La parálisis de un país que necesita un polígrafo

La parálisis de un país que necesita un polígrafo
12 Enero 2023

Por Hugo E.Grimaldi

Si hay un elemento que distingue al gobierno nacional es que casi todo lo que hace lo ejecuta en defensa propia y dejando de lado las necesidades de la gente, de allí que tan poco y nada luzca lo que hace. Tan ostensible divorcio entre los andariveles del oficialismo y todo lo que debe soportar la sociedad aparece claramente en las encuestas y al día de hoy demuele las imágenes de los gobernantes, a quienes se los observa siempre preocupados por sus propias quintas o por las de sus jefes y jefas, problemas con la Justicia incluidos, antes que por los varios y graves padeceres del conjunto de la ciudadanía.  

Según la portavoz presidencial, Gabriel Cerutti esa desaprensión sería parte de la “epopeya” que más temprano que tarde le va a tener que reconocer el pueblo argentino al Gobierno. Si se repasa el concepto en el Diccionario se verifica que se trata de “un poema extenso que canta en estilo elevado las hazañas de un héroe o de un hecho grandioso”, sucesos que en los que “suele intervenir lo sobrenatural o maravilloso” y conceptos que muestran lo exagerado del parecer de Cerruti, sobre todo porque el optimismo que derrocha (algo lógico en su cargo) termina martillando sobre el sentimiento de muchísima gente y a algunos la eventual grandiosidad le suena casi a burla.

El proceder de Cerruti no es ajeno a la tara que tiene el kirchnerismo en su conjunto de instalar, instalar e instalar, aunque muchas veces los argumentos no pasen un simple polígrafo (detector de mentiras). Si bien el procedimiento no es ajeno al tachín-tachín que hace cualquier grupo político, lo que sorprende del caso kirchnerista es que en general no se trata de convencer a los otros, sino que el propósito fundamental es el de darle libreto a la militancia propia, aunque los considerandos resulten exagerados, falaces o tengan que desdecir a algún otro anterior. Nadie puede pensar que porque equis cantidad de argentinos porcentualmente baja se ha dado el gusto de tomarse unas vacaciones, tal como se trata de instalar en las redes, el país está bien. Esa es una subestimación más.

Tras el Mundial, que se hable de los “rugbiers” a toda hora en la televisión ha servido también como buena cortina de humo, mientras que impensadamente el caso Brasil vino a poner en claro cuáles son las prioridades del Gobierno a la hora de revolver sin construir. En este tema logró instalar que la pueblada de Brasilia fue un “golpe” y así se encolumnaron los difusores rentados y espontáneos, tal la bajada de línea oficial que entre los argumentos usaron algunos que se les volvieron en contra. Según una magistral ironía del abogado y sociólogo Roberto Gargarella, “no entregan los atributos del mando cuando pierden; consideran al adversario como enemigo; toman a la Corte Suprema como blanco a destruir; invocan a un pueblo que ya no los sigue; son apoyados por un grupo de lunáticos; amenazan con el uso de la fuerza”. Si se refería al bolsonarismo, los parecidos con el kirchnerismo son tan evidentes que queda en claro que los populismos de derecha y de izquierda sólo se miran el ombligo.

En esa tarea de construir ajenidades, el kirchnerismo ha puesto en su mira a la Corte Suprema de Justicia, pese a que el Presidente quedó huérfano de apoyos de gobernadores fuertes, quienes no se quisieron meter. Pero además, el kirchnerismo no tiene ni tendrá en el Congreso el número para voltear a los jueces y se ha dedicado a orquestar un show para denostarlos. Aquí también, lo importante no es lo que pase, sino lo que se genere a la hora de meterle miedo a todo el poder constitucional de control. Si la Comisión de Diputados aprueba finalmente el dictamen como se cree, entonces el oficialismo necesitará contar con el voto afirmativo los dos tercios de los presentes en el recinto para desplazar a los supremos.

Como réplica, la oposición ha determinado que si el oficialismo sigue adelante no va a discutir otras leyes, las que el Gobierno necesita para seguir surfeando la ola más o menos razonable que ha encontrado en materia económica, pese a que hay dos elementos clave que lo tienen al borde del KO: la falta de dólares (con la terrible noticia de una sequía que bajará los ingresos del campo drásticamente este año y con todos los trucos que se están usando para no gastarlos ni siquiera en importaciones críticas) y la necesidad de financiamiento (todo el año será un calvario).

Para ser presidenciable, el ministro de Economía, Sergio Massa –quien parece jugar a dos puntas en el caso de la Corte- tiene necesidad de contar con las leyes que quedarán interdictas, que lo que suceda con los jueces no le estrangule más la seguridad jurídica, convencer que los números de la inflación no están “tocados” y sobre los dos temas críticos anteriores, él sabe que no puede devaluar ni defaultear. ¿Cómo hacer entonces? ¿Qué inventar? Un polígrafo a la izquierda.

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