Una fiesta que paralizó una zona histórica de Yerba Buena

Con banderas, con remeras y con looks la rotonda del Mástil de la "Ciudad Jardín" se llenó de música y de vida.

EMOCIÓN. La final del mundial paralizó a Yerba Buena. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO EMOCIÓN. La final del mundial paralizó a Yerba Buena. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Es imposible describir lo que sentimos los argentinos cuando  el penal pateado por Gonzalo Montiel logró consagrar a la Scaloneta como campeona del mundo. Por suerte, los 47 millones sabemos de lo que hablamos: es que ni bien la Selección alzó la copa, hinchas de todo el país dejaron sus casas para festejar. Con banderas, con remeras y con looks -algunos bastante interesantes- la rotonda del Mástil de Yerba Buena se llenó de música y de vida.

LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

El ambiente es increíble. Y para los que nunca vivimos una victoria de este calibre, aún más. Es una alegría diferente; una emoción que difícilmente tenga comparación. Todo lo que sucede pasa por nuestras retinas como si fuese una película, una de la que por fin somos protagonistas. En las calles lo que más resuena es aquel tema de La Mosca, que de a momentos se entremezcla con las mil y una versiones que los fanáticos entonan del Himno Nacional Argentino. Desde las 16 pasan sin cesar vehículos sobre la avenida Aconquija, mientras grupos de amigos, familias enteras y algunas parejas de abuelos (que obviamente son rodeados con el hit viral) se van ubicando cerca de la gran bandera que flamea.

Nadie quiere perdérselo

En la rotonda se encuentran todos: los que ya vieron a Argentina campeón, los que lo soñaron y los que vivirán con ilusión las copas por venir. Mientras algunos intrépidos se cuelgan en postes de altura o en algunas terrazas, otros saltan y cantan, y algunos van guardando postales para el recuerdo. Federico Salvatierra y su hija Emilia (de siete meses) son fotografiados por Mariana Bianchi, la mamá de la nena. “Yo nací en 1986, y ella en 2022... Nada, solo eso”, dice Mariana sobre la coincidencia en las victorias mundialistas. Ella no pudo contener la emoción y fue de las primeras en salir por la avenida -cuenta-. “Yo vi todo el partido con Emilia en mi pecho -dice Federico-; con los goles yo lloraba en silencio para no hacer ruido. Verlo con ella, así, y llorar con ella, fue lo más hermoso de mi vida”.

LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Pablo Córdoba lleva a pie a sus dos pequeños hijos que están subidos a las silletas de una bici. Ellos miran asombradísimos lo que está pasando. “En el 1986 yo era bebé. Estoy muy feliz por la victoria; esto es algo sensacional y vivirlo con mis hijos es increíble. Yo sabía que íbamos a terminar así; nos tenía fe. Argentina hizo un muy buen mundial”, relata a LA GACETA. “Hacía falta esta felicidad para que los tucumanos y los argentinos podamos compartir un poco de alegría, en medio de todo lo que estamos sufriendo”, reflexiona.

Nadie quiere perdérselo. En medio de la multitud, también marcha el diácono Nicolás Apud, que agita sin cesar una bandera argentina. Con ella, llama la atención de más de uno. Él miró el partido en la casa de una familia de la parroquia (de San José) y luego se acercó con jóvenes de la iglesia a festejar. “Ellos lo vivieron muy intenso. Es la primera vez que venimos, y es importante; es para nosotros una alegría muy grande como comunidad”, dice.

Detalles

Con los imponentes cerros tucumanos de testigos, miles de personas desfilan sin cesar por las calles. En el festejo vuelan partículas de nieve y algunos líquidos extraños; circulan carteles de Lionel Messi a mansalva y cornetas de todas las formas y colores acompañan los cánticos. En ese contexto hay algunas figuras que destacan, como por ejemplo Germán, que hace poco estuvo en Catar y se trajo unas ropas típicas. Por supuesto, salió como catarí a festejar el triunfo. Y fue un suceso.

LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Justina Catella y Julieta Vigo, en cambio, llaman la atención por su maquillaje. Tienen en su cara la bandera argentina; se pintaron antes del partido y retocaron el make up antes de salir a la avenida. Y otro que se roba las miradas es Óscar Zurita: en cuanto lo ven, los fanáticos empiezan a rodearlo y a cantarle “abuelo lo lo”. Se lo ve feliz por la victoria y admite, sorprendido, que hay mucha más gente en las calles que en las victorias anteriores. Es que, en este contexto, la copa del mundo fue un salvavidas. Y por eso la festejamos todos.

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