"La comida casera alimenta más allá de la nutrición"

Cuando nació su primer hijo, Lucía Calogero se volcó a una cocina más natural para su familia. Antes, había trabajado en empresas multinacionales. Un cambio radical en su vida.

SU LIBRO. La especialista publicó “Me importa un rábano”. SU LIBRO. La especialista publicó “Me importa un rábano”.

Lucía Calogero trabajó durante más de 15 años en empresas multinacionales de alimentación en donde aprendió mucho sobre la industria y hábitos de consumo de los argentinos. “Mi quiebre fue el nacimiento de mi primer hijo, donde no me daba lo mismo darle un alimento natural que un ultraprocesado. No somos una familia fundamentalista, ni comemos rigurosamente natural ni descuidadamente procesado. Creemos más bien en los beneficios de la comida casera, en la importancia y riqueza de nutrientes de las frutas y las verduras y nos apasiona la agroecología y comprender el impacto que tiene en nuestra salud el origen de los alimentos”, le dijo a LA GACETA, explicando el giro que le dio a su carrera luego de formar parte de importantes marcas y empresas internacionales.

El proceso, explicó, la llevó a estudiar más sobre el efecto que la alimentación tiene en el cuerpo y por eso decidió estudiar para ser Health Coach, un coach de salud que acompaña el proceso de cualquier persona hacia una vida más saludable, con un enfoque holístico, considerando la alimentación como fuente de energía para el cuerpo a la que suman las relaciones sociales, el trabajo o la carrera, la espiritualidad y la actividad física.

“La idea es lograr un equilibrio donde puedas sentirte cómodo e incorporar hábitos que te hagan sentir bien”, dijo la autora de “¡Me importa un rábano!”, un libro independiente que se consigue a través de la cuenta de Instagram @biendelatierra.arg en donde Calogero brinda recetas de comidas caseras y explica de qué se trata el emprendimiento que lleva adelante con su familia desde hace tres años, dedicándose a la producción de alimentos agroecológicos en un campo en San Antonio de Areco.

“Creo fervientemente en la importancia de la cocina como algo más que el acto de cocinar. La comida hecha en casa alimenta más que cualquier cosa y en un sentido más amplio que el nutricional, porque lo casero propicia los momentos compartidos, fortaleciendo los vínculos, las relaciones familiares, aunque lo que prepares sea una pizza. Tus manos puestas en una masa hacen que sea distinta. Hacen que ese plato tenga algo de vos, de lo que tenés para darle a otros, lo que lo hace imposible de reemplazar o igualar por un delivery o un envase de cualquier producto”, afirmó y agregó: “cuando comemos, asimilamos no solo los nutrientes, sino tambieìn la energía de la comida. Los alimentos tienen distintas cualidades y propiedades energéticas, dependiendo de dónde, cuándo y cómo son cultivados, así como la forma en que son preparados. Sintonizar con estos aspectos sutiles nos vuelve más conscientes de cómo nos afectan”, reflexionó.

- Después de años en la industria alimenticia masiva, ¿cómo llega la idea del libro “¡Me importa un rábano!”?

- Este libro nace con la intención de ayudar en la tarea diaria de la cocina. Eligiendo opciones generalmente aceptadas y “queridas”, con la atención puesta en los ingredientes. Buscando formas creativas de incorporar más verduras, frutas y alimentos nutritivos en las preparaciones clásicas que a todos nos gustan.

SU LIBRO. La especialista publicó “Me importa un rábano”. SU LIBRO. La especialista publicó “Me importa un rábano”.

- Una propuesta de cambio cualitativo...

La comida casera, la incorporación de frutas y verduras y la calidad de los ingredientes que usamos para cocinar sin dudas marcan la diferencia de una alimentación saludable. Cambiar lo que comemos puede cambiarlo todo. La comida puede impactar directamente en tu salud y en tu ser. “¡Me importa un rábano!” te invita amorosamente a dedicarle atención a qué comés, para que puedas vivir tu presente alimentándote de verdad. No pretende perfección, ni conductas radicales. Simplemente propone pequeños cambios que te conecten con vos y tu propio bienestar. Es una propuesta que está escrita con la humildad de sumar, sin juzgar ni presionar. Simplemente es una mano amiga, que te da algunos tips para que eso que hacés todos los días tenga una vueltita de rosca y se convierta en algo más saludable. La idea es tener recetas que te ayuden a “resolver”, sin acudir en automático a los alimentos ultraprocesados. Además, al cocinar en casa, sabés qué estás comiendo. Aún si elegís envasados, los combinás, los podés equilibrar, conocés cada ingrediente de ese plato, y sabés qué le estás dando a tus seres queridos.

- Aumentar vegetales y frutas a nuestra dieta es necesario, pero ¿su producción no está plagada de químicos? ¿Se puede vivir 100% de manera natural en un sistema tan capitalista?

- Honestamente creo que 100% natural es muy difícil en este contexto, pero también creo que podemos ser parte de un cambio. Y no deberíamos dejarnos acobardar por la dificultad. Creo que un buen puntapié es volcarse a pequeños productores, a consumir alimentos de estación y siempre locales. Podría definirme como una persona optimista y muy amante del hacer. Creo que haciendo, transformás aquellas realidades que a veces te mantienen atrapado. Construir es ponernos de pie, en plena convicción de que nuestras manos serán aquellas que harán posible nuestra evolución.

- ¿Cómo podemos llegar a una soberanía alimentaria de manera regional?

- Primeramente con conocimiento. Las personas deben saber que ésta es una opción y empoderarlas para que hagan uso de sus posibilidades. Luego, a través de políticas públicas que propongan un marco para que se desarrollen actividades productivas de auto sustentación. El trabajo dignifica y comer alimentos producidos por uno mismo nutre a la humanidad de manera holística.

- ¿Qué es el agua de rabanito rallado y por qué la difundís?

- Hay muchos médicos expertos a nivel mundial que explican como el agua de rabanito ayuda a desintoxicar el cuerpo de metales pesados. Soy creyente del poder sanador de los alimentos naturales y este es un claro ejemplo. ¿Cómo haces el agua? Rallas dos rabanitos, los ponés en un vaso y llenás el vaso de agua; luego lo colas y tomás el agua en ayunas durante cuatro a siete días como máximo.

Ensalada de verdes, peras y queso azul

INGREDIENTES (cuatro porciones):

- cuatro puñados de hojas verdes (puede ser de lechuga, rúcula, espinaca o lo que prefieras)

- dos peras

- 200 g de queso azul

- opcional: nueces pecán

- sal

- aceite de oliva

- aceto

PREPARACIÓN:

Armás un colchón con las hojas verdes seleccionadas. Cortás las peras en láminas finas y las colocás encima. Luego desmenuzás el queso azul con las manos por arriba del preparado de las hojas verdes y las peras. Terminás decorando con algunas nueces, si son de tu gusto. Aderezás con sal, aceite de oliva y un toque de aceto en la cantidad del gusto de cada uno.

UN CAMBIO DE VIDA. Lucía Calogero propone una alimentación sana, sin fundamentalismos, con ingredientes de estación y de producción local. UN CAMBIO DE VIDA. Lucía Calogero propone una alimentación sana, sin fundamentalismos, con ingredientes de estación y de producción local.

Budín de frutos secos y pasas de uva

INGREDIENTES:

- 100 g de azúcar (orgánica, mascabo o la que tengas en la cocina)

- 85 ml de aceite de girasol

- dos huevos

- 100 gr de harina integral

- 50 gr de harina de almendras

- una cucharadita de polvo de hornear

- frutos secos (pistachos, almendras, nueces o avellanas) y pasas de uva

- esencia de vainilla

- un chorrito de leche para que tome la consistencia

PREPARACIÓN:

Precalentás el horno a 180°. Mezclás los huevos con el azúcar y luego agregás el aceite. Sumás las harinas y continuás mezclando. Agregá la cucharadita de polvo de hornear y después los frutos secos, las pasas (si podés, bastante cantidad) y la esencia de vainilla. Por último, se pone un chorrito de leche para que no sea tan espesa la mezcla (solo un poco, vas midiendo la consistencia). Volcás la preparación en una budinera enmantecada y enharinada y al horno. Cocinás a fuego medio 30 minutos aproximadamente. Vencido ese plazo, abrís el horno e introducís un palito o cuchillo. Si sale seco ya está; si no, esperá unos minutos más para su punto justo.

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