La ira, el miedo, la tristeza, la angustia. No siempre es fácil reconocer nuestras emociones y mucho más reconocer las de los demás. Y sin embargo, esta habilidad es fundamental para nuestra vida, para desarrollar relaciones sanas y para una vida plena.
“Lo primero es conocerse a uno mismo, aunque parezca sencillo, no lo es, vivimos atrapados por nuestra mente y nos creemos nuestros pensamientos como si reflejaran la realidad”, explica Mariana Iriarte, psicóloga y profesora de yoga. “Se suele confundir la angustia con la tristeza, por ejemplo.” continúa. “La tristeza está relacionada con la sensación de pérdida y la angustia no tiene nada que ver porque es prima hermana de la ansiedad y el miedo”, agrega.
Ser una persona “inteligente” tiene cada vez menos que ver con el coeficiente intelectual y la capacidad de razonamiento y, contrario a lo que se piensa comúnmente, puede ir de la mano de nuestro sentir. ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el que mayor éxito tiene en el trabajo? ¿Por qué para algunos es más fácil superar contratiempos, vencer obstáculos y ver las cosas bajo una óptica diferente?
“Cuando uno aprende a auto-observarse y preguntarnos qué siento nos permite pasar a la acción”, explica la especialista. Y agrega que el primer paso es mirarse a uno mismo y el segundo, aprender a reconocer las emociones de los demás. “Las emociones generalmente se reflejan en lo no verbal, lo actitudinal, lo gestual, la conducta, el tono de voz, entonces parte de la inteligencia emocional está en reconocer ese lenguaje no verbal porque el cuerpo no miente”, reflexiona. Y nos recuerda que estas habilidades sociales son las que nos permiten generar vínculos sanos.
Como toda inteligencia y destreza se puede entrenar y desarrollar, quedate escuchando este episodio de Positivamente donde te damos algunas claves para que puedas ponerla en práctica.
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Producción y Conducción: Ana Daneri. Edición: Emiliano Agüero Cortés.
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