deuda Social el informe sobre la evolución de la pobreza en la Argentina a partir de 2010. Y los resultados corroboran esta advertencia de Naciones Unidas: la pérdida de dignidad de millones de argentinos se mantiene en el tiempo. “Hay una tercera generación de pobres en el país”, dijo el director del Observatorio, Agustín Salvia. Y agregó en una entrevista con LA GACETA. “Por mucho que el crecimiento haya sido del 4% y una inflación de casi el 100%, si bien se multiplicaron los planes sociales en esta época, estamos hablando de una Argentina que tiene un 40% bajo la línea de pobreza. Esa situación es casi inamovible”, advirtió.

En rigor, un 43,1% de la población es pobre y el 8,1% es indigente. Y los porcentajes se mantienen en ese rango desde los 80, aunque bajen un punto o suban otro según la coyuntura. Esto, debido a que la pobreza es estructural en el país. La pandemia, que ciertamente causó estragos, ni la guerra entre Ucrania y Rusia pueden seguir siendo la excusa para que millones de argentinos no encuentren manera de salir del fondo de un profundo pozo y otros tantos caigan irremediablemente en él. “La pobreza y la desigualdad no son inevitables. Son el resultado de decisiones deliberadas o de la falta de medidas que desempoderan a los más pobres y marginados y violan sus derechos fundamentales, niegan su humanidad”, afirma también la ONU.

Pero quizás lo más desalentador del último informe de la UCA sea el referido al mercado laboral: un tercio quienes tienen empleo también son pobres. Es decir, ya no alcanza con trabajar para no ser pobre. Salvia lo explica muy bien: “no es que se han incrementado los puntos de pobreza sino que las clases medias están cayendo en la pobreza porque sus salarios pierden poder adquisitivo frente a la inflación y porque sus trabajos se van precarizando y haciéndose más informales”.

Resulta indudable que la Argentina, en su conjunto, viene perdiendo la lucha contra la pobreza. Y eso no es patrimonio exclusivo de un partido político o de otro. Se trata de un tobogán que nos encuentra a todos, como sociedad, en pleno descenso. La pregunta es hasta cuándo o bien en qué momento habrá un click para empezar a revertir esta tendencia. La salida no será inmediata ni sencilla, claro está, pero ese camino es necesario comenzar a recorrer. Basta con mirar una de las preguntas del documento de la UCA en el apartado “Efectos del deterioro social sobre el Malestar Subjetivo”. “Sentirse desesperanzado, triste, angustiado y ansioso es una condición que se sostiene de manera desigual con tendencia ascendente en los adultos en situación de vulnerabilidad socioeconómica”, expresa.

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